Juan 4 El Agua de Vida que da La Vida Eterna: La Samaritana

Juan 4 – El Tema de “La Vida Eterna” Continua


Termina el ensayo de Juan 3 por declarar que:

(1) Jesucristo “procede de arriba” y está por encima de todos.

(2) “Da testimonio” de lo que Él ha visto y oído.

(3) “Que Dios es veraz” y las palabras de Dios habla Jesús, “pues El da el Espíritu sin medida.”

(4) Y, “la vida eterna” tiene los que creen en el Hijo, y obedecen al Hijo, es decir, obedecen las palabras de Dios que El ha entregado a ellos desde los cielos.

(5) Por último, no ver “la vida” es permanecer bajo “la ira de Dios.”

Juan 4 encuentra a Jesús sentado junto al pozo que Jacob dio a su hijo José, hablando con la samaritana del agua viva que se convierta “en una fuente de agua que brota para vida eterna.”

Ya hemos visto que entrar en el reino de Dios exige nacer de nuevo. Jesús explicó a Nicodemo que el nacer de nuevo exige el nacer del agua, para decir el bautismo para el perdón de los pecados, la misma práctica que Jesús y sus discípulos habían llevado a cabo, bautizando más discípulos que Juan. El Espíritu Santo por medio de Juan y Jesús sus discípulos predicaban el mensaje del arrepentimiento, el cual es un nacimiento nuevo de pensar y vivir, por lo tanto, todos tenían que nacer del Espíritu también. Nacer del Espíritu tiene que ver con aceptar el testimonio, es decir, las enseñanzas que proceden del cielo por medio del Mensajero enviado de arriba. (Las leyes de Moisés se llaman “los testimonios” también. Deut. 4:45; 6:17; Salmo 78:56; 119:2, 22, 167) Uno debe creer en el Hijo del Hombre, a quien Natanael confesó como Hijo de Dios en Juan 1:49. Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, Juan 3:14, así fue necesario que sea levantado el Hijo del Hombre en la cruz, para que todo aquel que cree, tenga en El “vida eterna.”

Ya que la vida eterna depende del arrepentimiento de los pecados y de las prácticas pasadas y del bautismo en el agua para el perdón de aquellos pecados, el nacer de nuevo, conforme a las enseñanzas del Espíritu Santo por medio de Juan el Bautista, y ahora por medio de Jesús, la samaritana con quien Jesús hablaba, también necesitaba oír, creer, y nacer de nuevo, para que tuviera la vida eterna, Juan 4:10, 14, 17-26.

(1) La ofreció el agua viva, v10.

(2) La enseñó que el agua viva que Jesús la ofreció se convertiría en una fuente de agua que brota para vida eterna, v14.

(3) Cuando pidió esa agua, v15, Jesús la enfrentó con sus pecados, los pecados que ella tendría que dejar para atrás en el arrepentimiento para nacer de nuevo y tener la vida eterna, v16-19.

(4) Además, Jesús corrigió el error religioso de los samaritanos, para la salvación, v22, pero explicó que Él como el Mesías, cambiaría el patrón y costumbre del culto que Dios exige, y eso muy pronto. Nuestra salvación también depende de que seamos “verdaderos adoradores,” v23, las cuales “adorarán en Espíritu y en verdad, porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren.” Los que el Padre busca, “deben” adorarle en espíritu y en verdad, v24.

La samaritana y adelante los habitantes de Sicar creyeron en Jesús, v39-42, después de oírlo y confesaron que “es en verdad el Salvador del mundo.” La samaritana llamó a Jesús, el Mesías y Cristo. Creer en el Cristo es creer en el Rey del reino de Dios. El Rey Salvador es el que manda y hace las leyes del reino de Dios. El lleva el cetro de poder y de autoridad, Mateo 28:18. Las órdenes del Rey son los mandamientos y leyes, los estatutos y los testimonios de Dios. Creer en el Rey es declarar lealtad y fidelidad al Rey y sus órdenes.

Jesús explicó a sus discípulos, que su comida era enseñar a tales personas como la samaritana, v34, porque esa fue la voluntad del que le envió. Su comida fue llevar a cabo la obra del Padre celestial. Aquella obra se llama “la siega,” v35. El segador “recoge fruto para vida eterna.” La vida eterna se refiere al efecto de sus enseñanzas en motivar a los samaritanos a arrepentirse de sus pecados y errores, y así nacer de nuevo, de agua y del Espíritu. La nueva vida es la siega, el fruto para vida eterna.