C. El noviciado y la profesión simple
120. El noviciado inicia a los frailes en nuestro modo de vida, que es el seguimiento de Cristo según el modo ideado por Santo Domingo: un modo de vida que se caracteriza por la consagración religiosa, la observancia regular, la pobreza, vida fraterna común, la liturgia y la oración, el estudio, y el ministerio de la palabra (LCO 2-153).
121. El noviciado debe tener algo del carácter de una «experiencia de desierto» con muchas oportunidades para la soledad y la oración. Es un período de iniciación en el que la entrada del fraile en un nuevo modo de vida debería estar claramente marcado por los ritos de paso, particularmente por la vestición del hábito. El noviciado tiene que ofrecer las condiciones necesarias para que el fraile experimente una nueva profundidad en el encuentro con Dios y consigo mismo, así como su iniciación en la realidad de la vida fraterna en común y para la misión apostólica de la Orden. El noviciado es sobre todo un tiempo para leer la Biblia, buscando entender su significado a través de la oración y el estudio, al igual que de aprendizaje sobre las condiciones y necesidades de las personas en el mundo.
122. El maestro de novicios es el encargado de la formación en el noviciado. Es ayudado por el consejo de formación local y, posiblemente, también por un asistente. El programa del noviciado es establecido por él y tiene que someterse a la aprobación del prior provincial. Él debería recordar también el papel de la comunidad de formación en asistirle en la formación de los novicios (ver LCO 181 y Parte II, Sección A, arriba). Se reúne regularmente con los novicios, tanto a nivel individual como en grupo.
123. Aunque el estudio es una parte esencial del noviciado y se da el currículum en LCO 187, estos estudios no poseen un carácter académico. A los frailes se les brindará tiempo suficiente para leer y reflexionar en las áreas señaladas en el currículum del noviciado; deben, sobre todo, leer la Biblia. Durante este año debe suspenderse cualquier otro estudio.
124. El noviciado tiene como objetivo ayudar al novicio a un discernimiento maduro con respecto a su vocación (LCO 186). Es también el comienzo de la formación en nuestro modo de vida, ya que los novicios empiezan a interiorizar, viviéndolos, los valores y las actitudes del carisma apostólico de Santo Domingo.
125. Este tiempo de aprendizaje progresivo de los diferentes elementos de nuestra vida va a dar prioridad a la vida espiritual y a la vida comunitaria, así como el desarrollo de una fuerte práctica de la oración, tanto personal como litúrgica.
126. Se debe brindar a los novicios una iniciación práctica en la liturgia y en la práctica sacramental de la Iglesia. El maestro de novicios les instruirá en la oración personal y litúrgica y les enseñará cómo integrar esto en su vida cotidiana. Se esforzará en infundir en ellos el amor a la vida litúrgica de la Orden y el aprecio de su centralidad para formar y sostener al predicador dominico.
127. La liturgia dominicana es la de una comunidad fraterna que comparte una vida y una misión centradas en la Palabra de Dios. El maestro ayudará a los novicios a ver cómo la disciplina del estudio personal es sustentada por la vida litúrgica de la comunidad. Los novicios serán iniciados en las ricas tradiciones de la Orden en himnos y cantos, y en sus tradiciones de oración devocional, en particular a María, la Madre de Dios (LCO 129).
128. Aunque primariamente es un tiempo de crecimiento espiritual y de descubrimiento de la vida comunitaria, el noviciado debería incluir una iniciación a los retos del apostolado. La formación del noviciado «no ha de ser solamente teórica sino también práctica, teniendo incluso alguna participación en las actividades apostólicas de la Orden» (LCO 188). Las prioridades y la orientación ordenada por los capítulos generales deberían guiar la selección de estas actividades.
129. Integrados en este programa de formación y unidos a él, las reuniones regulares permitirán a los novicios hablar de su vida en el noviciado, iniciándolos, de este modo, en la práctica de los capítulos (cf. LCO 7 §III).
130. La comunidad del noviciado, y más ampliamente toda la provincia, tiene un papel en la integración y formación de los novicios, bajo las modalidades que el maestro de novicios y el prior provincial tendrán que determinar y recordar. Sin embargo, la tarea del discernimiento recae en particular sobre el maestro de novicios (cf. LCO 186).
131. Los frailes deben ser conscientes de que, al hacer la profesión simple, ya se están comprometiendo totalmente con Cristo y con la Orden. En una cultura que valora la libertad de escoger y los cambios de trabajo, puede ser más difícil imprimir en los jóvenes el carácter definitivo de la profesión. Deberían ser ayudados a apreciar que Cristo los sostendrá en su profesión ya que es Cristo quien les ha llamado a seguirle en este camino.
132. Criterios para la admisión a la profesión: madurez psicológica, moral y religiosa del novicio, seriedad de la vida de oración, idoneidad para el estudio, disposición para el trabajo apostólico, amor al Evangelio, compasión por los pobres, los pecadores y a los no evangelizados, capacidad para vivir la vida de los votos y la vida común propia de nuestra Orden. Los que examinan y los que votan deben tener la seguridad de que el formando comprende los pasos que está dando y que asume libremente las obligaciones de la profesión.
133. La profesión se hace por un año, dos o tres, como está determinado en el estatuto de la provincia y puede renovarse según como esté determinado en el mismo estatuto. Se deben hacer por lo menos tres años de profesión simple y no más de seis (LCO 195 §II; 201 §I).
134. En las provincias en la que el estatuto permite una primera profesión por un año o por tres, estas dos posibilidades deben ser consideradas cuidadosamente entre el maestro de novicios y cada novicio (cf. LCO 195 §II). Sólo en circunstancias excepcionales los frailes harían la profesión por un año para continuar renovando cada año. 135. El prior provincial debe tener seguridad de que al novicio que pide hacer la profesión se le ha informado sobre los votos y formado para vivirlos. Los frailes que examinan a los novicios para la profesión también deben tener certeza sobre este punto.
136. Un novicio que ha hecho votos perpetuos o profesión solemne en otra congregación, no hace la profesión simple al final del noviciado, sino que se requiere una votación decisiva del capítulo y consejo conventuales en base a la cual él podrá continuar, con el permiso del prior provincial, el período de prueba, o deberá volver a su propio instituto (cf. LCO 201 §II).