D. El estudiantado
137. En los años entre la profesión simple y la profesión solemne, el estudio académico ocupa un lugar privilegiado, pero no exclusivo, en la formación de los frailes. Es un tiempo de madurar y de profundizar en la vida dominicana, así como de continuar creciendo en la fe.
138. Mientras se pone un apropiado énfasis en el estudio durante estos años, se debe ayudar a los frailes para que integren la formación intelectual con otros aspectos de nuestra forma de vida religiosa con los que dicha formación está íntimamente conectada. Su desarrollo espiritual y religioso sigue siendo la primera prioridad de estos años (LCO 213 §§I-II).
139. El maestro de estudiantes debe ayudar a los frailes estudiantes a integrar armoniosamente las diferentes exigencias que se les presentan. Con respecto a las etapas de la formación inicial y las prioridades que cada una de ellas incluye, debe tenerse cuidado en que el carácter total de la vida dominicana (el equilibrio de sus elementos y valores fundamentales) esté presente. El estudio no debe ser acentuado en detrimento de la vida de oración; y cualquier tensión entre la vida de comunidad y el estudio, por un lado, y la vida apostólica, por otro, nunca debería conllevar al rechazo de una u otra.
140. Si los frailes realizan sus estudios fuera una institución de la Orden, es necesario que en su comunidad se les presente el carácter específico del estudio dominicano. Se deben brindar cursos complementarios de teología y filosofía dominicana, en particular, sobre la contribución de Tomás de Aquino, así como sobre la enseñanza dominicana acerca de la vida espiritual, de acuerdo con lo pedido por la Ratio Studiorum Generalis.
141. El maestro de estudiantes debe brindar una orientación y formación específicas a través de reuniones individuales periódicas con cada fraile estudiante y de reuniones con el grupo del estudiantado. Debe recordarlos el valor de tener un confesor habitual y ayudarles a encontrar un director espiritual o un asesoramiento cuando sea necesario. Debe recordar también el papel de la comunidad de formación que le ayuda en su trabajo (ver Parte II, Sección A, arriba), otros frailes en la comunidad siempre respetando su responsabilidad específica como maestro.
142. La Ratio Formationis Particularis debe indicar si el maestro de estudiantes actúa como director de formación pastoral y, en caso que esta tarea se dé a otro fraile, debe decir cómo se le nombra. Corresponde al maestro de estudiantes asegurar tanto el acompañamiento espiritual como la reflexión teológica necesarios para ayudar a los frailes estudiantes a evaluar y profundizar sus experiencias buscando la integración de la dimensión apostólica en su vida dominicana.
143. Esta integración progresiva puede hacerse a través de experiencias apostólicas prácticas y bien definidas durante el año académico o experiencias de apostolado más intensas durante las vacaciones escolares, incluyendo también la posibilidad de interrumpir el ciclo de estudios (cf. n. 149).
144. Estas experiencias apostólicas deben asegurar que los frailes estudiantes tengan contacto con el mundo de los pobres, los explotados y los marginados y que, al mismo tiempo, los introduzcan gradualmente en las fronteras específicas de la vida y de la misión dominicanas.
145. El maestro de estudiantes debe mantenerse informado de la naturaleza y exigencias de la formación pastoral, especialmente cuando los compromisos pastorales requieran que un fraile esté ausente de las actividades de la comunidad.
146. También se asegurará de que los hermanos tengan vacaciones y tiempo libre. Estos deben ser para el descanso y el enriquecimiento, permitiéndoles después aprovechar mejor el tiempo dedicado al estudio y al apostolado.
147. Se alentará a los hermanos en formación a desarrollar sus talentos, a participar en deportes y otras actividades físicas recreativas, a participar en actividades culturales, apreciar la literatura, la música, el arte y a una vida saludable en la dieta, el sueño, etc.
148. Donde sea posible, los frailes estudiantes deberían pasar un tiempo en otros conventos de la provincia para experimentar la vida y el ministerio de otra comunidad distinta a la de formación. Esto ayudaría al fraile estudiante a integrar los diferentes elementos de nuestra vida en otro contexto. Esto también ofrece una oportunidad a los frailes de otras comunidades para valorar el progreso de los frailes en formación.
149. Se deben alentar y apoyar los intercambios entre provincias para aprender lenguas extranjeras, dedicarse a un trabajo apostólico, visitar conventos y casas de particular interés, tomar parte en reuniones de una misma región, etc. Cada fraile en formación inicial debería tener la posibilidad de vivir en otra cultura y aprender otra lengua. Cuando se considere necesario para la formación, los estudios pueden ser interrumpidas por el bien de una actividad apostólica o por otras razones (cf. LCO 164; 225 §II). Los intercambios también ayudan a los frailes en formación a apreciar la misión universal de la Orden.
150. Para evitar conflictos con relación a la jurisdicción, la Ratio Formationis Particularis debe definir claramente el papel del maestro de estudiantes en materias de responsabilidad como permisos y dispensas, vacaciones y trabajos pastorales, etc.
151. Se debe brindar una preparación adecuada, no sólo teórica sino también práctica, para los ministerios de lector y acólito, así como para la ordenación de diácono y sacerdote, sobre los deberes litúrgicos que estos ministerios implican, sobre la espiritualidad que debe caracterizar a quienes los ejercen y sobre el compromiso apostólico que suponen.
152. La Ratio Formationis Particularis debe establecer las modalidades para la institución de los frailes como lectores y acólitos. Estas instituciones tienen lugar entre la profesión simple y la profesión solemne (LCO 215-bis).
Formación de los frailes cooperadores.
153. Las provincias deben organizar la formación después del noviciado para los frailes cooperadores y frailes clérigos. Dependiendo de circunstancias locales y de las tradiciones de una provincia, puede haber estudiantados separados para frailes cooperadores y frailes clérigos. Esto debería especificarse en la Ratio Formationis Particularis. Cualquiera sea la organización prevista, todos los frailes deben recibir la misma formación humana y espiritual hasta la profesión solemne.
154. La Ratio Studiorum Generalis describe la formación intelectual necesaria para un predicador dominico. Esta formación es común para los frailes clérigos y cooperadores. Los estudiantes clérigos siguen además el curso de estudios que requiere la Iglesia para la ordenación. Los frailes cooperadores pueden seguir el mismo programa de estudios o recibir otra formación teológica y profesional de acuerdo al rol que la provincia prevea para ellos en la misión. El regente de estudios y el maestro de los cooperadores organizarán un programa de formación teológica para los frailes cooperadores en formación (LCO 217). Esto debe incluir siempre la formación de los frailes cooperadores para el ministerio laico en la Iglesia.
155. Se debe prestar atención en la formación de los frailes cooperadores para que participen plenamente la vida e la misión de la Orden. Un fraile cooperador más antiguo, con cierta capacidad, debe estar implicado en su formación. Dicho fraile debe ayudarlos a conocer la historia de esta vocación en la Orden y a seguir a Cristo, de acuerdo con su vocación específica, en el camino de Santo Domingo.
156. Durante los años de formación a los frailes se les debe advertir sobre la tentación del ‘clericalismo’, no sólo en relación a personas externas a la Orden, sino también en relación a los miembros no ordenados de la Orden.
157. En caso que la comunidad del estudiantado deba trasladarse a otro convento, o que se establezca una nueva comunidad del estudiantado, se debe consultar y no solo informar al Maestro de la Orden.