Los Maravillosos

Años 50

Nota Nº 44

LOS PERSONAJES POPULARES

SEBASTIÁN PETISCO

Pintor, músico, animador del carnaval y precursor de carrozas.

Se dan cuenta, con sólo ver el título, que su trayectoria es la de un gualeguaychuense de ley. Aunque no era oriundo.

Cuadro pintado por Sebastián Petisco

Pero ojo, no confundir: el hecho de que lo hayamos colocado en esta galería de personajes populares de los años cincuenta, no debe inducir a su asimilación con los anteriores. Porque pese a su espíritu festivo y ocurrente, era digno del mayor respeto, como artista múltiple que fue.

Más se lo recuerda por su faceta de pintor y específicamente como muralista, en épocas en que acá no abundaba esa especialidad.

Sus murales adornaban muchas paredes de la ciudad, pero lamentablemente ninguna se conservó. Además de pintor, fue músico, carnavalero de alma y precursor de carrozas: bien a lo Gualeguaychú. He aquí el personaje:

Don Sebastián Petisco era de origen uruguayo, aunque pasó gran parte de su vida en nuestra ciudad. Vivía en el barrio sudoeste; su modesta vivienda estaba en calle Buenos Aires, entre Pasteur y Avellaneda. Era negro de raza, casi puro y popularmente conocido en todos los ámbitos, tanto por su oficio principal, como por otras manifestaciones. 

Ejercía su profesión de pintor sobre paredes con algunas peculiaridades que contribuyeron a su fama. Porque cada trabajo suyo, a diferencia de los de sus colegas, no se limitaba a cubrir con el pincel una superficie, sino que realizaba una creación artística multicolor. 

Para él, pintar una pared no era simplemente tomar la brocha, sino componer un tema y desarrollarlo en grandes dimensiones. Obviamente distaba de ser un muralista de fuste. 

Sin embargo, sus obras tenían un toque muy particular, casi inconfundible: colores luminosos y un estilo con algo de naif. Solía usar una regla para trazar sus líneas, lo que le daba cierta prolijidad, aunque a veces cometía algún error en el sombreado o las perspectivas. Aunque eso ayudaba a identificarlo. Pintaba lo que le encomendaban, pero si el tema debía elegirlo él, denotaba especial predilección por San Martín, Gardel, Perón y Evita.

También era muy habilidoso para los filetes, especialidad en declive hasta que en Buenos Aires la revalorizaron algunos eximios cultores, como Martiniano Arce. Muchos carros y camiones de fruteros -habituales clientes de esa modalidad- ostentaban los cargados filetes de Petisco. Más tarde, estos también decoraron algunos colectivos de nuestras líneas urbanas.

Su obra más emblemática en Gualeguaychú de antaño, estuvo en el legendario "Copetin al Paso" de Mario González –sobre el que volveremos- cuyas paredes lucían sus famosos "frescos", que le daban un toque artístico a ese ámbito bohemio, poblado de tan singulares parroquianos. Dicen que a cierta hora de la noche, los únicos que permanecían “frescos”, eran los de Petisco.

Fue un pintor con humor. Una vez le encargaron que pintara un tigre y él preguntó al cliente si lo quería con cadena, o sin cadena, porque había una sensible diferencia en el precio. El comitente, un tanto escaso de recursos, optó por la variante más económica y así el artista entregó su obra, que le fue abonada al contado. Pero al día siguiente, el tigre no estaba más: una copiosa lluvia se había llevado al tigre y la pared lucía como antes.

Cuando el furioso cliente le reclamó, Petisco le contestó muy suelto de cuerpo que él le había encomendado un tigre sin cadena, y por esa razón debía asumir el riesgo de que se escapara de la pared. Claro, la diferencia estaba en la calidad de la pintura.

En otras facetas, alcanzó verdaderamente el nivel de personaje, con cualidades que le otorgaron singularidad. Era uno de los clásicos animadores en los viejos corsos de la calle 25, ya que se presentaba de una manera muy peculiar: construía una carroza sobre su bicicleta y con ella marchaba al corso acompañado de su bandoneón. En el trayecto desde su casa al centro, iba haciendo escalas en los clásicos almacenes (de Etchegoyen, Serulle y otros) o casas de familia donde lo convidaban con algún trago y así llegaba a destino bien "adobado". Los motivos más usuales de su ornamentación carrocera eran flores, peces o pájaros que construía con habilidad y pintaba con vistosos colores. Todo eso ocurría mucho antes de que Gualeguaychú conociera el desfile de carrozas.

Lamentablemente, de toda la obra de Petisco en Gualeguaychú, sólo ha quedado un pequeño cuadro pintado en 1963, que representa una casa en la calle Edison en su barrio: es la sede actual del Club Sarmiento, entidad que conserva esa obra con mucho afecto. También se perdió una escena con vacas que existía en el interior de la carnicería de Ramón Garra, en calle Urquiza y Paraguay. Los gualeguaychUenses no hemos sido buenos conservacionistas. En cambio Fray Bentos, conserva muchas obras de Petisco, como los cuadros que adornaban las paredes de la tradicional parrilla "La Enramada" -ahora cerrada- frente al Hotel Aricama, y varios más en distintos comercios. En algunas estancias de los departamentos Río Negro y Soriano, sus dueños conservan celosamente antiguos murales pintados por Petisco.

Vivió casi noventa años y murió en Buenos Aires, hace más de 40.

Sirva esta breve nota para rescatar del olvido a aquel singular personaje de Gualeguaychú, que ayudó a hacer más entretenida la década de que tratamos.

Autor: Dr. Gustavo Rivas 

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