14/04/23

Señorita Katharina: El dolor se hace consciente

Por Crisbel Varela

El poeta uruguayo, Mario Benedetti, decía que “cuando uno llora, nunca llora por lo que llora, sino por todas las cosas por las que no lloró en su debido momento”. Esto le ocurrió a Señorita Katharina, una jóven de 18 años de edad que padecía un profundo dolor, uno que desgarraba su alma y se manifestaba en forma de ataques de pánico. 

Según Mayo Clinic un ataque de pánico "es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones físicas graves cuando no existe ningún peligro real o causa aparente. Cuando se presentan pueden provocar mucho miedo, sentir que pierdes el control, que estás teniendo un ataque cardíaco o, incluso, que vas a morir". La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que el 30% de la población ha sufrido o sufrirá algún ataque de pánico.

Foto: Gleybert Asencio

Un cotizado médico psicoanalista se toma unos días para descansar en la posada de la familia de la protagonista, quiere olvidarse por un momento de sus estudios sobre la neurosis, pero se ve interrumpido por Katharina, quien le confía sus dolencias: Las físicas, las psicológicas y las espirituales. 


Katharina se agarra la cabeza con las manos como si no resistiera la presión que siente en el pecho, las náuseas se apoderan de sí, al igual que el miedo. Ella dice que no lo entiende, que no ve la raíz del problema. Pero en el fondo sí lo sabe. El “lobo” la asustó y vulneró en un momento de su vida en el que no podía comprenderlo.

Foto: Gleybert Asencio
Foto: Gleybert Asencio

“Callé porque el cuerpo y la voz de una niña no sabían cómo funcionar. Callaba porque no discernía”, dice Katharina en una de sus escenas. Desde los 11 años había sufrido abuso por parte de su padre, un hombre machista, violento, que cree que la mujer debe ser maltratada.


Katharina fue una niña abusada, pero nunca se enteró, hasta que fue creciendo y comprendiendo que los acercamientos de su padre no eran protección ni un acto de amor. Su cuerpo, cerebro, nunca dejaron de enviarle señales antes de poder entender lo que ocurría en sus adentros. Su despertar, el llorar de la protagonista un día llegó, porque sus dolencias ya lloraban por ella.

Foto: Gleybert Asencio
Foto: Gleybert Asencio

“Él apaciguaba el mismo miedo que me generaba”, manifestó la protagonista, dejando ver las confusiones que habían sido causadas por el mismo abuso. 


La pieza también presenta un tema generacional. Las costumbres y quedarse en el mismo lugar por creer que no hay otras formas o tener miedo a cambiarlas y quedarse callados porque “es mejor no decir nada”.

Foto: Gleybert Asencio

Zair Mora, Gerardo Soto, Stephanie Cardone Fulop, Henry Soto, Flor Colmenares, Mario Becerra y Johana Vargas Chiquito, son quienes dan vida a esta historia escrita y dirigida por Ángel Pelay.


La historia explica de cierta forma que un evento que creemos aislado puede detonar emociones de otro y tornarse interesante para el público teniendo en cuenta la distribución del escenario. 

Foto: Gleybert Asencio

Los espectadores están inmersos en toda la obra, forman parte de la historia. Todo el espacio se divide en partes que representan el inconsciente, preconsciente y consciente, incluso la memoria. Es un juego en el que los presentes pueden sentirse incómodos ante las sensaciones que produce la historia, pero además mantiene al público siempre atento sobre hacia qué dirección mirar, guiados por la iluminación de José Manuel Rueda.


El equipo de Zanvaj Producciones hace de la obra una experiencia amena con un foro luego de disfrutar la puesta en escena. 

Foto: Gleybert Asencio

El dramaturgo y director Ángel Pelay, quien además es psicólogo –UCV – con postgrado en psicología clínica comunitaria – UCAB – y especialización en psicoterapia psicoanalítica – Asovep –, tomó como base para esta obra las investigaciones de Sigmund Freud, padre del psicoanálisis.


La historia estará los viernes, sábados y domingos hasta el 16 de abril a las 4:00 pm en el Teatro Luis Peraza – Centro TET –. Fue presentada en el 2021 en la Asociación Cultural Humboldt y ese mismo año en la Posada Bambuzal  por el Festival de Artes Escénicas Franco-Venezolano.

Foto: Gleybert Asencio