C. Cuestiones para la formación permanente

190. La formación permanente debe centrarse particularmente en la predicación. Por ejemplo, debe ayudar a los frailes a hacer un buen uso de los medios modernos de comunicación (Oakland 1998, n. 56, 59-60).

191. Debería haber encuentros regulares de formación permanente sobre el voto de castidad. Esto incluiría una consideración de las directivas en relación al ministerio e al contacto con gente joven y vulnerable. Debería considerarse también el tema del marco ético del ejercicio de nuestro ministerio, así como otros aspectos del comportamiento ético apropiado (Roma 2010, n.199).

192. La liturgia es siempre el director principal de nuestra vida espiritual que está enraizada en la Palabra de Dios. Por lo tanto, las comunidades deberán reflexionar regularmente sobre los temas relacionados con la liturgia: su teología y historia, su práctica concreta y, especialmente, su lugar en la espiritualidad del predicador dominico.

193. El acompañamiento habitual de unos con otros dentro de la vida de comunidad debería facilitar la corrección fraterna y el estímulo que necesitamos en circunstancias cotidianas. Habrá momentos en la vida de cada fraile en los que sea necesaria, de modo explícito y concreto, la compasión que él pidió al entrar en la Orden. Cada fraile debe tener la humildad para buscar ayuda cuando sea necesario y la comunidad, por su parte, la amabilidad y sabiduría para brindarla. Invitados a «confesar nuestros pecados unos a otros» (Santiago, 5, 16), necesitamos al menos a escucharnos unos a otros y apoyarnos en nuestras debilidades y vulnerabilidades, así como acudir con frecuencia al sacramento de la penitencia y de la reconciliación.

194. Los frailes mayores deberían ser, dentro de la comunidad, una fuente de sabiduría para los frailes. La comunidad debería ser consciente de sus necesidades y debería también asegurar maneras para que continúen participando significativamente en su vida.

195. Se deben animar espacios de encuentro de los frailes mayores de una provincia para reflexionar teológicamente sobre la espiritualidad del envejecimiento, así como para abordar asuntos particulares que les conciernen. Tales reuniones deberán incluir encuentros con frailes más jóvenes para reflexionar juntos sobre las diferencias generacionales y las respectivas fortalezas.

196. El resultado de tales reuniones de frailes mayores, cuya rica experiencia puede ofrecer un punto de vista aventajado para la predicación dominicana, podría ser interesante para toda la provincia y ser tratado en las comunidades locales.