Los celos causan delirios en "Othelo sobre la mesa"

Por Crisbel Varela

Caperucita es inocente hasta que se demuestre lo contrario. El lobo feroz tal vez no sea tan malo como todos piensan. El famoso cuento se convierte en una historia retorcida en la mente de Othelo bajo los efectos del prozac y el tequila.

El filósofo José Ortega y Gasset tiene una frase que dice: “En tanto que haya alguien que crea en una idea, la idea vive”. Tal vez estas palabras no sean algo tan lejano si vemos “Othelo sobre la mesa”, una pieza donde los delirios del protagonista son una sátira inmersa en manipulación y traición. ¿Hasta dónde puede llevar a una persona la imaginación en medio del desvarío?

Algunas dosis de prozac son la medicina diaria de Othelo, que combinadas con el tequila que siempre tiene en el escritorio está lejos de hacerlo mejorar, por el contrario sus alucinaciones parecen incrementar mientras se desarrolla la historia, una donde él cree que su esposa le es infiel con un hombre más joven.

Foto: Gleybert Asencio

Los delirios de Othelo traen al escenario el famoso cuento de Caperucita y el Lobo, pero una versión donde se burlan de él, es traicionado y humillado. A su vez la locura, la depresión, en conjunto con la manipulación de Yago, llevarán al personaje principal a consumirse en los celos.


Foto: Gleybert Asencio

La pieza de Jaime Chabaud retoma frases y los personajes principales de la obra que el dramaturgo William Shakespeare escribió alrededor de 1603, inspirado en uno de los relatos de la colección Gli Ecatommiti, publicada por el italiano Cinzio Girardi.

Desdémona (Nathalie Tablante), Othelo (William Cuao), Casio (Egon Ilka), Yago (Theylor Plaza) y Emilia (Sandra Moncada) comparten el escenario en la Fundación Rajatabla, bajo la dirección de Marisol Martínez.

La escenografía de la pieza es simple, y la mesa (escritorio) de Othelo logra ser el foco cuando se convierte en el lugar principal de sus ataques. Se retuerce de dolor, ira y desesperación, llora en posición fetal, nos muestra a un personaje en su momento más frenético.


Foto: Gleybert Asencio

Un aro colgado del techo acompaña el montaje, que se convierte en un símbolo importante porque en el se desarrolla parte de ese imaginario del protagonista.

La obra deja a la reflexión del público quien es el verdadero villano de la historia: Yago por manipular la situación, los celos enfermizos de Othelo o el descontrol de sus emociones más profundas (Quizás todas a la vez).


Foto: Gleybert Asencio

«Vigencia y actualidad»

Chabaud decía en una entrevista en el 2006 para un medio mexicano, que la trama de la obra adquiere vigencia y actualidad porque “tiene que ver con esa necesidad de autodestrucción, de causarse dolor y daño, en la que está inmersa la sociedad contemporánea”.

Más allá de las declaraciones de Chabaud, la historia muestra temas como el machismo. A su vez como los celos pueden ser una de las principales causas de femicidios, según organizaciones no gubernamentales en América Latina.

La pieza incluso pasa a ser un tema de debate al dar nombre al “Síndrome de Otelo”, que los especialistas de la salud definen como un delirio en el que la persona está convencida de que su pareja le es infiel.

La obra se estará presentando en el marco del Festival Internacional de Teatro Progresista el 30 y 31 de julio, pero Othelo sobre la mesa tendrá una temporada posterior del 23 al 28 de agosto.


Publicado originalmente en 800Noticias