Los Maravillosos

Años 50

Nota Nº 7

No sólo éramos una ciudad más chica, sino que tampoco existía la variedad y complejidad de las actividades, profesiones y servicios de hoy, incluyendo lo deportivo. Gualeguaychú era por entonces más dependiente del campo y sus productos, es decir una economía predominantemente primaria. 

El término “campo” entiéndase en sentido amplio, ya que involucramos ahí, toda la producción, hortícola, frutícola que desde las grandes chacras abastecían a la ciudad. Como también los viveros de árboles y flores. 

Andrés Ruderico Rivas

Y las pocas industrias grandes que existían: el frigorífico, la aceitera, el molino harinero y el arrocero formaban parte de ese contexto: eran agroindustrias. 

No existían siquiera los grandes criaderos de pollos y recién por ese entonces comienzan a instalarse las primeras máquinas incubadoras, en lo cual nuestro padre Andrés Ruderico Rivas, fue uno de los pioneros.

En la década de los 70, cuando el frigorífico empezaba a decaer, un grupo de visionarios empiezan a soñar con un futuro industrial y a mediados de la misma se funda – 8 de febrero de 1974- la Corporación del Desarrollo, base del actual Parque Industrial. Pero también en ese decenio, empieza la metamorfosis del carnaval de Gualeguaychú, para desembocar a partir de 1981, en el motor turístico que es hoy el "Carnaval del País". Con esta conjunción de cambios, la economía de Gualeguaychú, evolucionó en poco tiempo desde la conformación primaria aludida, a la secundaria, de creciente influencia industrial, y la terciarización, por vía de los servicios que trajo el turismo.

Pero en los años cincuenta no había turismo, viajábamos a Buenos Aires cruzando el Paraná en balsas, la ruta nacional 14 era de ripio, el camino a Uruguay también, como la mayor parte de las rutas provinciales y el puente internacional vino dos décadas después. Sin embargo, tuvimos un gran Intendente por aquellos años Don Ignacio Hipólito Bértora, que avizorando esa inmensa posibilidad futura, creó en 1958 la primera Comisión Municipal de Turismo, presidida por inquieto vecino Héctor Eleuterio “Micho” Grané, sobre cuya actividad volveremos.

En consecuencia de todo ello, la vida de la ciudad era mucho más sencilla en su diversidad. Los grandes almacenes que hemos nombrado, abastecían, además del público local, las compras masivas de las grandes estancias de la zona: "El Potrero", "Centella", entre otras. 

Pero también había muchos almacenes de barrio, en los que predominaban los alimentos sueltos: uno compraba por ejemplo un kilo de polenta y el almacenero lo extraía con una gran cuchara del cajón respectivo y, previo pesarlo en la balanza con sus dos platillos y pesas de bronce, lo envolvía en papel de astrasa con tal habilidad, que luego de unas mágicas volteretas, quedaba perfectamente cerrado y ornamentado con dos vistosos moñitos en las puntas. Y así con la mayor parte de los comestibles, que luego comenzaron a venir envasados. Y muchos productos que hoy se compran envasados, se hacían en la casa, como por ejemplo, la mayonesa. Que no era para cualquiera, porque si excedía en el limón, se cortaba y no había batido que la compusiera. 

Muchos productos que pasaban por la balanza, incluían “la yapa”, o sea unos gramos de más por el mismo precio. Tampoco existían las tarjetas de crédito, que recién llegaron en los 80, y si alguien no tenía dinero en el momento, se anotaba en una libreta que tenía cada cliente, la que se abonaba a fin de mes con el cobro de los salarios. Éstos, al igual que las jubilaciones y los sueldos de la administración pública (que no era tan obesa), se pagaban todos en un mismo día, sin ningún tipo de escalonamiento. Volviendo a las libretas, hasta la década anterior, algunas se abonaban anualmente, sin perjuicio para el comerciante. ¿La razón? no se conocía la inflación.

También en esa década, allá por 1953, llegó a Gualeguaychú un producto que desplazó a otros: la "Coca Cola". Hasta entonces, reinaba la “Bidú”, el “Trinaranjus”, y todavía se veían algunas “bolitas”, así llamadas porque como tapa, traían una esferita de vidrio que había que extraer. 

Las hamburguesas no se conocían, salvo que alguien las preparara con la picadora de cada casa, pero no era muy usual. Los fiambres eran básicamente los mismos de ahora y entre los mismos, incluimos uno que fue y es genuino de Gualeguaychú: la butifarra.

Autor: Dr. Gustavo Rivas 

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