EL MUNDO. Martes, 3 de noviembre de 2009. AÑO XXI. NÚMERO: 7.260.
GUERRA CONTRA EL TERROR / La conquista de 'corazones y mentes'
Clases de democracia a cambio de dos euros
Los afganos repiten como autómatas el significado de la palabra, aunque no tienen idea de lo que supone en realidad
Mònica Bernabé / Maidan Shar
Especial para EL MUNDO
«Democracia es el gobierno de la gente para la gente. Es decir, el gobierno salido del pueblo para el pueblo, escogido por nosotros y para nosotros», repite cansinamente Saifudin Mudaser, uno de los educadores de la ONG afgana Afghan Women's Educational Center, que lleva a cabo sesiones informativas, financiadas por la ONU, para explicar a los electores afganos el sentido de la votación en un país donde durante décadas el poder ha cambiado de manos por la fuerza de las armas.
Mudaser imparte las clases en la provincia de Wardak, a tan sólo media hora en coche de Kabul pero controlada por los talibán. Es la zona más cercana a la capital donde la insurgencia se ha hecho fuerte. Y se nota. En sus carreteras asfaltadas, por ejemplo, hay múltiples cráteres que ocupan casi toda la calzada, resultado de artefactos explosivos plantados por los talibán contra las tropas internacionales. Asimismo en las carreteras, cada pocos kilómetros hay agentes de policía con armas en ristre, preparados para una posible ofensiva.
Las sesiones informativas duran poco, tan sólo una hora y media, y en cada una participan 22 personas. El objetivo es formar a más de 7.000 en dos meses, entre el 12 de octubre, que es cuando empezaron las clases, y el 12 de diciembre. A cada asistente se le dan 150 afganis [unos dos euros] «para compensar el tiempo que pierden de trabajo», justifica Mudaser.
Al final de la sesión el educador comprueba lo que han aprendido sus alumnos. «¿Qué es democracia?», pregunta al puñado de hombres que han seguido sus explicaciones con cara de aburridos. «Democracia es el gobierno de la gente para la gente», contestan todos como autómatas. «¿Y hay democracia en Afganistán?», interroga de nuevo el educador. «Sí», responden otra vez todos al unísono, «porque nosotros escogemos un gobierno del pueblo para el pueblo». Mudaser sonríe satisfecho. Parece que su exposición ha tenido efecto.
«Entonces, ¿a quién debo votar?», interviene Zul Marhan Mohamadin, uno de los asistentes que dice que le ha quedado claro lo de la democracia, pero no a quién debe apoyar. La sesión informativa se llevó a cabo la semana pasada, antes de que Karzai fuera declarado presidente y de que su rival, Abdulá Abdulá, se retirara de la carrera electoral.
Otro alumno, aprovechando que hay una periodista extranjera en la sesión informativa, empieza a enumerar lo poco que tienen en el pueblo y lo mucho que les falta: «No tenemos hospital, y cuando alguien se pone enfermo tiene que ir a Kabul y la gente se muere a medio camino», explica con tono quejoso. Y apunta más: «No hay electricidad, ni escuela para niñas, y falta personal en la clínica». Aun así, insiste en lo mismo: «Sí, sí, aquí hay democracia porque hay un gobierno de la gente para la gente».
Otro hombre, Waisudin, también replica. «Ya hemos tenido bastante tertulia», dice. «Denos nuestros 150 afganis, que es para lo que hemos venido».