"El retrato de Roul": Un artista interpretando su realidad

Por Crisbel Varela

“Cuando yo era chico, mi mamá me crió como a una niña. Mis padres ya habían perdido a sus dos primeros hijos varones (…) Ellos deseaban tener una niña y llegué yo, que hacía el papel de niño y de niña a la vez”, fueron parte de las palabras de Raoul interpretando su propia historia en las tablas del Trasnocho Cultural.

Desde que Raoul vivía en El Salvador con su madre, quien le enseñó todo sobre la costura, soñaba con ir a París, estudiar teatro y ser actor.

La pieza, una obra dirigida por Marcial Di Fonzo Bo, y protagonizada por Raoul Fernández, muestra a un personaje único en escena, quien cuenta su propia historia de vida, la de quien busca nuevos rumbos fuera de sus raíces para un mejor futuro y se va con la maleta llena de sueños.

Foto: Gleybert Asencio

A lo largo de la historia Raoul le da fuerza a su relato mencionando a unas mujeres que llamó “hadas madrinas”, quienes lo ayudaron en su andar para lograr sus objetivos mientras va desarrollando y mostrando al público su verdadera identidad.

El joven nunca se lo imaginó, pero el oficio que aprendió de su “mamama” -como le decía a su madre- fue lo que lo ayudó a ganarse la vida y a conseguir lo que siempre soñó.

“Mi mamá era costurera, hacía trabajos de costura de moda y fue así que yo aprendí el oficio. Y cuando llegué a Francia, trabajé ocho años en la Ópera de París, en los talleres de costura, mientras que por las noches desarrollaba mi carrera como actor”, dijo el artista, quien se sabía todos las obras de Molière.

Foto: Gleybert Asencio

La primera hada madrina se llamó Betty y era su madre, una costurera “con dedos mágicos” que le enseñó todo lo que ella sabía.

Cuando Raoul decidió que era hora de irse a París, llegó a su vida otra mujer que marcó su vida y quien lo impulsó a mostrar otro rostro, ese lado femenino y que era su verdadera identidad, una parte de su vida donde decidió ponerse senos y una peluca rubia.

Poco tiempo después llega su gran oportunidad y se convierte en vestidora en la Ópera de París donde conoce a la tercera hada madrina: Rudolf Noureev.

Foto: Gleybert Asencio

Más tarde, lejos de los estucados en oro de la Ópera Garnier, la encontramos en el Teatro Gérard Philippe donde finalmente llegó a las tablas.

Producida por la agrupación francesa Comédie de Caen, la obra formó parte de la programación para dar inicio al primer festival de artes escénicas franco-venezolano que se celebra en Caracas hasta el 28 de noviembre.

Publicada originalmente en 800Noticias.