09/06/23

Por las que no pudieron volver cada verano

Por Crisbel Varela

Un desgarro vaginal, un gran hematoma, un labio más grande que otro y la sensación de indignación sentada a su lado mientras le decía a su doctora que había sido una caída en la bicicleta. No importa el nombre, la edad, el estatus económico. Son la representación de cualquier nombre, de cualquier apellido, un rostro teatral de la violencia y abuso contra la mujer. Esto en pocas palabras es Por qué volvías cada verano, una pieza de Belén López Peiró  bajo la versión y dirección de Elisa Castillo.

Foto: Gleybert Asencio

Él, un comisario de 47 años, integrante del Ministerio de seguridad que llegaba a la casa, dejaba la pistola encima de la mesa, se bañaba, y luego se metía en su cama. 


“Me dijo que si quería un masaje, que podíamos usar el gel de mi mamá. Yo le dije que no, pero no me escuchó. Enseguida lo tenía atrás a mis espaldas. Yo me quedé inmóvil y no sabía qué hacer y después vi su guevo parado. Con una mano me tocaba el culo y con la otra se hacía la paja. Era interminable (...) Me lanzó hacia abajo y con la otra mano ya me había bajado las pantaletas y los shorts hasta la rodilla y me subió la franelilla. Yo me quedé sin moverme pero comencé a sentir el temblor en mi cuerpo”, contó una de las actrices interpretando a la víctima.

Foto: Gleybert Asencio

Ella padeció no sólo el abuso de su tío, sino los cuestionamientos de su familia cuando confesó todo y además los de las autoridades cuando fue a denunciar, quienes la revictimizaron.  


La hija defendía a su papá. No concebía cómo podía haber abusado de su prima. La esposa del funcionario tampoco creía la historia de su sobrina, cuestionaba cómo podían hacer esas acusaciones cuando el tío era como un padre. En contraparte, la policía, pedía que repitiera la historia una y otra vez, sugerían que ella mintiera con detalles en la historia como su edad.

Foto: Gleybert Asencio

“Conviene que digamos a los 11, hay que exagerar un poco; total los efectos son los mismos. ¿Qué cambia un año más o un año menos si igual te violaron? Ah no, cierto que no te habían violado… Entonces, ¿por qué estás acá?, ¿cómo era tu nombre? Cierto que fue casi una violación, faltó casi nada (...) Los jueces son contundentes con las violadas, más si son niñas, pero por unos dedos o una tocada dudo que le den más que una suspensión de juicio a prueba. Pero bueno, algo conseguiremos”, se escucha decir a un funcionario, quien minimizó la denuncia además de revictimizarla, solo porque el abuso no contempló que el hombre metiera su pene en la vagina de la adolescente, cuestionando por qué volvía cada verano, lo que en realidad es un reflejo de lo que viven muchas mujeres cuando denuncian casos como éste, siempre señaladas por desde cómo iban vestidas al ocurrir los hechos, hasta por qué estaban solas por las calles. 

Foto: Gleybert Asencio

Grey Escalona, Jeska Lee Ruíz, Marisela Montiel, Rossana Hernández y Stephanie Cardone Fulop, son el grupo de mujeres que interpretan esta historia, una que resulta muy acertada en el contexto hostil que viven las mujeres en el país, pero también en muchas naciones del mundo. 

Foto: Gleybert Asencio

En 2017 se desencadenó todo un movimiento al que llamaron Me Too, en el que las mujeres denunciaron mediante las redes sociales distintos casos de violencia y abuso. En el caso de Venezuela, el movimiento se vio en 2021, y se traduce no solo en la falta de justicia sino una de las pocas formas que encontraron las mujeres ante la falta de formación en materia de género que prestan los funcionarios cuando atienden a una víctima de violencia o abuso. Esto según explicaron en ese entonces movimientos feministas y diversas ONG, acuñando el contexto a la falta de confianza en el sistema judicial

Foto: Gleybert Asencio

El Centro de Justicia y Paz ha señalado en varias ocasiones que el femicidio es el último paso de un ciclo preexistente de violencia. Y es así como no a todas les dio tiempo de hacer su denuncia, de alzar la voz, de volver cada verano. 


Rossana Hernández dice que aceptó este papel porque le dio la posibilidad de ser una voz para las que no son escuchadas o son revictimizadas. Comentó que escenificar teatralmente esta historia “es ponerla bajo la lupa, someterla a discusión y contribuir con su difusión”. “Esta es una poderosa manera de comunicar, porque es una experiencia intensa, vivida, emocional y sensorial. Pero más que alzar la voz, pienso en el teatro como una muy efectiva herramienta de diálogo”.

Foto: Gleybert Asencio

“Las cifras de violencia contra la mujer son escalofriantes y parece que nuestra sociedad todavía no encuentra una forma de detener esta desgracia. Solo nos queda hablar, aunque se nos venga el mundo en contra. Actuamos como si fuera un problema que involucra solo a la víctima o su familia, pero realmente, es una responsabilidad de todos. Una sociedad apática es también permisiva, por tanto, responsable de que ocurra, y este tipo de violencia puede alcanzarnos en cualquier momento. Esto no debería ocurrir, nadie merece ser violentado ni abusado. Si le pasa a una es porque puede pasarnos a todas”, comentó la actriz.

Foto: Gleybert Asencio

Stephanie Cardone confesó que siente libertad cada vez que interpreta esta obra. “Es hablar por muchas que no han podido ya sea por miedo, vergüenza o están muertas”, y por esto cree que el arte también es una forma de denunciar hechos como los que expone la pieza.. 


“Desde nuestro espacio le ponemos la lupa a una problemática que nos involucra a todos, lo traemos a la tablas para familiarizar, educar, confrontar, abrazar, transformar de alguna manera al público sobre este o cualquier tema”, agregó.

Foto: Gleybert Asencio

Por qué volvías cada verano se transforma, en el contexto actual. en otra voz que denuncia, que llama a la reflexión, a no normalizar la violencia. Pero esta es una pieza que no solo habla de las mujeres, sino de todos como sociedad, del cuidado de las familias hacia los niños, niñas y adolescentes, quienes también sufren abuso, muchas veces silencioso por no entender lo que está ocurriendo. 


La directora de la obra, Elisa Castillo, explicó que en esta (su versión) para poder adaptarla de libro a guión para teatro, redujo considerablemente el texto, buscando “ser lo más concreta posible” ante lo adverso de la temática. “Tomé lo que en esencia me ayudaba a contar lo que yo quería. En el libro participan más personajes, más lugares, pero yo tomé lo necesario. Después el texto se fue trabajando en el proceso de construir toda la obra”. 

Foto: Gleybert Asencio

Castillo indicó que al elegir a las actrices, pensó que debían ser mujeres en las que confiara. “Estoy entrando en el mundo de la dirección y quería trabajar con mujeres con las que ya había trabajado. 


La dirección llevó al grupo de mujeres a estar descalzas durante todas las escenas y Castillo confesó que siempre busca que el actor o la actriz esté en “el aquí y el ahora”. “Puede ser muy simbólico estar parado con los pies sobre la tierra. Es lo que necesitamos para poder afrontar este tema. Dejar de pensar que es algo lejano, ajeno a nosotros, cuando en realidad puede ser mi hermana, mi abuela, mi vecina”.

Foto: Gleybert Asencio

“Tenemos los medios tradicionales, la fiscalía, los policías, hasta las redes sociales para denunciar, pero para mi el teatro es una de las formas más significativas que he encontrado para hacer. Representa una vía más abierta en el contacto con el espectador porque necesitamos que escuchen. El espectador sale de su zona de confort, viene hasta un teatro para ver una obra, toda esa voluntad que reúne para ver el trabajo es un trabajo ganado porque tienes quien te escuche”, sentenció la artista, quien en 2021 participó en el Festival de Jóvenes Directores del Trasnocho Cultural con la pieza Blackbird, que también aborda el tema del abuso, pero desde otro punto de vista. 


Por qué volvías cada verano se estrenó el pasado 2 de junio y estará en la cartelera del Trasnocho Cultural hasta el 11 de este mismo mes.

Foto: Gleybert Asencio