T 220-223 El estudio en la vida y misión de la Orden
T 220-223 El estudio en la vida y misión de la Orden
220. [DECLARACIÓN] Como predicadores de la Palabra, "mendicantes, no sólo de pan, sino también de sabiduría" (ACG 2007 Bogotá 103), nuestro estudio está íntimamente unido a los demás elementos de nuestra vida: a la vida fraterna que compartimos, a la oración, al silencio de nuestros corazones, a la misión de predicación y al cuidado de los que nos ha confiado la Iglesia (RSG 7; ACG 2019 Biên Hòa 303). "In dulcedine societatis quaerere veritatem", "buscar la verdad en la dulzura de una vida compartida" (San Alberto, Politicorum Pars VIII). Por eso, el estudio dominicano tiene necesariamente una dimensión personal (el habitus que se exige a todos - RSG 8). También tiene una dimensión comunitaria: buscamos, vivimos y realizamos la verdad en comunión fraterna. Además, nuestro estudio tiene una dimensión eclesial: por medio de la predicación profética anunciamos "la Buena Noticia del Reino de Dios que está cerca" (RSG, Carta de promulgación; RSG 9). Por último, el estudio tiene una dimensión universal, porque, en solidaridad con toda la humanidad, somos capaces de encontrar la verdad (capax veritatis) y, por tanto, también de encontrar a Dios (capax Dei -RSG 2).
221. [DECLARACIÓN] [El fin (telos) del estudio dominicano es, pues, la verdad, o mejor aún, Aquel que es la Verdad. Buscamos la Verdad y la recibimos como un don, es decir, Aquel que es "más íntimo a nosotros que nosotros a nosotros mismos" (San Agustín, Confesiones III) nos encuentra y habita en nosotros. Discípulos y buscadores, queremos "aprender a ser servidores del misterio de la Verdad en este mundo", (RSG Carta de promulgación).
222. [DECLARACIÓN] Contemplari et contemplata aliis tradere. El objetivo y la meta de nuestro estudio es "la predicación de la Palabra de Dios" (RSG 12). A través de la predicación nos hacemos útiles a las almas del prójimo (Constituciones Primitivas, prol.; LCO 77 § I). El estudio orientado a la predicación nos hace servidores "de la Iglesia dando a conocer y comprender esta Palabra [de Dios]" (RSG 1; LCO 76) y dando "razón de la esperanza que tenemos" (I Pe 3,15). Por tanto, para todos los hermanos (incluidos los profesores) el estudio está esencialmente ligado a la reflexión teológica, a la práctica pastoral y a la predicación (RSG 4 y 70; LCO 239).
223. [DECLARACIÓN] La vida de estudio, que "alimenta la contemplación y fomenta la vivencia de los consejos evangélicos" (RSG 12), requiere la virtud de la docibilitas o disposición a aprender. El estudio en la Orden es, ante todo, "un don gratuito de Dios" (RSG 29,1), pero exige una disciplina especialmente sólida y una dura ascesis (RSG 29,1). Estas virtudes son especialmente necesarias porque nos encontramos con numerosas tentaciones: (1) hacer del estudio algo exclusivamente personal, un fin en sí mismo; o (2) hacer del estudio algo meramente funcional y práctico, por ejemplo, buscando respuestas fáciles a temas difíciles, o apelando rápidamente a la autoridad, sin advertir que todo ello promueve el relativismo que queremos superar (RSG 5). Por último, la sobreabundancia de herramientas y otros recursos fácilmente accesibles en internet puede provocar la dispersión mental y la incapacidad de reflexionar en profundidad.