LA REBELDÍA DE ESTUDIAR: UNA PROTESTA INTELIGENTE
Gerardo Castillo Ceballos
Capítulo 3 — Convierte las dificultades en retos personales
Como en cualquier otro trabajo, el estudio presenta una serie de dificultades específicas, entre las que destacan la frialdad de las asignaturas, la falta de un ambiente de estudio propicio y la tensión de ser estudiante. Por sí solo, posiblemente el estudiante no podría resolverlas, ya que para orientarle no sólo hay que informar y exigir, sino también escucharle y comprenderle en estas dificultades específicas del estudio.
En cuanto a las asignaturas y su contenido, cabe apuntar que para que una información tenga sentido, antes tenemos que verla como una respuesta a alguna necesidad que hemos experimentado previamente. Los que crearon la ciencia no lo hicieron sólo por amor al arte. Con ello respondían a una necesidad de saber que daba sentido a su estudio. Hoy en día nos encontramos con la ciencia “hecha” y, aparentemente, terminada, con lo que nos vemos obligados a interesarnos por algo que no nos interesa, pues no acertamos a descubrir qué relación tiene con lo que hay que hacer en la vida. Además, para que una información nos resulte comprensible, es preciso poder ver su estructura. Pero, nuevamente, el estudiante de hoy se enfrenta a un cuerpo organizado de conocimientos desconociendo cual es el “plano” en el que se sitúan.
Para solventar estas dificultades hay que acercarse al tema de estudio (leer el título, subtítulo y los epígrafes de cada unidad) e intentar comprender a qué se refieren y qué relación existe entre las distintas partes del tema. A continuación, centrarse en lo esencial, en las ideas básicas, e intentar relacionar el contenido del tema con situaciones de la vida corriente y con experiencias personales. Finalmente, localizar y definir los problemas que presenta cada tema, y expresarlos por escrito en forma de preguntas, para así poder leer el tema con una actitud crítica y elaborar un “plano” definitivo del mismo.
Otro problema habitual que los estudiantes suelen padecer es la falta de un verdadero ambiente de estudio, que facilite, anime y favorezca la concentración. Para que se dé este ambiente han de cumplirse los requisitos de atmósfera de silencio, posibilidad de trabajar de forma independiente y continuada, y posibilidad de contar con ayuda de otras personas. Si uno vive en un lugar donde no se dan las circunstancias propicias para generar un ambiente de estudio, debe informarse de ello a los padres o responsables del lugar para que colaboren, cooperar en la convivencia estudiando en las horas en las que haya menos ruido o, en caso contrario, estudiar fuera (en una biblioteca, en casa de algún amigo que se tome en serio el estudio.
A menudo ser estudiante es poco gratificante, ya que se tiene la sensación de que para la sociedad, la familia o los amigos se es “sólo” un estudiante y que, por tanto, los demás aspectos de la vida carecen de importancia o quedan relegados. Es más, la mayoría de las veces, a los padres sólo parece importarles los resultados y pueden llegar a ejercer una presión diaria que roce lo insoportable. Estas conductas paternas son claramente erróneas, perjudiciales y hasta molestas para cualquier hijo, si bien hay que entender que los padres suelen caer en ellas queriendo lo mejor para sus hijos y también que todo padre tiene limitaciones, pues la educación no es una tarea fácil. Para pulir estos defectos, conviene darse a conocer a los padres en facetas diferentes a las de estudiante, hablar con el profesor o tutor para que oriente a los padres, tranquilizarlos estudiando todos los días en serio y preocuparse por que vean que uno estudia y se preocupa de sus estudios.
Resumen elaborado por: Sorkunde Jáuregui, Gema Mielgo y Patricia Barrenengoa
Reelaboración: Juan Pablo Serra