Una primera fotografía

Fecha de publicación: 11-dic-2013 22:41:33

A primera hora del 15 de octubre, la mayoría de los alumnos de tercer grado están emocionados, pues esa mañana visitarán la preparatoria del Salva. Algunos se ven realmente interesados, otros simplemente se alegran por la idea de perder unas cuantas horas de clase regular, pasando por algunos pocos que parecen estarse cayendo del sueño.

La primera clase transcurre de forma muy lenta, todos deseando que los lleven a pasear, o mejor dicho conocer la que dentro de poco será su escuela. No ocurre nada por unos cincuenta minutos, así que siguen a la espera de que alguien los rescate del aburrido martes por la mañana. Sentados en los mesabancos, jugueteando con un lápiz, distraídos en sus musarañas, hasta que por fin les indican que la hora de la verdad ha llegado. Se forman todos en fila india, rápidamente, para poder escapar de la secundaria. Y se dirigen en orden al salón que les corresponde.

Desde que entran al aula se quedan maravillados por lo que, para otros un poco mayores, es ya una costumbre o una pesadilla. Todos escogen un asiento que esté en la parte de arriba, pues para los alumnos de secundaria es sorpresa la arquitectura de estos salones. Así comienza la clase.

Entra el primer profesor, que se presenta ante todos como Arturo Rangel, del departamento de Psicología. Empieza a hablar del futuro, del éxito, del fracaso, de la escuela, el estudio, los negocios… Unos cuantos se abruman, otros se ríen al pensar en el porvenir, que se les antoja tan lejano. Después de todo, sólo tienen catorce años, ¿verdad? El maestro también pregunta quién ha decidido ya qué va a estudiar. El grupo tiene médicos, arquitectos, escritores y de todo un poco. Después aplica un examen vocacional, que a al grupo completo parece emocionar.

Tras el receso, retornan los jóvenes al salón, encontrándose con la titular de Química, Domitila Jiménez. Regresan a sus lugares, y ella empieza a hablar, haciendo preguntas ocasionales acerca de los conocimientos de los alumnos en la materia. Les dice que realizarán un experimento sencillo; en ese momento la audiencia se desordena de nuevo. La maestra Domi vierte un trocito de sodio en agua y ésta se convierte en algo diferente. Sale un vaporcillo blanco del vaso de precipitado y todos se emocionan. Entonces ella explica que, ahora que la sustancia es alcalina, se le tienen que agregar unas gotas de ácido para hacerla neutral. Lo hace, y para comprobarlo agrega fenolftaleína a la sustancia. La clase se emociona aún más al descubrir que el líquido ha cambiado de color. Todos quisieran seguir viendo, sin embargo la campana los obliga a salir.

En el siguiente y más largo recreo, no hay mucho qué hacer, más que sentarse entre una masa de adolescentes bastante altos y esperar no ser pisados. Cuando toman asiento de nuevo en el salón, llega otra docente, desconocida para ellos. Se presenta como Liliana Valenzuela y empieza a hablar acerca de su materia, que consiste en formar una empresa o negocio. Les comenta que dentro de poco tendrán que hacer una elección importante: a qué se van a dedicar. Dice que el futuro está ya muy cerca y tienen que decidir qué es lo que harán con sus vidas. A algunos esto los asusta, otros ni siquiera lo toman en serio, pues para ellos el tiempo pasa muy lentamente y creen que el mañana está a una eternidad de distancia. Los emociona a otros pensar en que ya casi llegan a la edad adulta, a la libertad… La maestra también explica que en su materia tendrán que innovar con ideas que les gusten y crear su propia empresa. La clase continúa por un rato más, hasta que el timbre interrumpe y los alumnos salen nuevamente del aula.

Al regreso de los estudiantes, el enseñante en turno, Salvador Báez, les pide que

guarden silencio. Es un hombre curioso y amable, y después de presentarse pasa lista. Les comenta que estudió filosofía y su materia es Cívica y Ética. En el pizarrón se proyecta una tabla. Él indica que la actividad consiste en llenar esa tabla con lo que consideren más importante en el mundo. Se escribe de todo: felicidad, inteligencia, honestidad, etcétera. Cuando los alumnos terminan, les dice que lo más importante del mundo son las personas. Ellos se dan cuenta en ese momento que sin personas los valores tampoco existirían. El profesor continúa diciendo que las ciencias como la Historia, la Literatura y otras más se centran en las personas y no en los números. Les explica que en esta escuela lo más importante son las personas. Los estudiantes.

Al finalizar la clase, salen todos los jóvenes y son dirigidos al Aula Magna. Cuando entran se encuentran con Leonardo Gutiérrez, el responsable de Avance Institucional, quien les solicita amablemente que se sienten en el lugar que prefieran. Él vuelve a mencionar el tema del futuro, de la importante decisión que es elegir una prepa y una universidad. Les pide que imaginen que están graduándose, que acaban de concluir el proyecto Salvatierra. Se apagan las luces y en la pantalla se observa una presentación con fotos y recuerdos de una generación; algunas imágenes son graciosas, otras son emotivas, pero en cada una se aprecia el compañerismo, la alegría de estar todos en este centro educativo. La presentación termina con las fotos de su graduación, el inicio de la siguiente etapa de su vida. El momento en el que tendrán que aplicar los conocimientos y valores que obtuvieron en su escuela.

Finalmente, Leonardo les dice a todos lo importante que es para la institución que se queden aquí. Hace entrega de camisetas hechas a la medida de cada uno, con la leyenda de “Estoy preparado. 100% Salva”. Y entonces se realiza la toma de una primera fotografía de los alumnos que podrían ser la quincuagésimo séptima generación de la preparatoria del Salvatierra.

Vista del patio de la Escuela Preparatoria del Instituto Salvatierra.

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