Los Maravillosos

Años 50

Nota Nº 42

EL CURANDERO DE LA VICTROLA


Hace muchos años, en las inmediaciones del establecimiento conocido como "La Chanchería", en calle Perú (Camila Nievas) y Buenos Aires, había sentado sus reales un pintoresco curandero.

Este “manosanta” practicaba un novedoso método curativo, con una especial clientela. En efecto: utilizaba una “terapia”, apoyada en la música que propalaba una victrola y sus pacientes eran exclusivamente mujeres.

De acuerdo a la tipología del "mal" que manifestaba cada doliente, el curandero extraía de su vasta discoteca, la melodía apropiada. Ésta actuaba como bálsamo curativo, aplacando en forma casi mágica las manifestaciones patológicas, que abarcaban los más diversos síndromes.

Ya sabemos que nuestra picardía criolla registra un rico anecdotario de vivillos y el de marras no escapaba a este esquema. 

¿Dónde estaba el curro? No consistía como muchos imaginarán, en el cobro de honorarios, ya que la mayor parte de sus servicios eran gratuitos.

Ocurría que el especialista -según la oportunidad- aprovechaba los subyugantes ritmos elegidos, para emprender la conquista de las desprevenidas pacientes.

Pero como tampoco hay "bien" que dure cien años, un ruidoso final alcanzó a nuestro personaje en forma por mas inesperada.

ChitoMoyano, esposo de una de las clientas, era un marinero de gran fortaleza física, cuyos brazos parecían moles. Advertido por su mujer, y justo a la hora del turno de ella hizo irrupción en el consultorio (aunque sin consultar). Alzó en vilo al confundido terapeuta y como quien levanta una bolsa de papas, lo tiró por la ventana -que era bastante alta- quedando el pobre tendido en la vereda.

No conforme con ello, el ofendido marido se volvió al interior y arrojó a la calle el infernal aparato. Para completar la acción y descargar todas sus iras, la siguió con los discos “curativos”, que, uno a uno, se iban haciendo añicos, a medida que caían al lado del infeliz.

Dicen los memoriosos, que los últimos discos en caer fueron "Cabeza hinchada morena", "Guapo y varón" y "Mala suerte".

Así terminó sus andanzas el pintoresco Curandero de la Victrola. Es de esperar que en esta época, porque los cuenteros nunca se acaban, no se le ocurra a alguno usar el Spotify para aliviar las penurias del sexo débil con maridos fuertes.

Mañana venimos con "Gallareta".

Autor: Dr. Gustavo Rivas 

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