Calavera al personal de la prepa del Salva

Desde su oficina cómoda

planes y planes hacía

el profesor Jorge Ochoa

de al Salva mudar un día.

A su lado Alejandrina

recontaba los centavos

y buscaba materiales

que no salieran muy caros.

Un piso arriba Rufina

y Carlos, subdirector,

se inspiraban e inspiraban

por una prepa mejor.

Domitila y el buen Teutli

renegaban de los profes

porque entregaban muy tarde

exámenes y reportes.

Los prefectos recorrían

patio, canchas y pasillos,

buscando alumnos pinteros

y un que otro despistadillo.

Pero allá con los maestros

todo fue gran conmoción,

pues los sorprendió la Parca

pa llevarlos de un jalón.

Los totopos y la salsa

a Hugo le arrebató,

y a Leonardo de la tele

le quitó el controlador.

Cerró la laptop de Nora,

tiró el sándwich de Liliana,

y arrasó con Celia y Vicki;

Silvia y Rangel ya lloraban.

A los dos coordinadores

se los colgó de su brazo,

y le desconectó el módem

¿a quién creen?: al profe Carlos.

No la conmovieron lágrimas

ni de Paulo ni Vicente,

recorrió las oficinas

y las limpió de repente.

De las aulas sacó a Miriam,

a Artemisa y a Raquel,

a Pilar, Lluvia y Marcela

y de paso a Mohamed.

Tampoco se le escaparon

las teachers (las del inglés),

ni Verónica, ni Claudia,

ni los profes de la fe.

Dicen que dos años antes

de estrenar su campus nuevo,

en preparatoria al menos

el Salva quedó desierto.

2015