La naturaleza vuelve a golpear a los más pobres.

Fecha de publicación: May 02, 2015 10:17:58 PM

El pasado 25 de abril sobre las 12:00 Nepal, uno de los países más pobres del mundo, volvió a sufrir una nueva sacudida sísmica, en este caso de unos 7,8 en la Escala de Richter a una velocidad aproximada de 60 centímetros por segundo. Miles de hogares han sido derruidos, personas durmiendo en las calles en tiendas de campaña improvisadas y hechas con lonas, falta de alimentos y de agua potable, suciedad en las calles y barrizales.

Hasta ahora la cifra de muertos ronda los 6.800, con más de 14.000 heridos, además de un número indeterminado de desaparecidos a los que en estos momentos se les siguen buscando; en muchos casos los propios familiares conocen la ubicación de muchos de ellos, hombres, mujeres y niños, pero intentar rescatarlos supone un alto riesgo y tienen que esperar a la llegada de equipos de expertos para que realicen los mismos.

Aunque la ayuda exterior no se ha hecho esperar, ya que la Comunidad Internacional ha enviado todo tipo de recursos para paliar esta situación, Nepal, al ser un país pobre, tiene muchos problemas de comunicación, malas carreteras y zonas habitadas de muy difícil acceso; lo que impide hacer llegar estos recursos a miles de afectados.

España ha sido uno de los primeros países en reaccionar, el ministro de exteriores José Manuel García-Margallo se puso inmediatamente en contacto con nuestra embajada en Nueva Delhi, dado que no existe embajada española en Nepal y con un representante español que se encontraba en Katmandú. De los 580 españoles que se encontraban en Nepal en el momento de la catástrofe se han podido repatriar a 544, no pudiendo contactar con 35 de ellos dadas las dificultades de comunicación. Carlos Martínez, médico deportivo que participaba en una expedición española al pico de Annapurna, ha decidido quedarse para ayudar en las labores humanitarias. Hay una zona fronteriza con el Tíbet donde se hallan 7 españoles sin localizar y por los que se teme por su vida.

No hay racionamiento ni dificultad para alimentarse en zonas como Katmandú que cuentan con aeropuerto y la ayuda internacional llega directamente. Las tiendas han empezado a abrir sus puertas, aunque los recursos que pueden ofrecer son muy limitados.

Los nepalís a pesar de la tragedia ocurrida no están dispuestos a dejarse amedrentar y siguen luchando por reconstruir las consecuencias de la catástrofe. Se están organizando entre ellos y por ejemplo se distribuyen en grupos para recoger la basura e incluso incinerarla. Están reuniendo alimentos, utensilios, cavan zanjas para evitar que la lluvia y el agua mueva las tiendas de campaña... y se reunen en grupos ayudándose en todo lo que necesitan. El valor de la solidaridad se nota cuando desgracias como estas ocurren.

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