1. Animal racional. El ser humano es, según la conocida definición, “animal racional”. Ahora bien, ¿en qué acto se observa o manifiesta su racionalidad? En la capacidad de preguntar.
La interrogación es la forma original de la razón. Con la interrogación el hombre manifiesta su capacidad de trascendencia respecto a su experiencia y su saber. En efecto, la energía de preguntar está en el origen del saber y nunca es su producto: la acumulación de conocimientos, de por sí, no es capaz de formular ni una sola pregunta. Preguntar implica una previa confianza de la razón en la inteligibilidad de la realidad, es decir, en la verdad (F. Botturi).
2. El conocimiento como apertura. En este sentido, el conocimiento humano es la forma principal de encuentro con la realidad, de apertura al mundo. Y el objeto propio del conocimiento es la verdad, que no es otra cosa que la realidad conocida.
La inteligencia humana busca el conocimiento de la realidad y, cuando lo logra, alcanza la verdad, que es el bien propio de la inteligencia: abrirse a lo real, al ser (A. Sánchez-Palencia et al.).
3. El conocimiento como problema. El pensamiento moderno empezó la pregunta epistemológica (¿cómo conoce el hombre?) pero, finalmente, nos ha hecho dudar de que realmente conozcamos y ha terminado por determinar que:
- el conocimiento humano es incapaz de conocer la realidad y, de poder, sólo alcanzaría la parte empírica de la misma.
- el conocimiento humano se reduce a reacciones químicas algo evolucionadas o sinapsis neurológicas.
Ahora bien, miremos nuestra experiencia diaria. ¿Es verdad que sólo pensamos sobre hechos empíricos? ¿Sólo se puede conocer lo que se puede demostrar empíricamente? Esto es lo que sostienen de un modo muy sofisticado quienes defienden un modelo de racionalidad instrumental. No obstante...
- ... si la racionalidad se reduce a lo empírico, no se puede pensar en términos de bien y mal, bueno o mejor, verdadero o falso.
- ... por ser racionales, no sólo podemos saber cómo y de qué están hechas las cosas, sino también para qué están.
- ... nuestra comprensión de la racionalidad determina cómo debemos vivir.
- ... Hume, por ejemplo, sostenía que la razón es esclava de las pasiones, es decir, que es una herramienta para satisfacer deseos (los que sean).
- ... ¿Es imposible que la razón dirija las pasiones? Se hace necesario, una vez más, comprender cómo conoce el ser humano y para qué conoce.
4. Racionalidad e interioridad. También los animales conocen, pero el ser humano es singular al menos en un aspecto: la interioridad. Nuestra relación con la realidad no es inmediata, no sabemos qué hacer de un modo automático ni dónde encontrar los medios para sobrevivir de antemano. Es una relación indirecta y mediada intelectualmente. El animal no tiene interioridad, su atención está fuera de sí, conoce el medio pero lo da por bueno sin cuestionar. El hombre, cuando deja el exterior, está en sí mismo y se pregunta: ¿es el medio hostil? ¿puedo modificarlo? En su mente se genera un proyecto antes de actuar. Pero, además, puede preguntarse ¿para qué sobrevivir? E incluso ir más allá del conocimiento empírico y comprender la importancia de funciones más gratificantes que comer, beber y dormir bien (amar, luchar por la libertad, ayudar al desfavorecido, emprender).
5. Conocimiento sensible e intelectual. El conocimiento humano tiene una dimensión sensible y una dimensión intelectual.
a) Dimensión sensible: relativamente compartida con los animales.
o sensaciones externas à estímulo, excitación y aprehensión psicofisiológica (no todos los estímulos que recibimos se convierten en sensaciones, sólo aquellos que intencionalmente reciben nuestros órganos).
o percepciones internas (aglutina todas las sensaciones recibidas por los sentidos en una imagen, que se puede recordar y valorar su utilidad). ¿Cómo actúa la percepción? Ampliación de datos, organización de datos en objetos estructurados, localización del objeto en el tiempo y espacio, apreciación de valores en los objetos percibidos.
b) Dimensión intelectual: es donde comprendemos a fondo. Nos importa, como mínimo, porque nos preocupa equivocarnos. Pasamos horas deliberando si esto nos conviene, si es bueno o malo para mi, si me va a hacer feliz, si me habré equivocado al elegir la carrera o el trabajo, si me sentiré o no frustrado. ¿Podemos hallar respuesta a esto? No según la mentalidad dominante: no podemos conocer, es inevitable la angustia de no saber qué hacer con nuestra vida, todo está determinado o todo es relativo o depende de la suerte…
El conocimiento intelectual existe, como muestra la presencia de conceptos en el hombre y su capacidad de expresarlo mediante el lenguaje. Ese conocimiento intelectual tiene tres fases:
1ª Conceptualización: paso de los datos sensibles al concepto. La mente humana puede “tener” las cosas sin necesidad de tener presente el objeto. ¿Cómo? Mediante la abstracción. La inteligencia humana “lee” dentro de lo sensible llegando a lo que las cosas son, gracias a la observación atenta, insistente y apasionada y a una generalización bien fundada y probable.
è Empirismo: el concepto es extrínseco a la mente, depende sólo de la percepción concreta, por tanto, los conceptos no son generales.
è Racionalismo: los conceptos son intrínsecos a la mente, no podemos conocer la realidad, sólo la construcción que realiza nuestra mente.
è Realismo: el concepto pide conocimiento sensible e intelectual, y abstracción. El concepto, además, es un medio o signo.
2ª Juzgar: unión de dos conceptos entre sí, mediante la cual la inteligencia afirma o niega algo de un objeto. No basta, además, con poner en relación dos conceptos, sino que esta relación sea verdadera, es decir, que se ajuste a la realidad.
3ª Razonar: unir dos juicios entre sí para elaborar otro (conclusión).
6. Espiritualidad del conocimiento. El conocimiento intelectual es espiritual. ¿Por qué?
a) Porque el objeto de la inteligencia son objetos no materiales.
La inteligencia conoce lo inmaterial que hay en lo material. Si los conceptos fueran materiales, dejarían de ser universales. La inteligencia necesita de lo material para empezar a conocer, pero una vez entiende, lo conocido tiene autonomía. Es más, la inteligencia puede alcanzar realidades no materiales sin sensaciones (la bondad, la belleza, la justicia).
b) Por la capacidad de reflexión completa (conoce que conoce).
El ojo no puede ver que ve, la inteligencia sí puede conocer que conoce. Por eso es inmaterial, va más allá del cerebro, que es un instrumento del conocer pero no la causa del conocer. El cerebro elabora las sensaciones e imágenes de las que se sirve la inteligencia para poder pensar.
El neurofisiólogo John Eccles ha concluido por ello que:
1.- Los órganos sensoriales emiten al cerebro gran cantidad de elementos puntuales, sobre estos elementos se construye una imagen integrada. La formación de esta imagen integrada no corresponde a ningún elemento cerebral.
2.- El deseo lleva a la acción. Se sabe como comienza la acción, pero no como el deseo la decide y la ordena y le da los matices de forma integrada.
3.- La memoria almacena datos ¿por qué se recuperan unos datos y no otros? El hecho de que la voluntad mande recuperar unos datos y no otros no se explica por una función cerebral.