La cuenta de tu ausencia

Pasan los días, madre,

y empiezo a caer en la cuenta

de tu ausencia.

Recorro las calles

en una angustia creciente

porque no oiré de nuevo

tu voz al teléfono,

ni me envolverás en tu abrazo

cada vez que regrese

a nuestro antiguo hogar;

ni tus palabras me llenarán de luz

para las noches oscuras.

No tendré más tus consejos

de que me porte bien

y sea amable,

de que coma a mis horas,

me abrigue por completo,

me proteja del sol

y cuide mucho al Gorki.

No volverás a compartirme

tus recuerdos y lecturas,

ni tus preocupaciones

por el ciclón que se acerca,

ni me preguntarás

si escuché el noticiero.

No me llega aún el llanto, mamá,

sólo empiezo a caer en la cuenta

de tu ausencia.

Julio de 2015