Las religiones ofrecen propuestas de sentido transcendente compartido con un comunidad.
Al mismo tiempo, cada persona necesita concretar en su vida esa experiencia de sentido, la forma de hacerlo puede ser diferente para cada individuo.
Esa experiencia de sentido puede vivirse como una Vocación personal que tiene estas características.
Se vive como una llamada. No es una decisión que inicialmente surge de ti mismo sino que se vive como una demanda que no parte de ti. Un pregunta que se te hace. Un Tú que te cuestiona, te interpela y reclama de ti una respuesta ante la que no puedes pasar indiferente.
Dios llama a la existencia. Llama a las cosas que no son para que sean.
Implica Toda la Vida no solo un aspecto o un tiempo de ella. Unifica pasado, presente y futuro en un mismo sentido.
Va poco a poco afectando a cada dimensión de la persona. En ese sentido es una Profesión. No realiza simplemente unas tareas sino que se profesa, reclama la paulatina transformación exterior, pero también interior, de toda la persona.
Es un promesa de Plenitud. No se conforma con una visión mediocre y tranquila sino que empuja a esperar una mejor versión de ti mismo.
Aspira a vivir una vida abundante, a tener grandes sueños, una promesa de felicidad plena, a ser fértil para ti y para los demás.
Aspira a la madurez de una vida consciente e integral, donde lo que se piensa, se siente y se hace, es coherente en una misma identidad.
La vocación se siente en primer lugar no como tu proyecto de ser feliz, de autorrealización, sino como un Servicio a los demás. No es para ti, sino para los demás.
Al mismo tiempo ese servicio se experimenta como una tarea que te desborda, que excede tus capacidades, que supera el límite de tus fuerzas, que no puedes completarla solo. Necesitas de Otro para enfrentarte a ella.
De hecho no es extraño los que habiendo sentido una vocación personal tienen miedo y huyen de ella.
Todas las vocaciones cristianas son una respuesta a la vocación bautismal.
Una propuesta de Sentido:
PROPOSITO: Seguir a Jesús: La santidad.
NARRATIVA: Mi historia se inserta en la historia de salvación de toda la humanidad.
PERTENENCIA: La Iglesia.
TRANCENDENCIA: Relación con Dios: Ser Hijo de Dios.
En el bautismo somos llamados a vivir de una forma nueva nuestra vida, desde un relación: Somos Hijos de Dios.
Todo bautizado esta llamado a la Santidad. A vivir está relación con Dios configurando su vida en el seguimiento de Jesús de Nazaret. A unirse a Cristo, modelando toda nuestra vida según sus pensamientos, sus sentimientos y sus comportamientos.
Ser santo es la vocación común a la que todos estamos llamados. La única medida en la que comparar nuestra vida.
La vocación cristiana, no es una llamada a salvarse aisladamente, sino siempre a vivirla en comunidad: En familias, parroquia, grupos, movimientos, congregaciones, comunidades de base... La experiencia de Fe cristiana siempre se vive en una iglesia particular.
La vocación bautismal se concreta en cada persona en una forma de vida, un estado de vida permanente, que cada individuo debe descubrir a lo largo de su vida.
La iglesia habla de 3 estados: Vocación a la vida laical, a la vida sacerdotal y a la vida Religiosa. No hay ninguna más importante que otra, ni ninguna más perfecta que otra para alcanzar la santidad, las tres tienen la misma dignidad de Hijos de Dios.