16. Además de su conocimientos y comprensión de la teología en general, cada fraile debe familiarizarse con los contenidos de la tradición intelectual de la Orden. Esto incluye no sólo a los frailes que están estudiando para el ministerio ordenado o laical en centros de estudios institucionales de la Orden, sino también a aquellos que se encuentran realizando estudios en centros académicos que no pertenecen a la Orden. La Ratio Studiorum Particularis deberá explicitar claramente cómo debe ser transmitida la tradición intelectual de la Orden a todos los frailes en formación institucional en cada una de las siguientes áreas:
17. La Palabra de Dios.
Como predicadores de la Palabra de Dios, nuestros hermanos deben tener un firme fundamento en la Sagrada Escritura. Su formación debe incluir un estudio riguroso de la palabra humana del autor sagrado en su contexto histórico, cultural, lingüístico y literario, así como el significado teológico que se deriva del texto, de acuerdo con la interpretación y las enseñanzas de la Iglesia; de modo que sea la misma Palabra de Dios la que nutra a nuestros hermanos y la que sea proclamada por ellos como el Evangelio auténtico y vivo.
18. Filosofía.
La Orden siempre ha valorado el estudio de la filosofía y ha reconocido su propia autonomía en relación a la teología, aún cuando esta última ayude a que la filosofía sea más fructífera. La filosofía no solamente ofrece una explicación de la realidad a través del uso de la razón, sino que nos da los principios para entender y organizar nuestro conocimiento de la realidad, así como la gramática para tener un discurso racional con otros. Además de proveer un marco intelectual para la comprensión de la fe católica, como queda expresado en Fides et Ratio y en las Actas del capítulo general de Providence (ACG Providence 2001, 118 y 119), ella sirve como un vehículo para dialogar por medio del encuentro con otras culturas, creencias religiosas y posturas intelectuales. Por esta razón, deberá haber al menos dos años de estudio en esta disciplina, preferentemente con miras a obtener un bachillerato o licenciatura en filosofía. Además del estudio de la filosofía, los frailes deberán adquirir un conocimiento del contenido y de las metodologías de las ciencias sociales, tales como la historia, la psicología, la sociología y la antropología cultural.
19. La Historia de la teología.
Nuestros frailes no sólo deben estudiar la historia de la Iglesia, ellos deben también familiarizarse con los textos importantes de la tradición (patrística, medieval y posterior a la reforma) que han configurado la historia de la teología. De modo particular, nuestros estudiantes deben familiarizarse con la historia de la teología dominicana y con la contribución de los doctores san 7 Alberto Magno, santa Catalina de Siena y santo Tomás de Aquino. Este último debe ser estudiado críticamente, haciendo la distinción necesaria entre su tiempo y el nuestro para que los estudiantes puedan entender su método y su relevancia para la teología católica.
20. La historia de la Orden.
Nuestros frailes deben conocer la historia de la Orden, no simplemente su historia intelectual, sino también su historia religiosa y espiritual, la cual ha enriquecido la tradición teológica de la Orden. Este estudio debe considerar a las grandes figuras de nuestro pasado, incluyendo los hermanos y hermanas que han sido testimonios recientes de una viva y robusta teología dominicana.
21. Una visión teológica dominicana.
A partir de la visión de santo Domingo en la que el estudio debe estar ligado al ministerio de la salvación (LCO 76) y desarrollado por aquellos que lo sucedieron en la Orden, especialmente santo Tomás de Aquino, nuestro “óptimo maestro y modelo” (LCO 82), existe una visión dominicana de la teología que tiene sus propios énfasis dogmáticos, morales, espirituales y pastores. Ubicada dentro de un marco sapiencial, esta perspectiva filosófica y teológica considera a Dios en sí mismo y a todas las cosas en relación con Él como su principio y su fin. Para aquellos que aprenden y experimentan lo divino (dicens et patiens divina), todas las cosas se manifiestan como dignas de investigación teológica y en sujeto propio de ser predicado. Gracias a su deseo de conectarse con todo lo que es real, puede decirse que un enfoque dominicano interpreta los signos de los tiempos. Este enfoque insiste en la unidad fundamental, la inteligibilidad y el significado de la creación, la dignidad del individuo en su situación concreta e histórica y la bondad del mundo que, a pesar de su sufrimiento debido a los efectos del pecado, es sostenido por un Dios providente que es capaz de ser conocido y amado infinitamente. Este enfoque reconoce que los seres humanos, que han sido creados por Dios a su imagen y semejanza y que han sido restaurados por su gracia, poseen la capacidad de conocer a Dios y de amar a Aquel que es la Verdad y la Bondad mismas. Este enfoque enfatiza la centralidad de nuestro Señor Jesucristo en este proceso, cuya vida redentora, muerte y resurrección, permiten a la humanidad alcanzar a Dios a través de la presencia continua de Cristo en su Iglesia. Este enfoque afirma una visión de la vida moral donde, por medio de la práctica de las virtudes, especialmente de aquellas que han sido informadas por la gracia, la humanidad puede alcanzar la verdadera felicidad y participar en la misma vida divina de Dios, la vida compartida de la Trinidad.
22. La dinámica del diálogo.
En la tradición intelectual de la Orden, el diálogo entre nosotros, con otras gentes y con otras comunidades ocupa un lugar preponderante. Los estudiantes deben aprender las habilidades necesarias para dialogar con otras iglesias cristianas, con las grandes tradiciones religiosas del mundo, con la cultura contemporánea y con la ciencia moderna. Ellos deben tener oportunidades de realizar estudios interdisciplinarios y de explorar otros campos académicos y sistemas de conocimiento. Dentro de esta dinámica de diálogo, nuestros frailes deben desarrollar la capacidad de establecer conexiones entre la teología y las situaciones pastorales actuales y de reconocer la relación recíproca entre ellas.
23. La predicación.
Nuestra predicación debe estar informada por nuestro estudio de la Palabra de Dios, por nuestros conocimientos teológicos y por nuestra atención al mundo en que vivimos. Por lo tanto, la predicación dominicana debe ser la culminación de todo lo que la ha precedido. Nuestros frailes deben estudiar la teología de la predicación y la homilética y recibir instrucción respecto a su práctica para que lleguen a ser predicadores convincentes del Evangelio.