04/06/23

Arcalión, “la familia como una analogía del poder”

Por Crisbel Varela

¿Cómo podríamos definir el poder?


¿Tal vez como un juego de estructuras que buscan condicionar los contextos a su favor?, ¿como una mentira?, ¿una estrategia para volver sumisa a la sociedad?

¿El poder es liderazgo o la venda en los ojos?


Juzgar solo por el color de piel, el papel de la mujer en la sociedad y como ha sido invisibilizada frente a los hombres, el fanatismo religioso, los estereotipos impuestos por la sociedad. Estos son algunos de los temas que trata “Arcalión”, una pieza de Stalin Gamarra, dirigida por Andreína Polidor, que se traduce en el reflejo del mundo que todavía somos.

Foto: Gleybert Asencio

“Arcalión es una historia de amor, de familia y de poder. La familia como una analogía del poder que existe políticamente. Lucinda es la madre de dos hijas, esta relación depende solamente del criterio del líder de esa familia, Lucinda. Sus reglas son básicas: creer en Dios sobre todas las cosas, y odiar a todo lo que es diferente a ellas”, dice Polidor sobre la pieza que se presentó en el Teatro Alberto de Paz y Mateos del 25 de mayo al 4 de junio. 

Foto: Gleybert Asencio

El elenco emergente de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) se apoderó del escenario en una escenificación con nueve actores y una propuesta fuera de lo habitual, donde el teatro físico acostumbrado por Polidor está muy marcado. 


“En Arcalión la cabeza de la manada es de pensamiento conversador y castrado. A diferencia de su madre, sus hijas desean romper con el yugo totalitarista de Lucinda. Una de sus hijas, Odilia, se enamora de Arcalión, un negro de pensamiento libre que proclama la igualdad y el amor. Juntos deciden salir de la cárcel de Lucinda, pero ella al final los alcanza y los asesina”, agregó la directora.

Foto: Gleybert Asencio

Arcalión es la representación de la rebelión, es la sed de libertad que reclama una sociedad, es la acción a la que todos temen. 


El texto es una pieza muy profunda, que acompañado con elementos como taparle los ojos en gran parte de las escenas a los actores, pasa a ser una forma de tal vez decirle al público que hay algo más allá de lo que impone la sociedad, que hay formas que no estamos viendo y que no todo lo que nos han enseñado a lo largo de los años es lo correcto.

Foto: Gleybert Asencio

“La familia suele ser la primera estructura que nos toca vivir al nacer, a veces creo que  la familia nos condiciona y nos condena de cierta forma los pensamientos. Arcalion desea que todos abran los ojos para ver nuestra realidad. No sólo las familias ponen vendas en nuestra realidad o nuestra verdad, si no la sociedad, la escuela, luego lo más importante, los gobiernos, que suelen ser los primeros en crear esas vendas”, explicó Polidor, quien al dirigir esta pieza hace una fuerte crítica a las altas esferas, a lo estructurado, a lo que todos creen correcto. Es una invitación a cuestionarse todo lo que nos rodea desde un punto de vista muy importante: La familia como el pilar fundamental de una sociedad. 

Foto: Gleybert Asencio

La escenografía de la pieza, que es una especie de telón rojo rasgado, también juega un papel fundamental. La iluminación de Alejandro Martínez en tonos cálidos lo resalta y ayuda a fundamentar el concepto quiso presentar la directora. La puesta en escena además es una con los actores, les da dinamismo en medio de esa historia que representan. El color rojo presente en la escenografía hace referencia a la sangre y la iluminación le ayuda a dar ese efecto de caer sobre sobre esa guerra en el escenario que es el pensamiento crítico sobre el conservador. 


“Arcalión es la sangre que se derrama para percibir una idea, pero esa idea queda como una utopía, porque la sangre derramada es signo de miedo. Es el concepto visual que quise explorar con esta obra. La sangre es la familia, el amor, también esa sangre se derrama para lograr ciertas cosas, concernientes al poder. La sangre nos atrapa, la sangre es vida y muerte. Nos sangran los ojos y la piel y seguimos vivos”, mencionó la artista. 

Foto: Gleybert Asencio

Andreína Polidor es directora del Teatro de la Penumbra, pero en esta oportunidad y sin dejar a un lado su estilo de teatro físico, aceptó la invitación del director Carlos Arroyo de acompañar a la Compañía Nacional de Teatro y para esto pasó por un proceso de lecturas de obras venezolanas, cuando por recomendación del mismo Arroyo llegó a Arcalión.


“A pesar de que tengo una agrupación, decidí asumirlo, por la necesidad personal de encontrarme en un espacio diferente a la Penumbra para poder seguir desde otra perspectiva mi investigación con el trabajo físico del actor”, además del reto de “cómo podía lograr ese proceso en un tiempo de cuatro meses, cuando el último proceso que dirigí duró nueve meses el montaje. Un reto que me llenó de muchas satisfacciones y muchos descubrimientos maravillosos”, confesó.

Foto: Gleybert Asencio

“El texto de Gamarra es una belleza de obra, parece un texto que habla simplemente del poder, y de una mujer obsesionada con Dios que pretende que sus hijas repitan su conducta, pero al final está cargado de poesía y sobre todo un tema que me encanta que es la existencia humana es su más contradictoria relación de lo que somos como humanos. Encaramos las estructuras sociales con este texto, pero también se encaran las estructuras internas, que somos, que es el amor, que es sueño, la muerte, y nos regala la oportunidad de respondernos a nosotros mismos”.


Ramsés Mendoza, María Castillo, Keyla Guerrero, Gilberto Osorio, Ricardo Urrea, Francis Briceño, Miguel Ángel García, Ghyliem Barco y Ademir Alfonso, son quienes dan vida a esta historia.

Foto: Gleybert Asencio