Los Maravillosos

Años 50

Nota Nº 14

LA GRAN CRECIENTE DEL 59

La creciente del Año 1959

Nada hacía suponer, a principios de abril, que en unos días más íbamos a sufrir el más grave azote de la naturaleza hasta ese momento. 

Llovió mucho en el litoral esa quincena y podía preverse uno de los clásicos repuntes, a los que estábamos habituados. Pero lo que no sabíamos, era que también había llovido mucho en las nacientes del Uruguay y Paraná. En aquellos tiempos no existía la tecnología de hoy para anticipar el clima. Baste recordar que apenas dos años antes, los rusos ponían en órbita el primer satélite artificial, el “Sputnik” y tampoco había comenzado el desarrollo portentoso que tuvo la electrónica. 

Pero lo que menos podíamos imaginar y obviamente, no estaba en los pronósticos, era que el 15 de abril, se desataría la más grande y extensa sudestada en toda la región, abarcando el Río de la Plata, con vientos huracanados de más de 100 km por hora. Y que llegaría –todo se unió en contra- cuando el río ya desbordaba. 

Fue, recordando una expresión de la historia mejicana, una noche triste, pero además con la desesperación propia del no poder evitar el embate. Aumentaba la tensión, el continuo ulular de la sirena del frigorífico por más de una hora. Pero esta vez no era para anunciar que se iniciaba la faena, sino para pedir urgentemente a su personal que concurriera para sacar la carne de las cámaras que empezaban a inundarse y se perdía una enorme cantidad de reses que estaban listas para exportarse. Se perdieron. No había radio, ni otro medio de comunicación adecuado para la emergencia. Tampoco energía eléctrica.  

Es más: esa creciente, a diferencia de la de 1978, fue general: de todo el río Uruguay, Paraná y el De la Plata. Por esa razón se cortó la línea de teléfonos que nos comunicaba con Islas, Ceibas y el sur del Departamento, que por entonces las comprendía. El agua llegó casi hasta los 7 metros, es decir hasta la parte más alta de los portones del puerto y hasta una cuadra y media del Colegio Nacional. El chalet de María Eloisa De Elía -por entonces no se le llamaba castillo- al que nunca le llegaban los repuntes por estar encima de un peñón de piedra, se inundó totalmente y fue motivo de su abandono por la dueña. Y también el resto de la isla.  

La Costanera durante la creciente del 59
La Draga "2C" naufraga en la creciente del 59

Lanchas de la Prefectura y de particulares recorrían los barrios para ayudar a evacuar familias de arriba de los techos, que eran llevadas a locales de distintos clubes. Por suerte no se registraban muertes. Pero la noche del 16 de abril, Gualeguaychú ignoraba lo que estaba sucediendo a pocos kilómetros, en el canal de entrada sobre el Río Uruguay. 

En medio de la oscuridad, las ráfagas del desmadrado viento y el azote de inmensas olas, naufragaba la Draga “2 C” del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, lo que recordamos hace unos días. Y en la mañana del 17, la ciudad recibía las primeras noticias, más que deprimentes: había 9 muertos casi todos vecinos de Gualeguaychú.  

No estábamos preparados para semejante flagelo. Pero la comunidad, una vez más sacó fuerzas de la flaqueza y se las arregló con un “espontaneísmo organizado”, porque no había Defensa Civil ni organismo oficial alguno preparado para semejante desastre. La falta de comunicación fue suplida por los heroicos radioaficionados que inmediatamente comenzaron a comunicarse en todas direcciones. Eran muchos, pero los que más recuerdo eran Don Martín Recalde y "Kuky" Risso. La Difusora Grecco, desde la misma noche del gran desborde, comenzó a transmitir por su red de parlantes ¡las 24 horas del día! con enorme entrega de su valioso personal. Es más: fue autorizada a transmitir como radio, mediante una conversión practicada por sus propios técnicos. 

Rápidamente se organizaron los centros de evacuados, con activa participación de alumnos del Colegio Nacional, en los clubes y otros lugares, como el edificio del actual Instituto Agrotécnico. La comunidad entera se volcó en ayuda de los inundados y la misma Difusora se convirtió en uno de los centros de recepción de todo tipo de elementos, colchones, frazadas, alimentos etc. que el propio personal iba distribuyendo sin demora, para poder hacer lugar a lo que seguía llegando a raudales en todo tipo de vehículos.  

El Gobernador Uranga visitó la ciudad y el Presidente Frondizi recorrió la zona en un buque de la Marina Nacional. También el flamante Obispo Jorge Chalup se sumó a la tarea, con toda la estructura de su Iglesia.  

Fueron dos semanas intensas que nos pusieron a prueba. Poco tiempo después, tal vez por aquello de “no hay mal que por bien no venga” se habilitaba el barrio “Hipólito Yrigoyen, el de los inundados”, primer barrio comunitario de origen gubernamental, de los muchos que hoy tiene Gualeguaychú. Y tal fue el poder de resiliencia de nuestra comunidad, que pocos meses después, como si nada hubiera pasado, desfilaba por la 25 la primera carroza de la historia, ¡hecha por inundado!  

Ya llegaremos a eso.

Autor: Dr. Gustavo Rivas 

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