Los Maravillosos

Años 50

Nota Nº 13

"El Argentino" reflejaba así el Incendio de la "Apolo"

Entre los acontecimientos que sacudieron a la ciudad en aquellos años, cabe recordar también a uno de los mayores siniestros. 

En 1957, cerca del mediodía, un gran incendio destruyó en poco más de una hora a la "Confitería Apolo" que se encontraba en la esquina de Urquiza y Chile (actual Chalup) ángulo sudoeste. "El Apolo", así se le llamaba, tenía un local de amplias dimensiones que abarcaba casi media cuadra por cada una de las dos calles. Había sido fundado muchos años antes por Carlos Lambruschini, quien tuvo mucho que ver con el nacimiento del Vals “A Gualeguaychú”, ya que él fue el nexo para que en el verano del 42 (como la película), sus verdaderos autores Nicolás A. Trimani y Pedro H. Noda recalaran circunstancialmente en Gualeguaychú.  

El "Apolo" tenía como rubro principal una inmensa fábrica de masas, y repostería de amplio prestigio en Gualeguaychú y leguas a la redonda. También se asaban corderos, lechones y otros rubros propios del gran horno que tenía. Ello era sobre calle Urquiza, en tanto que sobre Chile tenía la sección helados, mesas de billar, además de la casa de familia. 

Allí vivían las caracterizadas docentes Nelly y Hebe Lambruschini rodeadas de unos hermosos perros pomerania (el mayor era el Boby) y canarios que deleitaban con su canto.  

No recuerdo las causas del incendio, aunque sí alcancé a ver las llamas cuando regresaba de la escuela Normal, donde cursaba en sexto grado. 

En aquella época no había cuerpo de bomberos en la ciudad y sólo se contaba con algunos pocos elementos de la Policía local, más un tanque móvil del frigorífico. En los incendios grandes se convocaba al cuerpo de bomberos policial de Concepción del Uruguay, pero cuando llegaban, por la vieja ruta 42 de ripio, generalmente era muy tarde.  

No obstante el local pudo rehacerse y en poco tiempo el Apolo volvió a funcionar por unos años más.  

Los fines de semana se trabajaba en forma intensa, ya que de todas partes de la ciudad concurrían clientes en busca de los sandwiches, masas, pan casero, medias lunas, rosquitas, boyos, pandulces, arrollados, postres (incluido el imperial ruso), pan madrileño, y los sabrosos cañoncitos de dulce de leche.  

A propósito de éstos, vaya la siguiente anécdota, que ilustra sobre el ingenio y chispa humorística tan propios de Gualeguaychú y sobre todo en aquella época, en que había clima para ello. Un domingo por la tarde, alguien llama al 2112 y es atendido por el encargado de la confitería Pepe Ernalz (padre de Mario y abuelo de Burra), quien se instalaba frente a la enorme registradora NCR junto a la puerta de la esquina donde recibía los pedidos para el reparto. El breve diálogo fue más o menos así: 

- Hola ¿hablo con el Apolo?

- Si Señor

- Tiene cañones?

- Sí, tenemos

- Bueno, apunte por favor 

A lo cual Pepe echó mano al lápiz que tenía pronto en la oreja derecha y cuando lo tuvo en el papel para anotar el pedido, el supuesto cliente le ordenó: 

-¡Fuego! 

Tras lo cual Pepe estuvo unos diez minutos sin atender el teléfono hasta que se repuso. Otro personaje del Apolo era el mozo Piquet, de una gran personalidad y buen humor.

Los domingos a la noche nos juntábamos un grupo grande para ver en el televisor (había muy pocos en la ciudad), "Los 5 Grandes del Buen Humor" o “Titanes en el Ring" con Martin Karadajián, "la Momia" y otros luchadores, que por entonces arrasaban con el rating televisivo, aún cuando todavía éste no se medía. 

Septiembre de 1958 fue un mes que empezó mal y terminó peor, debido a dos muertes que sacudieron a la ciudad. 

El martes 2, falleció en un grave accidente el Escribano Juan Eliseo Cerdá, uno de los vecinos más caracterizados de Gualeguaychú. Viajaba a Buenos Aires en un ómnibus del “Expreso Entre Ríos”, propiedad de Claudio Méndez Casariego, ocupando el primer asiento del lado izquierdo. Un camión que venía en dirección contraria, por una mala maniobra, se estrelló de frente con el colectivo y dio de lleno en el primer asiento, el de Cerdá, pero también arrancó gran parte del lateral izquierdo hiriendo gravemente a varios pasajeros que viajaban sobre ese lado, algunos de gravedad. Fui uno de los primeros en enterarme, ya que su Señora, Irma del Carmen Juárez Ahumada de Cerdá, le llamó a mi padre a las 6 de la mañana para pedirle ayuda, sin conocer todavía el terrible desenlace, éste me despertó y fuimos juntos a la Policía. Cerdá tenía 47 años. 

Casamiento de "Balucho" y Stella en el Registro Civil de calle 25 de Mayo (actual Casa de la Cultura)

Y el día 26 del mismo mes, la ciudad se despertó con la noticia del repentino fallecimiento del Dr. Carlos María Altuna, fundador del instituto que llevaba su nombre, obstetra que ayudó al nacimiento de centenares de jóvenes de la época y de amplia actuación en diversas instituciones locales. 

Falleció de un ataque al corazón durante la fiesta de casamiento de "Balucho" Etchebarne con Stella Alvarez Daneri. Tenía 52 años. 

Recuerdo que ese día por la noche, marchaba una numerosa manifestación de estudiantes por la calle 25, en ocasión de las luchas contra la ley de enseñanza privada. 

Al llegar a la cuadra entre Humberto Primo (actual Italia) y Montevideo, la ruidosa manifestación prosiguió en el más absoluto silencio. ¿El motivo? en esa cuadra lo velaban a Carlos Altuna, por lo que rendían así tributo de respeto al ilustre muerto. 

Quién sabe si hoy ocurriría algo así.

Autor: Dr. Gustavo Rivas 

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