Abraham ya era anciano. Su mujer Sara también era muy mayor para tener un hijo. Ninguno entiende como Dios será capaz de cumplir sus promesas.
En su ancianidad Abraham y Sara tuvieron un hijo. Le pusieron por nombre Isaac.
No entender a Dios no es impedimento para dejar de confiar en sus promesas. Vivir confiando en Dios nos lleva a exclamar en las dificultades: " Dios Proveerá"
Dios pide a Abraham que sacrifique a su hijo Isaac, lo que pone a prueba la fe de Abraham. Abraham lo que más valora en la vida no son sus ganados, ni su bienestar, ni su esposa, ni el hijo en el que había puesto todas sus promesas... lo que más valora es su relación con Dios.
Por eso, fiándose de Dios, es capaz de sacrificar todo lo que es importante en su vida. Para Abraham nada es más importante que su fe en Dios.
Abraham solo tuvo un hijo, Isaac, pero de él y sus descendientes surgió el pueblo de Israel... y en el pueblo de Israel nació Jesús.
En ocasiones las promesas de Dios tardan en cumplirse o no se cumplen como nosotros quisiéramos. Dios se revela, se comunica, progresivamente a través de la historia y a veces por caminos inesperados que no somos capaces de prever.
Dios quiere que el hombre viva y viva en plenitud. Podemos confiar en sus promesas, nunca abandona a quien se confía en él. Dios abre nuevos caminos hacia una vida nueva.