Versos malditos

Fecha de publicación: 24-dic-2014 15:45:32

Personajes:

    • Víctor
    • Escribano
    • Andrea
    • Kelvin
    • Mesero
    • Gerente

El 4 de abril de 1931, en el parque de Santa Clara, en el puesto de un humilde escribano, un individuo muy bien parecido se acerca solicitando su servicio.

ESCENA I

VÍCTOR: ¿Estás ocupado?

ESCRIBANO: Nací ocupado, vivo ocupado y moriré ocupado. Pero ya qué, ¿Qué puedo hacer por ti?

VÍCTOR: (Tono sarcástico) Dame tres docenas de huevos. (Se carcajea) No seas tonto, eres un escribano ¿Qué más se me va a ofrecer? Necesito que escribas algo.

ESCRIBANO: Exacto, soy un escribano, no un espectador de una comedia barata. Ahórrate tus chorradas. Ahora dime, ¿Qué necesitas que escriba?

VÍCTOR: (Masajeándose el mentón) Verás, ne-cesito conquistar a una linda chica, pero es complicado, ya que está comprometida.

ESCRIBANO: ¿Entonces son composiciones po-éticas lo que necesitas?

VÍCTOR: Si, si esas cursilerías que tanto les gustan a las mujeres.

ESCRIBANO: Bueno, háblame de ella, necesito inspirarme.

VÍCTOR: (Se emociona) ¡Uff…! Tiene unas caderas que harían que un sacerdote se arrepintiera de serlo. Tiene unos senos increí…

ESCRIBANO: A ver, a ver. No calientes el cuadro, ¿Va? Me refería en cuanto a personalidad. ¿Cómo es? ¿Hay algún aspecto característico de su persona que te llame la atención? ¿Por qué te enamoraste de ella?

VÍCTOR: ¡Qué más da! Es buena gente, algo ingenua e ilusa, pero buena. En fin, espero que eso sea suficiente para que te inspires y escribas algo bonito, me tengo que ir. Pasaré por el poema mañana ¿Vale?

ESCRIBANO: ¿Pero qué dices? ¡Eso no me basta para escribir al respecto, necesito más!

VÍCTOR: Confórmate que te pagaré mejor que tus otros clientes pobretones. Hasta luego ,que tengo prisa.

ESCENA II

(El escribano se encuentra charlando con su novia en un café. Cuatro parejas se ven en el fondo en sus respectivas mesas).

ANDREA: ¿Qué pasa amor? Estás distante.

ESCRIBANO: Estoy muy atareado. Kelvin Méndez se lanzó de candidato para presidente municipal y me pidió un discurso para el jueves. Por si fuera poco, un adinerado engreído me solicitó un trabajo importante para mañana.

ANDREA: (Suspira cabizbaja) ¡Humm…! Qué nuevas.

ESCRIBANO: Gajes del oficio, amada mía. Pero no te preocupes, verás que cuando publique mi poemario en unos meses tendremos tanto dinero que me tomaré unas vacaciones y solo me dedicaré a pasar más tiempo contigo, amor.

ANDREA: Eso dijiste la última vez y tus obras solo sirven para llenar almacenes.

ESCRIBANO: Si la falta de cultura de la gente de esta ciudad es mi problema, llámame culpable, pero esto en lo que estoy trabajando es más grande. Una obra de arte excepcional en la que plasmo mi alma. Sin duda me llevará a ocupar un lugar en las páginas de los libros de literatura. (Alzando la mano) ¡Mesero, la cuenta!

ANDREA: ¿Ya nos vamos? Pero si recién llegamos…

ESCRIBANO: Sí, pero tengo que terminar unos escritos. Lo siento mucho, en realidad estoy muy ocupado.

ANDREA: (Enfadada) No importa, qué más da… Te esperaré en el automóvil. (Sale disgustada).

(Llega el mesero y le entrega la cuenta).

MESERO: Problemas con la pareja ¿Eh?

ESCRIBANO: (Suspira) Ni que lo digas.

MESERO: No se preocupe, le aseguro que todo se arreglará. (Se va).

ESCRIBANO: (Reflexionando) Esperemos… (Dice para sí mismo. Deja dinero sobre la mesa y sale).

ESCENA III

(En el puesto del Escribano, una mesa, varias hojas en blanco apiladas y un bolígrafo).

VÍCTOR: (Llega y le tira un sobre) Aquí está tu dinero, ahora ¿Dónde está el poema que te encargué ayer?

ESCRIBANO: Si me dieras un poco más de tiempo, lo mejoraría porq…

VÍCTOR: No importa, dame lo que tengas.

ESCRIBANO: Se nota que eres un amante del arte. Aquí está. (Le entrega una hoja de papel).

VÍCTOR: (Lo ojea rápidamente) Perfecto. Necesitaré otro para mañana.

ESCRIBANO: (Alza la voz) ¿¡Para mañana!? Tengo que hacer un discurso para el candidato a la presidencia y es un fiel amigo mío.

VÍCTOR: ¿Kelvin Méndez? ¿Cuánto te pagará ese viejo corrupto?

ESCRIBANO: Mil pesos.

VÍCTOR: ¡Lo doblo! Pero lo quiero para mañana. ¿Entendido?

ESCRIBANO: ¿Y qué esperas que le diga? Kelvin es muy cercano a mí y no pretendo decepcionarlo. Además, creo que estamos de acuerdo en que es más importante una carrera política que un amorío.

VÍCTOR: ¿Te pagan para que le digas a la gente qué es más importante también? Te daré el triple, última oferta. Tómalo o déjalo.

ESCRIBANO: Pero…

VÍCTOR: ¿Nunca has mentido en tu vida? Dile que tienes un bloqueo creativo o qué sé yo.

ESCRIBANO: Está bien… (Bajando la mirada).

(Víctor sale y el escribano abre el sobre. Se sorprende por la cantidad de dinero).

ESCRIBANO: (Para sí mismo) ¡Genial! Con este dinero podré invitar a Andrea al restuarante más caro de la ciudad. Así compensaré el haber estado tan distante últimamente. Será una agradable sorpresa, a ella le encanta que sea detallista.

ESCENA IV

(Restaurante La Joya. El escribano, disgustado, espera impaciente en una mesa. En el fondo se observa una familia de cuatro, papás y dos hijos elegantemente vestidos; también hay dos parejas, una en una mesa a su izquierda y la otra a la derecha).

ANDREA: (Entra apresurada) ¡Lo siento! Se me hizo tarde, me encontré a Julieta en la calle y me sacó plática.

ESCRIBANO: ¿Julieta? ¿Quién es ella?

ANDREA: (Nerviosa) Sí, tú sabes, nuestra compañera de la preparatoria. Solía ser muy amiga de tu prima Montserrat.

ESCRIBANO: ¿No se había mudado a Chile cuando contrajo matrimonio?

ANDREA: (Titubeando) Fu... fue lo que me sorprendió a mí también. Acaba de regresar… Por eso mi impuntualidad, quería ponerse al día.

ESCRIBANO: Mmmh…, bueno, no importa. Lamento decirte que nos tenemos que ir, la reservación está a punto de expirar y tengo mucho trabajo pendiente.

ANDREA: En verdad lo siento. El tiempo se me pasó volando, no fue intencional.

ESCRIBANO: No te preocupes, no importa, solo quería que nos diéramos un lujo, pero al parecer no me dejas consentirte.

ANDREA: (Alzando la voz) ¡Actúas como si lo hubiera hecho a propósito! ¡Eres tan insensible! Yo siempre te tengo paciencia e intento comprenderte. ¿Tan solo esta vez me equivoco y me lo echas en cara? (La familia y las parejas los observan despectivamente).

ESCRIBANO: Ya vámonos Andrea, estás haciendo una escena y no quiero discutir más. Estoy harto de contar los minutos que me haces perder. Tengo que terminar los textos.

GERENTE: ¿Podrían hacer el favor de retirarse o bajar la voz? Están asustando a los otros clientes…

ANDREA: (Mirando con desprecio a el escribano) No se preocupe, ya nos íbamos. (Se levanta y corre hacia la salida)

ESCRIBANO: (La sigue) ¡Andrea!

ESCENA V

(Al día siguiente el escribano se encuentra platicando con un hombre uniformado).

KELVIN: ¿Qué dices?, ¿un bloqueo de autor? No puede estar pasando esto. ¿Qué se supone que diré en la campaña presidencial ahora?

ESCRIBANO: Lo siento mucho, en serio. No sé qué me está pasando, amigo; no suele ocurrirme esto… Casi siempre las palabras me fluyen como agua en un río.

(Víctor entra en escena)

VÍCTOR: (Interrumpiendo la conversación) ¡Escribano! ¿A que no sabes qué? Tus poemas están dando resultados. Ayer salí con ella y me fue de maravilla ¡Si tienes novia de seguro te ha de amar! Eso de hacerme poemas en un día es increíble. Tienes un don, camarada. Necesito saber de dónde sacas la inspiración (Voltea a ver a Kelvin y esboza una pícara sonrisa). ¡Oh, lo siento! ¿Inte-rrumpo algo?

KELVIN: Así es. Pero continúa, no te preocupes.

VÍCTOR: Discúlpenme por mi intromisión. (Voltea a ver al escribano y le entrega un sobre blanco). Aquí está tu dinero. Ahora ya, para dejarlos en paz y que sigan con sus asuntos, necesito pedirte un último soneto. Éste es ligeramente más complicado, ¿sa-bes? Pero no creo que sea problema para ti tenérmelo listo mañana. Lo que vas a hacer es un soneto de despedida. Verás: mi amante piensa que escribo muy bien, y me pidió una carta para ya dejar de una vez por todas al ingenuo de su novio. No me falles, te espera una gran recompensa. (Guiña un ojo y se va).

KELVIN: ¿Conque bloqueo creativo, eh?

ESCRIBANO: (Tartamudea) Mi… mira, lo que pasa es que…

KELVIN: (Interrumpe y levanta la voz un poco) ¡Lo que pasa es que creo que es más importante el dinero para ti que hacerle un favor a un viejo amigo! No me lo esperaba de ti. Me has decepcionado.

ESCRIBANO: Kelvin…

KELVIN: (Indignado) No te preocupes, escribano, a cada quien su santo. Ya veré qué se me ocurre. (Deja la escena, cabizbajo).

ESCRIBANO: (Reflexionando) ¡Maldición!, últimamente nada me sale bien. Acabo de perder a Kelvin, uno de mis únicos amigos, y mi relación no podría estar peor. Tengo que hacer algo al respecto.

ESCENA VI

(Sentados en el comedor de su casa, Andrea y el escribano se encuentran comiendo, callados).

ANDREA: (Soliloquio) La llama de esta relación se desvaneció hace tiempo, ya ni siquiera tenemos tema de conversación. Creo que sus trabajos son más importantes que mantener vivo el sentimiento que una vez nos mantuvo unidos. Recuerdo cuando era su musa y me escribía poemas para conquistarme, ahora solo les escribe a desconocidos.

ESCRIBANO: (Soliloquio) Solo uno más, vamos, uno más y tendré el tiempo para arreglarlo todo con Andrea. Sé que siente el tedio, que me mira y ve una decepción constante. Sé que aún hay esperanza de enmendar la relación. ¡Esperanza! ¡Ésa es la rima que necesitaba para el soneto!

ANDREA: (Continúa en su soliloquio) No puedo evitar sentir desprecio hacia esa mirada perdida entre versos. (Lo voltea a ver).

ESCRIBANO: (Siente la mirada de Andrea) ¿Por qué me ves así, Andrea?

ANDREA: No, por nada. Creo que simplemente me dejé llevar por mis pensamientos. Estoy un poco cansada. Me iré a dormir. Buenas noches. (Deja la escena).

ESCRIBANO: Buenas noches, terminaré este soneto y en un segundo te alcanzo.

ESCENA VII

(Llega Víctor muy formal al puesto del escribano).

VÍCTOR: ¿Cómo te fue con ese último encargo?

ESCRIBANO: Quedó mejor de lo que pensaba, superó mis expectativas. La verdad es que a veces me sorprendo.

VÍCTOR: Bueno, dámelo, que el tiempo es oro.

ESCRIBANO: Si, pero hablando de oro… ¿Y mi paga?

VÍCTOR: Si, sí, aquí está. Fue un placer hacer negocios contigo. Tengo que ir a empacar que hoy me marcho con mi amante. Jamás te volveré a molestar.

ESCRIBANO: Adiós y buena suerte.

(Víctor deja la escena apurado).

ESCRIBANO: (Pensando) Llegó el momento de arreglarlo todo. Con este dinero sorprenderé a Andrea con un hermoso ramillete de rosas blancas. Sus flores favoritas. Creo que me daré un merecido descanso de la labor de escribano para terminar por fin mi libro y estar con mi amada. Eso la hará muy feliz, y su felicidad es mi mayor prioridad. Andrea volverá a verme con esos ojos de amor y ternura, como cuando recién nos conocimos.

ESCENA VIII

(Llega el escribano a su hogar con el ramillete de rosas blancas).

ESCRIBANO: ¿Andrea? ¿Estás ahí? ¡Te traje un regalo! (Ve una carta sobre un escritorio) ¡¿Andrea?! (Pierde la tranquilidad. Abre el sobre y deja caer el ramillete de flores.

Lee)

“Lamento arrastrarte con mis cadenas,

Lamento si tu corazón destrozo.

Hacer esto no me provoca gozo

Sino la más terrible de las penas”.

ESCRIBANO: (Gritando y comenzando a llorar) Esto debe no puede ser verdad… ¡Éstos son los versos que escribí ayer! (Continúa leyendo).

“Sigo sin saber quien tuvo la culpa

si tú, por depositar tu confianza

o yo, por dejarte sin esperanza

Como fuese, te pido una disculpa.

“De mí ya no volverás a saber

no te molestes más en escribir

que tus cartas no las he de leer.

“Recordando el ayer puedo decir

que a pesar de este dolor en mi ser,

aún deseo verte sonreír.

“Disculpa por la manera en la que pasaron las cosas. No pretendía dejarte así, pero conocí a un hombre que me dedicaba el tiempo que tú solías dedicarme. Es un hombre que solo busca lo mejor para mí. No debes preocuparte, estaré en buenas manos. Nuestra relación se vio minada por la costumbre y la monotonía. Por eso debo dejarte, seguir un sendero ajeno al tuyo…”.

(Hablando para sí) ¿Así es como todo termina? ¿Una cuchillada fría a mi corazón provocada por mis tajantes palabras? ¿Fui yo el verdugo que sentenció mi muerte? ¡Qué desdicha la mía! De tantos pesares que existen en el mundo, soy víctima del peor. No solo perdí a quien le brindaba felicidad a mi vida, sino que ayudé al culpable de esta pena. Fue mi inspiración la que la sedujo a las finas redes tejidas con mentiras y engaños de ese patán. ¿Cuál es el punto de seguir con la vida que me dio la espalda de esta manera? La agonía se apodera de mí (iracundo, golpea el escritorio, rompiendo un florero). Este dolor será mi féretro. (Abre un cajón, extrayendo una hoja de papel y un bolígrafo. Comienza a escribir exaltado) “Querida, èsta será mi despedida, el último soneto de mi vida. Para éste tú no fuiste la inspiración, sino la terrible aflicción que me corroe. Espero lo disfrutes…”. (Toma un revólver de su cajón y se suicida).

ESCENA IX

(En la rústica estación de tren de la ciudad, sentados en una banca esperan Víctor y Andrea su transporte. También, sentados en una banca, esperan cinco personas a su izquierda, uno de ellos leyendo el periódico y otras cinco a su derecha. En la cara de Andrea se delata angustia).

VÍCTOR: ¿Por qué traes esa cara, cariño? ¿Estás preocupada por el perdedor aquel?

ANDREA: No sé si lo que hicimos está bien… No creo que haya sido la mejor manera de dejarlo…

VÍCTOR: Era la única salida. Deja de vivir en el pasado, teniendo un futuro tan prometedor que nos espera.

ANDREA: Tal vez tengas razón, Víctor. Con todo este alboroto no he tenido tiempo de pensar las cosas. Yo que tú compro nuestros boletos antes de que cambie de opinión (sonríe).

VÍCTOR: Ya los compré, deben de estar por aquí… (al pretender Vìctor sacar de su maletín los boletos para abordar el tren, una hoja cae al suelo, llamando la atención de Andrea) Sí, aquí están (zarandea eufóricamente los boletos).

ANDREA: Dejaste caer esto. (Levanta la hoja del suelo y la analiza con detenimiento).

VÍCTOR: No es nada, dámelo. Son sólo papeles del negocio.

ANDREA: Llámame paranoica, pero eso parecía estar escrito por mi prometido.

VÍCTOR: (Alza la voz, desesperado) ¡¿Qué?! ¡Estás loca! ¿Cómo puede cruzarte eso por la cabeza?

ANDREA: Creo que el paranoico es otro.

VÍCTOR: ¿Acaso no confías en mí?

ANDREA: Ése, precisamente, fue mi error, confiar en ti. (Llora desconsoladamente y alza la voz) ¡No puedo creer que esto me esté pasando a mí! ¡Fueron sus palabras las que me conquistaron, no tuyas! ¿Cómo pude ser tan tonta como para no sospecharlo? ¿Cómo planeabas seguir con esta mentira? No puedes fingir ser otra persona para siempre. ¡Eres un monstruo! (Abandona la escena corriendo).

ESCENA X

(Andrea entra despavorida a su hogar para encontrarse con el cadáver del escribano. Al verlo su voz se entrecorta, dejando escapar un leve gemido).

ANDREA: (Toma el cuerpo inerte del escribano) ¡Amor! ¡No puedes estar muerto, no me dejes por favor! ¡Maldición! ¡Todo esto es mi culpa, fui tan estúpida! ¡Por favor perdóname, te lo ruego, no me puedes dejar sola…! ¡Perdón por haberte abandonado y por creer en las palabras vacías de aquel impostor! (Voltea a la derecha, mira el ramo de rosas) ¿Me habías comprado rosas blancas? Sabías que eran mis favoritas… ¡Me conocías tan bien y te pagué con esta traición! ¡No puedo verte así! (Toma las rosas y cae una carta al suelo) ¿Qué es esto? ¿Un poema? (La abre y comienza a leer):

“¿Fui el verdugo de mi propia sentencia?

Con el corazón roto, me pregunto.

tomo el arma y a mi cabeza apunto

eliminando mi triste existencia.

“Dejo el mundo que me negó clemencia

sin dejar pendiente ningún asunto.

Nadie recordará a este difunto

que pereció del dolor y demencia.

“Perdí mi inspiración con su partir

se llevó la belleza y la virtud

dejando atrás deseos de morir.

“Hoy terminará esta esclavitud,

la agonía que me ha de destruir,

morirá conmigo en el ataúd”.

(Al terminar de leer, Andrea rompe en llanto y cae en sus rodillas, tapando con sus manos su rostro. El escenario se oscurece y una luz tenue la ilumina).

TELÓN

(Cuarto semestre de preparatoria, 2012)