Un susto fugaz

Fecha de publicación: 01-nov-2018 5:28:01

Desperté de repente. No recuerdo qué fue lo que me sobresaltó. En los instantes previos me encontraba profundamente dormido.

Aún tenía frescos los últimos segundos de mi sueño. De regreso a mi casa de infancia y adolescencia (pero ya en mis años de adultez), nos encontrábamos fuera mi hermano Raúl y yo. Él disfrutaba, divertido, con la arena, enterrándose en ella, como lo hacíamos de niños cuando nuestros padres nos llevaban a las playas de la laguna y gustábamos de rodar por los cerros voladores. Sentado en el escalón de la puerta principal, yo lo observaba reír, sin participar de sus juegos, pero feliz de verlo contento.

Aún somnoliento, miré hacia la ventana de mi cuarto. La cortina estaba corrida. La luz del sol se apreciaba. Tomé el celular, para consultar la hora: 5:50.

¡Van a ser las seis!, me dije, y de un salto me puse en pie. De momento no atinaba a saber en qué día me encontraba. Miraba a todos lados, indeciso sobre qué pasos dar.

¡Jueves! Por fin las ideas empezaban a aclararse en mi mente. Y torrentosos me llegaron los pendientes de la fecha: ¡la fiesta de Día de Muertos en la escuela!, ¡la clase que debía dar en la preparatoria a las 7:10!... ¡Tenía poco más de una hora para prepararme y salir veloz al trabajo!

Corrí a descolgar la camisa del uniforme, para plancharla rápidamente. Pero no encontré nada en el tendedero.

Me detuve en seco y empecé a atar cabos. Miré el cielo... No veía el amanecer, sino el anochecer.

Había regresado temprano de la escuela, como pocas ocasiones, y con escasas tareas urgentes me había dedicado las dos horas siguientes solo a dormir. Era miércoles por la tarde.

Las clases en la preparatoria y la fiesta del Día de Muertos aún esperarían un poco más.

(2018)