Los Maravillosos

Años 50

Nota Nº 2

El "Henry J" de kuky Risso

Nos referíamos en nota anterior a los pocos autos que circulaban por entonces y algunos muy ruidosos. 

Entre los más antiguos, había muchos Ford “A” y Ford “T”. Éstos no tenían burro de arranque y la operación se hacía a manija, lo que requería mucha precaución ante las posibles contra explosiones, que podían provocar accidentes al retraerse de golpe la manija. 

Tampoco tenían embrague ni cambios, sólo adelante y atrás, como los motores marinos y se manipulaban con una palanca al costado y otras pequeñas manijas al costado del volante, denominadas “bigotes”. 

Además había muchos Rugby de 4 cilindros Whipe, Chevrolet 38, de 6 cilindros, Packard, Plymouth, Nash, De Soto y otras marcas.  

Al final de la década llegaron los primeros Fiat 600, uno era del "Bebe" Rossi. Don Carlos Reynoso tuvo el primer Citröen que se recuerda de la ciudad, modelo 1947, negro. Los primeros arranques se accionaban desde el piso y constituyó un avance la innovación de los Ford 8, que se arrancaban con un botón en el tablero.  

Después llegó el arranque en la llave de contacto. También la palanca de cambios era al piso y en esa década se vieron las primeras palancas de cambio al volante. 

Algunos automóviles eran emblemáticos en aquella época, como el Chevrolet gris de Don Arturo de Zan, el modelo 1951 del Sr. Milano, el Nash del Dr. Marcó y especialmente, el lujoso Cadillac negro modelo 47, del Escribano Juan Eliseo Cerdá. También la cupe Ford de "Topa" Oppen, y la amarilla de Luis Boggiano con 12 cilindros. 

La voituret "Mercury" de Agustín Fischer, muy posiblemente se haya constituido con el tiempo, en el auto más famoso del país, al ser recordado por su hijo Pipo, como “el auto de papa”, en una canción que dio la vuelta al mundo y no pierde vigencia. 

Exposición de autos en los obeliscos de la Costanera de Gualeguaychú

En 1956 se abrió nuevamente la importación de automóviles y por ello ingresaron a Gualeguaychú, algunos que nos hacían detener en la calle para admirarlos, como el Chevrolet Bel Air, azul y gris, del Dr. José María Argañaraz y el Mercury de Don Antonio Barel, color verde, con techo acrílico transparente. 

Y aunque este otro auto no era de Gualeguaychú, me quedaba largo rato contemplando el "Lincoln Continental" amarillo de Don Federico Firpo, dueño y viajante a la vez de la conocida caña “La Loca”, que estacionaba en el Hotel Comercio. 

Agencia Ford de Oppen en 25 de Mayo y 3 de Febrero
La Agencia Dodge de Gauvry Hnos en 25 casi España

Bajando al río, nos llega el recuerdo de las embarcaciones más emblemáticas de la época: el crucero “Robin Hood”, del Dr. Pedro Etchegorry Colombo, el velero “Lobito” de Pacho Doello Jurado, el “Cielo y Mar” de Don Luis Cécere y la lancha “Norma Beatriz”, de "Quito" Iglesias

Habían otras tres lanchas muy parecidas en estilo: La “Martin Fierro” de Roberto Piaggio y Luis Giordano, “Tylor” de Eclio Giusto y “Titán” de Bárbaro Longo y Julio Burlando, que en la década siguiente fue adquirida por mi padre.  

En los finales de la gloriosa década llegaron las lujosas lanchas- automóvil: la lujosísima “All Right”, una Chris Craft de Luis Boggiano y “Pichona” de Juan E. Cerdá, con motor Lincoln de 12 cilindros. 

Entre las lanchas más espantosas, recordamos “La Soberbia” de "Chito" Moyano y la “Siempre Crico” del Don Juan Gandini, ambas construidas por sus dueños. Pero indudablemente, entre todas las embarcaciones, “La Reina del Río” era el imponente crucero “Hirondelle” de Juan Alejandro Betolaza y su bote “Eolo”. 

En 1947 había llegado la “Carapachay” traída por Pablo Bendrich, también dueño del “Laurencena” un barco con historia.

Velero “Lobito” de Pacho Doello Jurado fondeado en el Club Náutico

Autor: Dr. Gustavo Rivas 

Gualepedia: Índice de la página