Arte y cotidiano

Nombre :  Thaís dos Santos

Tutoría: Ana Leitão

Fecha: 03/01/2024

Arte y cotidiano: 

reflexiones sobre el Mercado de Arte Comunitario Tudanzas

Aportando una identidad propia para la valorización del arte comunitario, la quinta edición del Mercado de Arte Social y Comunitario Tudanzas tuvo lugar entre el 24 y el 26 de noviembre de 2023, en el barrio de Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera, en Barcelona. Con el objetivo de expandir la discusión, además de los puntos de venta de productos artísticos-sociales, también se llevaron a cabo actividades de difusión, experimentación y reflexión sobre el Arte Comunitario. Estas incluyeron la proyección de cortometrajes producidos de manera comunitaria o que mostraran actividades de arte comunitario, talleres para el público infantil y adulto de danza, artes visuales y teatro, la realización de una red de contactos con exhibición de pósteres, exposición oral de trabajos y proyectos, y una mesa redonda para discutir la temática, culminando con una ceremonia de cacao.

Vivenciar este encuentro me abrió a una mayor percepción de lo que puede ser un mercado, porque a primera vista la idea de mercado me lleva a asociarlo inmediatamente con el estímulo al consumo excesivo, donde la oferta y la demanda están más vinculadas a la producción de beneficios que a una forma de compartir. Después de todo, ¿en nuestra sociedad capitalista podemos valorar lo que se produce de manera comunitaria, cuando la sociedad está orientada hacia el individualismo, la meritocracia y, con ello, la noción de fracaso e insuficiencia? Al mismo tiempo, ¿puede el arte romper con este paradigma y promover espacios donde, respetando la individualidad de cada uno, podamos ser colectivos y disfrutar del estar y construir con el otro, en plenitud de existencia y creación, sin los valores traídos por el sistema del capital?

Con los puntos de venta del Mercado de Arte Social y Comunitario, pude observar el campo estético presente en la vida cotidiana, tanto en su producción como en su promoción y adquisición. La práctica artística en este espacio se hizo presente como un trabajo, una forma de labor: el arte se manifestaba en las formas de expresarse en la materialidad o en la acción diaria de quienes lo producen. Cada puesto presentaba su singularidad, creaciones que registraban la diversidad presente en la localidad. Hablando de diversidad, también podría señalar las identidades y las diferentes culturas presentes allí. Pero no solo los puestos eran singulares entre sí, se observaba en cada mesa la diversidad de manos que presentaban la estética de ese colectivo y las diferentes maneras de construir y comprender el arte en comunidad y como parte de la vida.

La exhibición del producto cumplía por sí misma la función de propiciar la fruición estética. Si el arte producido forma parte del cotidiano de los artistas, el arte expuesto crea un diálogo con aquellos que lo van a ver. Utilizo la palabra diálogo porque entiendo que un objeto artístico necesita de las personas para cumplir su función final de compartir. Así, no pienso que un objeto artístico sea arte por sí mismo, sino que se convierte en arte cuando está con el otro. Y la exhibición del producto de arte acaba posibilitando el compartir estético con aquel que lo está observando, incluso sin adquirir el producto.

Y finalmente, la elección de adquirir un producto de arte comunitario hace que ese objeto forme parte de la vida de su público de manera temporalmente mayor que la fruición de la exhibición. Hace que ese objeto con el que hubo encantamiento esté presente en el cotidiano, posibilitando lo sensible en cada nuevo contacto.

La arte como parte de la vida también estuvo presente en las demás actividades del Mercado. Este formato ideado por el equipo Tudanzas abre espacios para que otras formas de arte más efímeras y que no generen un producto físico que pueda estar en los puntos de venta, puedan también aportar a la discusión y difundir sus acciones en el ámbito comunitario.

Los talleres proporcionaron la experiencia de vivir el arte de manera comunitaria. Estar juntos, sentir, compartir y crear danzas, collages y escenas brindó la posibilidad de experimentar el hacer artístico con el otro, respetando la expresión y la contribución singular de cada uno al conjunto. Hay movimientos muy significativos en el acto de acoger al otro tal como es, en proponer y adaptarse, en hablar y también en escuchar de manera atenta, sensible y generosa. Seguramente, mientras el sistema capitalista propone la competencia, generando individualidad, en las propuestas comunitarias se fomenta la solidaridad para crear comunidad.

Quería señalar brevemente hacia el cuerpo. Pienso en cómo también se nos niega el cuerpo en este sistema político-económico en el que estamos insertos. La estrategia de fragmentación del capitalismo va desde la producción (que está completamente desmembrada a tal punto que el trabajador no tiene contacto con el producto final) hasta el cuerpo, con la valorización de la noción de "mente" en detrimento del "cuerpo", sin tener en cuenta que uno es parte intrínseca del otro, que el SER es un sistema completo, integrado y en constante relación. Como facilitadora de un taller que partía del movimiento, permitir el contacto con el propio cuerpo me muestra que el autoconocimiento y la experimentación del movimiento singular son formas reales y sensibles de combatir la idea de insuficiencia del individuo, y la posibilidad de ampliar la mirada hacia otras individualidades, otras subjetividades, hacia el otro. Y ver, reconocer al otro es el principio para actuar con el otro, para ponerse en movimiento junto con el otro, y así actuar de manera comunitaria.

Los cortometrajes no solo nos informaron sobre proyectos de arte comunitaria, sino que también, a través de su creación estética, nos sumergieron en las motivaciones y la vida cotidiana de las personas que producen arte comunitaria, generando reflexiones y sensaciones a través de la apreciación de la producción audiovisual. Comenzar el mercado con esta programación era casi un indicativo de ampliar la mirada del público presente hacia los colectivos que estaban exhibiendo sus trabajos en el Mercado. Me pregunto si hubo la curiosidad de preguntar: ¿cuáles son sus motivaciones? ¿Qué hay detrás de estos trabajos? No sé si esto sucedió, pero me gusta creer que al menos al ver el trabajo expuesto, se tuvo la percepción de que puede existir un universo completo detrás.

Todo el momento de networking, con la exposición de pósteres, que considero podría haberse hecho de manera más visible, la comunicación oral de proyectos de arte comunitario y la mesa redonda hicieron que las historias y narrativas de los colectivos fueran visibles para la comunidad, y pudimos tener la percepción de la diversidad de propuestas de arte comunitario que existen en el barrio o propuestas por personas del barrio para otros espacios y países. El aislamiento se rompe con la compartición, y surge la posibilidad de reconocernos en objetivos comunes y aprender mutuamente con pensamientos y reflexiones diferentes. Así, al ver al otro en acción, también nos vemos juntos en busca de un hacer más sensible y consciente del mundo que nos rodea. La diversidad de propuestas me hace comprender cómo estamos relacionados y cómo podríamos actuar.

Con esto, surge la posibilidad de expandir la conceptualización del Arte Comunitario en Barcelona, tanto en su práctica como en su reflexión sobre cómo generar colectividad y desarrollar la comunidad, haciendo del arte un bien común, como aspira Tudanzas en su manifiesto.

Crece en mí el deseo de que este momento de intercambio pueda dar frutos en nuevas formas de colaboración entre los proyectos, para intensificar la resistencia no solo con la co-presencia, sino con la integración. No digo que los métodos necesiten unificarse, pero ¿cómo la colaboración podría hacer que cada proyecto llegara a nuevos públicos, fuera más sostenible en sí mismo, creara una red de apoyo y expansión?

La posibilidad de vernos, escucharnos, ocupar el mismo espacio ya ha sembrado en mí el deseo de saber más y crecer juntos. Tal vez otros participantes también hayan sentido lo mismo y podamos, en espacios como este de compartir y cambiar, profundizar en cómo nuestras propuestas de arte comunitario pueden volverse comunitarias entre sí.

Quizás esta sea una forma de avanzar hacia una mayor democratización de las artes, donde las personas puedan reconocerse colectivamente en el hacer y en el disfrutar artístico, en la compartición de lo sensible, en el consumo consciente y en la creación de una realidad que sea verdaderamente comunitaria.