2.2 Maestros y discípulos: cómo elegir un buen profesor

Este es un tema sencillo y breve, pero rico en experiencia. La Universidad, dice Alfonso X, es ayuntamiento de maestros y escolares. Hemos hablado de la Universidad y de los alumnos. Ahora toca hablar de los profesores, pues sólo puede enseñar quien conoce y se preocupa por el otro. La experiencia universitaria implica necesariamente el saber encontrar, tener y seguir a grandes maestros. ¿Es esto posible? De hecho, los alumnos captan rapidísimo de quién pueden aprender y, sobre todo, un alumno reconoce a un auténtico maestro cuando nota que es tratado de un modo personal y cercano, por alguien que realmente sabe quién tiene delante, alguien que conoce o muestra interés por conocer tu modo de ser y que le preocupa tu futuro. ¿Cómo? Veámoslo.

Lectura de referencia: Juan Pablo Serra, "Guía de estudio".

Ejemplo explicativo. Ya sea profesor de Universidad, entrenador de boxeo, padre de familia o director de un taller, maestro es aquel que da su vida educando y que, a través de una amistad, testimonia una serie de certezas para que el discípulo llegue a ser todo lo que está llamado a ser. En Million Dollar Baby (Clint Eastwood, 2004), se transparentan bien todas las partes de esta definición, pues Frankie da su vida educando (no sólo da técnica o información, también su tiempo y sus contactos). Además, lo hace en una relación de amistad: a Frankie le importa su boxeador Willie, su estado de salud, su familia, el coche de su esposa (de hecho, hasta se excede protegiéndole). Pero, sobre todo, porque transmite a Willie una certeza, aunque no se lo diga de modo expreso. ¿Qué certeza? Que es un gran boxeador, que puede ganar el combate de los pesos pesados (el mismo Willie lo reconoce, "tú me lo dijiste: sólo tengo una oportunidad... tú ya me lo has enseñado todo").

Ejemplo explicativo. En Granujas de medio pelo (Woody Allen, 2000) reflexionamos con simpatía acerca de la relación educativa... en el matrimonio. Casada con un ladrón incapaz de robar con éxito en ningún lado, Frenchie tiene éxito con su negocio de galletas. Al hacerse rica, decide que “quiere ser alguien” y se embarca en el proceso de culturizarse, dado que hasta ese momento sólo había podido atender “a lo urgente”. Con gran sentido del humor, Woody Allen parodia los complejos de clase y nos muestra una suerte de anti-Pygmalion en la figura de un pedante y aprovechado marchante de arte inglés del que se enamora Frenchie, deslumbrada ante el lustre de la alta cultura. Sin embargo, con todo su acento y erudición, este tipo es incapaz de enseñar nada valioso a Frenchie... y, con ello, Woody Allen viene a demostrar que uno sólo educa cuando da lo que tiene. ¿Y qué puede ofrecer el erudito en cuanto erudito? Nada, por tanto en nada educa, que es lo que Woody Allen parodia cuando aparece Frenchie practicando palabras que comiencen por “a”… simplemente porque empezó con la primera letra del diccionario.

Y es que tener una serie de conocimientos variados o cultura general tiene su valor (ayuda a refinarse y crecer, a pensar mejor, a distinguir lo auténtico de lo falso) pero no sirve de nada si no es transmitida por alguien que se implique en ello, que se preocupe por aquel al que enseña, que... le quiera, como reconoce Frenchie al descubrir que lo que de verdad recuerda es lo que aprendió... de su marido.

ACTIVIDAD. Maestros y discípulos en The Blind Side (John Lee Hancock, 2009).