La Difusora, que llegó a cubrir con sus parlantes tipo bocina, todos los barrios de la ciudad, tenía una gran audiencia. Y así como ahora, cuando viene a la ciudad algún espectáculo artístico de nota, y visitan las radios y tv locales para su promoción, en aquel entonces visitaban la difusora. Dado que allí había un amplio salón auditorio, que tenía hasta un piano, en Chacabuco Nº 9, frente al Automóvil Club, lugar muy céntrico, los artistas visitantes hacían un recital previo, a modo de avance publicitario.

Grecco tenía la previsión de anunciarlos con anticipación, de modo que el salón se colmaba de público, que muchas veces presenciaba desde la calle a través de los grandes ventanales, para lo cual se colocaban parlantes. Obviamente que estos recitales eran gratuitos y por eso muchos vecinos de los barrios, que carecían de recursos para abonar la entrada a los clubes donde actuaban, tenía la oportunidad de verlos en forma gratuita.

El éxito de esas “previas” -como se dice ahora- le dio la idea al inquieto Roberto, de organizar festivales con artistas locales, también sin costo para los espectadores. Para estos, se instalaba un amplio palco en la calle Chacabuco- que se cortaba al tránsito- con parlantes e iluminación acordes. En más de una oportunidad el público llegaba hasta la calle 25, ya que la Urquiza debía quedar libre para los que tuvieran que cargar nafta. Se hacían los días sábado y luego, dado el éxito, se amplió a los domingos.

Entre los artistas que actuaban en el salón o en los festivales -aunque no todos lo hicieron estrictamente en la década que tratamos- se recuerda a "Los Norteños" en sus etapas iniciales; el "Chango" Díaz que cantaba maravillosamente "Luna Playera", Pedro Moreyra (La voz de la raza), Pepe Ramos, (singular personaje, sobre el que volveremos) y las orquestas de Blas Taffarel, Miguel Angel Chacón, Eduardo Ferreira, entre otras.

La fiesta máxima era en diciembre, para conmemorar cada aniversario (el día 16) de la inauguración de la difusora.