No se conoce a la muerte tan solo muriendo
“El alma está presente desde antes de nuestro nacimiento, y sigue viva después de la muerte”
Sócrates
¿Se puede hablar de la muerte y separarla del dolor, la angustia, la agonía?
¿Cómo se ve la muerte…? ¿Cómo un rostro con los ojos rojos de tanto llorar?, ¿cómo un alma vacía?, ¿cómo la oscuridad?
Si uniéramos a todos los autores que han hablado sobre la muerte, el resultado tal vez sería un drama para cuestionarnos lo que hacemos en vida. Cómo sentimos, vivimos, cómo miramos al otro. Gracias a ellos no se conoce a la muerte tan solo muriendo.
En Hamlet, Ofelia muere al caer en un estado de locura, en Romeo y Julieta, él se quita la vida tras pensar que ella había muerto, son obras distintas, pero lo cierto es que todos los personajes tienen algo en común: Regresan a la vida cuando alguien los vuelve a interpretar, el telón sube y el texto se convierte en una nueva función.
“El veneno”, versión libérrima del teatro de Rodolf Sirera, bajo la dirección de William Cuao, llega precisamente a los escenarios de Rajatabla para hablar de la muerte, pero no una cualquiera, sino la de un actor en su personaje, en este caso la de Sócrates.
Un actor con un hoja de vida impresionante es elegido para interpretar un papel especial y en su nueva experiencia se topa con “los señores”, quienes le piden que muera durante una función de teatro particular.
“Los señores” están dispuestos a todo para tener una obra única en su escenificación, porque creen que la muerte solo se puede interpretar de la forma correcta si de verdad se está muriendo.
La pieza también trata sobre las pretenciones, cómo miramos y tratamos a las personas que nos rodean según su apariencia; y cómo la vida puede ser un teatro en el que todos creamos personajes para no mostrar eso que somos cuando estamos a solas con nuestros pensamientos más profundos.
La actuación está acompañada de una escenografía que a su vez representa un teatro en medio de una mansión, con una tela roja que sirve de fondo para la pieza y que al hacer contraste con la iluminación convierte la obra, por momentos, en un juego de sombras, esas que tal vez representen la muerte.
Angel Pelay, Citlalli Godoy Rivas y Salomon Adames, son los actores que dan vida a esta historia que se estará presentando en la sala Rajatabla hasta el 30 de abril.
La muerte
En otras ideas, la pieza también es una reflexión sobre las interpretaciones teatrales. Qué hace el actor para transmitir al público desde el dolor hasta la felicidad que pueda tener en las manos su personaje. Los gestos, la entonación, el dominio del espacio, todo cuenta cuando se trata de expresar emociones y esa es una de las lecciones que dan “los señores” en medio de su locura y obsesión por la representación de la muerte.
El texto va de la mano con la historia de la muerte del filósofo Sócrates, que también es representada en una pintura del francés Jacques-Louis David.
Sócrates fue obligado a tomar una copa de cicuta por un tribunal que lo condenó a muerte como castigo por supuestamente corromper a la juventud, expresar ideas contrarias a las creencias espirituales y oponerse a la tiranía de Critias sobre Atenas.
Sobre el título
La frase “no se conoce a la muerte tan solo muriendo” fue extraída de un texto llamado Ana y la muerte, escrito por la directora venezolana, Andreína Polidor, quien también trata el tema de la muerte desde una visión profunda, para hablar sobre el dolor y la inmortalidad, de morir sin dejar el cuerpo. Como Sócrates, se habla de la inmortalidad del alma.