Calaveras de 2018

Prof. Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar

Aquí, las calaveras escritas por mis alumnos.

CALAVERA AL SEGUNDO A

¡Es que nunca se sentaban

esos del Segundo A!

En un santiamén los niños

se empezaban a parar.

CALAVERA AL SEGUNDO B

Niños del Segundo B

silencio nunca guardaban;

eran unos platicones,

que la boca no cerraban.

No bien lograban callarlos

volvían de nuevo a hablar,

cual si no hubieran tenido

tiempo para platicar.

Los maestros, angustiados,

al ver pasar las semanas:

ante tanta algarabía,

no avanzaban sus programas.

No les quedó más remedio

que suplicar a la Muerte

que viniera por los niños,

les hiciera ver su suerte.

La Calaca despiadada

una mañana llegó

y al asomar la cabeza

a Villicaña asustó.

Alfaro peló los ojos,

Sally comenzó a llorar,

Jazel le lanzó sus lentes,

Beltrán empezó a gritar.

Nahomy intentó correr,

quiso ocultarse Samantha,

Ian y Derise rogaban

que no los viera la Parca.

Bruno y Javier la ventana

abrirla nunca pudieron;

Héctor y Daniel debajo

del pupitre se escondieron.

Les ganó la temblorina;

a Reyes, Ana y Ricardo;

sus travesuras pararon

los dos amigos Leonardos.

Frotó manos la Tilica

cuando divisó a Zapata;

y a Hugo y a Sebastián

se los llevó de las patas.

A toditos los jaló

y los profes muy felices;

ahora, después de clases,

ya no se les mira tristes.

CALAVERA A LOS MAESTROS

DE LA PREPARATORIA

Ahí se encontraban los profes,

la función ya preparaban

del festejo de los muertos,

los detalles ultimaban.

Coordinaban en la prepa

Arturo, Aarón y Flor,

en sus hombros recaía

el trabajo por mayor.

Ya habían alborotado

a la de inglés teacher Mara,

que entonara la Llorona

y con su voz deleitara.

Preparaban sus altares

apurados, los alumnos,

soñaban ganar el rally

y querían más y más puntos.

No escribía calaveras,

se escurría el profe Carlos,

aunque Huguiño cada día

lo llenaba de reclamos.

Berenice lamentaba

el calor en pleno octubre:

¿cómo, pan y chocolate

cuando el clima es una lumbre?

Otros profes, despistados,

planes traviesos hacían

de festejar Halloween

disfrazándose ese día.

No movían ningún dedo

algunos dos, tres limones;

solo atormentaban niños

con tareas a montones.

Pero, abusados, los chicos

a la Parca convocaron:

ellos ansiaban un puente

y así se lo explicaron.

Intensos gritos se oyeron

por toditita la prepa

cuando la Flaca arrastró

a los profes de la jeta.

Sin maestros a la vista

bailaron los monaguillos,

hicieron su propia fiesta

desde el jueves al domingo.

Mirando por la ventana

a diario Jaasiel y Emilio;

los demás muy sentaditos,

pero bien platiconsitos.

Otro, Liam Sebastián:

por el salón se paseaba

cuando el profe con sus cosas

ocupado se encontraba.

A Valero, Osuna y Gómez

les quedaba chica el aula:

andaban de acá pa’llá,

como pájaro en su jaula.


De Sarmiento no me olvido,

ese es un caso especial;

ayudar quería al profe

a su mochila jalar.

Les decía que había otros

que guardaban su lugar;

mas siempre buscaban chanza

de ponerse a conversar.

¡A Lía, Andrés y Antonio

no les paraba la boca!

Mas también Mariana y Karla

hablaban mucho a la sorda.

Calderón, Gracia y Molina

felices se la pasaban;

a su lado, divertidos,

González, Peinado y Ávila.

Jorge Emilio, Luis Arturo,

Juan Pablo y Ana Paola

en lo suyo siempre estaban;

¡hasta Viviana en la bola!

Pero un día la Calaca

al fin por ellos llegó,

se lo pidió el profe Carlos,

y todo eso se acabó.

CALAVERA A LOS MAESTROS

DE LA SECUNDARIA

Muy quitados de la pena

descansando se encontraban

de secundaria los profes,

cómodamente en su sala.

Veían televisión,

tomaban café y galletas,

disfrutaban de su lonche,

mas no faltaban las quejas:

Que los alumnos traviesos,

que los niños platicones,

que había que soportarlos;

aparte, tarea a montones.

Por acá refunfuñaban,

por allá querían llorar;

más acá un buen plan tramaban

para a algunos castigar.

Pero jamás sospechaban

que a los niños la venganza

ya los había llevado

a convocar a la Parca.

Y en uno de esos recreos

la Flaca se apareció

tras los huesitos docentes,

y a todos los sorprendió.

Con fuerte voz teacher Morgan

detenerla pretendió,

pero a él y a teacher Cuqui

a su costal los echó.

Su plática suspendieron

los profes Carlos y Silvia;

sus tacos no se comieron

José, Fernando y Cecilia.

Sobre la maestra Diana

la Tilica se lanzó;

y a las pobres Laura y Yeztli

de las greñas las jaló.

Luego se fue a prefectura,

también pasó a enfermería;

y buscando directivos

se subió hasta su oficina.

El profe Rubén lloraba,

decía: “¡No es mi hora!”;

tras su escritorio, escondida,

se encontraba la doctora.

Buena limpia hizo la Muerte,

los niños chocaron palmas;

ahora, por fin, los recreos

serán de largas semanas.