Juan 11 La Resurrección y La Vida

Yo Soy La Resurrección y La Vida – Juan 11

Introducción

A. Hebreos 11:17-19, “Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; 19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.”

B. La resurrección de Lázaro en Juan 11 comienza la última parte del evangelio de Juan con el tema que Jesús es la resurrección y la vida. Desde de este punto y en adelante, el tema principal y siempre muy cerca de todo lo que pasa.

1. Jesús dijo a Marta (v40), “si crees, verás la gloria de Dios.” Cuando Jesús llamó a Lázaro para que saliera del sepulcro, oró al Padre celestial que oyera, “por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.”

2. La salvación de todo hombre depende de que oiga la voz de Jesús quien el Padre envió del cielo con el mensaje que da vida. Da vida porque el hombre que aprende de Jesús cómo vivir conforme a la voluntad tendrá vida.

3. El hombre que cree en Jesús es el hombre que se arrepiente, y se bautiza para el perdón de sus pecados (Marcos 1:4; Juan 3:22-36) y anda en la vida nueva. (Juan 3:3-5; Romanos 6:3-5, 16-18; 1 Pedro 1:13-25)

C. Jesús repite el tema de “la luz.” Es una de las figuras como “vida” y “muerte,” “creer” y “oír,” “las tinieblas” o “la noche,” “dormir” y “morir,” “resurrección y la vida.” Cuando los discípulos no podían entender la figura “Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle,” Jesús les dijo “claramente, Lázaro ha muerto.” El significado de las de más figuras podemos entender si leemos con cuidado, con los ojos y lo oídos abiertos.

1. Juan 11:8-10, “El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.”

-- “Andar de día” es andar en la luz (1 Juan 1:7) conforme a las enseñanzas de Jesús: obedecer el mensaje que Jesús trajo del cielo que nos da vida, la vida eterna.

2. Juan 12:35-36, “Aún por un poco está la luz entre vosotros, andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.”

3. Juan 12:46, “Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.”

I. Lázaro se enfermó, no para muerte, sino para la gloria de Dios.

A. La gloria de Dios se iba a manifestar cuando el Hijo de Dios fuera glorificado por medio de resucitar de la muerte al amado Lázaro.

1. La gloria es el poder celestial sobre la muerte terrenal.

2. La gloria de vencer la muerte físicamente refleja la grandeza de la gloria de vencer la muerte de pecado.

-- Vea Juan 5:24-28. “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren vivirán.”

-- Oír la palabra de Jesús es oír la voz de Jesús y poner en práctica sus enseñanzas.

-- Creer al que envió a Jesús es poner en práctica el mensaje que el Padre que tiene vida en sí mismo envió con Jesús. La vida que tiene el Padre y el Hijo es la manera de vivir que se llama “la justicia” y “la santidad.” Vivir así es tener la vida de verdad, la vida verdadera.

B. (11:8-10) “El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.”

1. 1 Juan 1:6-7, “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”

2. Andar en la luz significa vivir conforme a las enseñanzas de Jesús: la verdad y los propósitos de Dios, la voluntad de Dios. Es decir, “obedecer” todo lo que manda Dios.

3. En este caso, ¿qué quería Dios que Jesús hiciera? Dios quería que Jesús fuera a Betania primero y después a Jerusalén para morir en la cruz por nuestros pecados.

4. Jesús siempre hacía la voluntad del Padre. Juan 8:28-29; 7:28; 7:16-18; 5:17, 19, 36. (8:28, “Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.”

C. (Juan 11:11-14) Jesús usó metáforas para expresar suavemente las verdades más dramáticas.

1. De esta manera hablaba Jesús de “luz”, “vida”, “oír” y “creer.”

2. Aquí Jesús habló de la muerte de su amigo Lázaro, “duerme, mas voy para despertarle.” Pero cuando los discípulos no entendían, Jesús habló “claramente.” Dijo, “Lázaro ha muerto.”

3. (v15) “y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis, mas vamos a él.” ¿Creer qué? Ya creían que Jesús era el Mesías y el Hijo de Dios, Mateo 16:16-18. En el evangelio de Juan, vemos que Jesús usaba la palabra “creer” de la obediencia a sus enseñanzas, y de la fidelidad a lo que el Padre manda desde el cielo. Las órdenes que Jesús daba a los apóstoles serían muy difíciles. Tenían que poner sus vidas en riesgo y sufrir mucha persecución. Para obedecer las órdenes de Jesús tenían que estar fuertes y firmes en su compromiso a obedecer.

II. Juan 11:21-44. La Resurrección de Lázaro

A. Marta, v. 21-27. Creía en Jesús que podía haber sanado a Lázaro y que tal vez podía resucitarlo, porque dijo, “Mas también sí ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.” Cuando Jesús declaró su poder sobre la muerte, la preguntó, “¿Crees esto?” Marta confesó, “Sí, Señor; yo he creído que tu eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.” ¿Cuál poder declaró Jesús al principio?

1. Jesús la dijo, “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá.”

2. Juan 5:19-29 Volvemos al tema del poder de Cristo para dar vida por medio de sus palabras. La vida que enseña Dios, que envió desde el cielo.

3. “y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás.”

-- “vivir” significa conforme a la voluntad de Dios. Esta vida nos lleva a la vida eterna.

-- “creer” significa creer las enseñanzas del Padre quien levanta muertos, y por lo tanto ser fiel a Jesús y sus enseñanzas porque es el Hijo de Dios.

4. ¿Cómo puede ser que uno “no morirá jamás”? Aquí en Juan 11:26 dice, “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.”

-- Jesús vino para dar vida a los muertos, muertos por pecar y andar en el camino de pecado, es decir, pasar la vida haciendo lo que Dios juzga como “pecado.” El pecado mata. Andar en pecado es andar en las tinieblas, sin conocer a Dios. Jesús vino para levantar a los muertos y darles la vida, la vida eterna. Juan 5:19-27. Es la manera de vivir que sostiene al discípulo de Jesús y le da la fuerza para nunca morir. No morirá jamás porque anda en la luz, las enseñanzas de Jesús que el Padre le dio en el cielo para traer a la tierra. 1 Juan 1:6-7. Mientras uno vive de esta manera y se mantiene fiel, “creyendo” en Jesús por ser fiel a sus palabras de vida, jamás morirá. Vivirá eternamente.

-- “Vivir y creer” son metáforas que abarcan los conceptos que Jesús enseñaba. Son figuras parecidas a la figura de “sueño” que usó para hablar de la muerte de Lázaro. Las mismas figuras se encuentran en todos escritos de Juan and también en los del apóstol Pablo.

-- Romanos 6:16; 6:20-23: v16, “sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia” … v21, “el fin de ellas es muerte.” … v22, “Mas ahora que habéis sido libertos del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. V23, Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

-- Romanos 8:1-6, “los que andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” V5, “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.”

B. María, Juan 11:28-37. Confesó la misma fe que declaró su hermana.

1. Aquí vemos los sentimientos de Jesús. Cuando vio a María llorando, “se estremeció en espíritu y se conmovió.” (v33)

2. Los testigos entre los judíos dijeron, “Mirad cómo le amaba.” Este amor no era el “amor al prójimo” (agapao) sino el amor, el afecto fraternal (fileo). Le hizo llorar con sus amados. (11:35)

3. Las señales que Jesús había hecho durante los últimos 3 años de sanar a todos los enfermos, llevaron a los judíos preguntar, “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?” Por supuesto que sí. Sin embargo el poder de Jesús es mucho más que sanar a los enfermos, el poder de dar vida a los muertos: los muertos en pecado y los muertos físicamente. Es el mismo poder, el poder del Hijo de Dios, enviado del cielo.

C. Juan 11:39 Jesús dijo, “Quitad la piedra.”

1. Marta dijo. “Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.” Marta quería decir que ya era muy tarde para atender a Lázaro porque el cuerpo ya volvía a polvo, ya había experimentado la corrupción.

2. Jesús no pensaba en lo imposible sino en el poder de Dios que le mandó ir a Betania y mostrar su gloria, el poder sobre toda corrupción, el poder sobre la muerte. Anticipaba la gran señal de la resurrección de Jesús después de morir en la cruz por nuestros pecados para librarnos de la culpa y la práctica del pecado. Había dicho en 11:4 “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios; para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” Ahora, dice a Marta, (v40) “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” (el tema de la gloria: Juan 8:50; 12:28; 13:32; 16:14; 17:1, 5, 24)

3. Entonces quitaron la piedra y Jesús comenzó a dar gracias al Padre por haberle oído, pero añade, “Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.” (v42) Otra vez, Jesús declara la fe que se necesita para darnos vida: creer que el Padre envió a Jesús del cielo con palabras de vida para corregir los pecados del mundo y enseñarles cómo vivir. La muerte en la cruz no tendría éxito si los perdonados volvieran a vivir en pecado sin el conocimiento de la luz de sus palabras. No conocemos a Cristo si seguimos en pecado. No hay vida, no hay vida eterna si uno no pone en práctica las enseñanzas de Jesús.

D. Dos escuelas de testigos de la resurrección.

1. Juan 11:45 “Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.” ¿Cómo no? ¡Qué maravilloso el milagro de resucitar al hombre muerto por cuatro días! Eran testigos oculares de la gloria de Dios y de su Hijo Cristo Jesús.

2. Juan 11:46 “Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.” ¿Por qué no creyeron? Vieron la misma maravilla que los demás. Pero buscando la gloria de hombres, fueron a los fariseos para dar el reporte como si fuera algo malo.

-- De esta evidencia, vemos el buen juicio de Dios en no dar el privilegio de ser testigo de la gloria de la resurrección de Jesús a los rebeldes. A ellos no le importaría la verdad, solamente importa la gloria de los hombres.

III. La Maldad de los Sacerdotes al oír de la Resurrección de Lázaro

A. Juan 11:47-53 Convocaron un concilio (Sanedrín)

1. El drama en este capítulo nos recuerda de la plática en Juan 8:12-59. Los judíos procuraban matarle a Jesús (8:37) porque la palabra que Jesús trajo desde el cielo “no halla cabida en vosotros.” No amaban a Dios (8:42). No entendían el lenguaje de Jesús, porque no podía escuchar su palabra (8:43). No creían la verdad de Jesús, porque eran de su padre el diablo quien era mentiroso y homicida (8:44). El que es de Dios oye las palabras de Dios (8:47). Ellos no conocían a Dios (8:55) ni conocían a Abraham (8:39-41).

2. El concilio de los fariseos y los principales sacerdotes dijeron “¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.” (Juan 11:47-48)

-- Si Dios había hecho muchas señales por medio de Jesús, seguramente el mismo Dios podía vencer a los romanos como venció a Egipto en los días de Moisés en quien supuestamente ellos confiaron. Les faltó la fe en Dios.

-- O puede ser que no pensaban en perder a los romanos, sino perder su poder e influencia a Jesús. Buscaban la gloria de los hombres.

-- Menos que cuarenta años después, los romanos llegaron con sus legiones y precisamente destruyeron su lugar santo, el templo en Jerusalén y su nación. Cuando pidieron a Pilato que muera Jesús y Pilato se lavó las manos delante del pueblo diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros.” Contestaron, “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.” (Mateo 27:24-25)

3. Caifás, sumo sacerdote aquel año, dijo, “Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.” (Juan 11:49-50)

-- Sirvió de profecía “que Jesús había de morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.” (v51-52) “Los hijos de Dios que estaban dispersos” se refiere a los iban a ser salvos de las naciones cuando los discípulos de Cristo llevaron el evangelio a todas las naciones. “Congregar en uno” nos enseña que el efecto de las palabras de Jesús sería la reconciliación de hombres de todas las naciones en amor, amándose los unos a los otros no importa la raza, la lengua, o cultura. Este concepto ya se encontró en Juan 10:16 y adelante en las epístolas de Pablo: Gálatas 2, Efesios 2, y las historias del evangelismo que se encuentran en los Hechos de los Apóstoles.

Conclusión

A. Juan 11 termina con el drama hirviendo en silencio, mientras Jesús privadamente prepara a sus discípulos por los momentos difíciles de la última Pascua cuando Jesús se entregaría a sí mismo por los pecados del mundo.

B. Todo Israel calladamente deja sus ciudades y sube hacia el santo monte. Al llegar a Jerusalén, todo el mundo a la expectativa pregunta que haría Jesús.