La Experiencia de Contemplación de la realidad no es un simple ver la realidad. Es una reacción ante la belleza. Requiere poner en juego otras capacidades humanas:
ATENCIÓN
Parar la actividad de las manos y de la mente.
Evitar los ruidos que nos dispersan y alejan de lo importante.
Fijar el foco de la atención en la realidad contemplada.
OBSERVAR
No es un simple ver, hay que mirar con intención.
La contemplación también está abierta a percibir con los otros sentidos: oido, tacto...
SENTIR
Dejarse interpelar íntimamente por la belleza, la curiosidad, la admiración, la fascinación, la inmensidad...
PASIVIDAD Exterior/
ACTIVIDAD Interior
No reducir la experiencia a producir, tener, usar, buscar una utilidad...
Trasciende la realidad y nos vuelve más conscientes de los múltiples significados y sentidos que evocan.
La contemplación de la creación, para los creyentes, nos habla de un Dios creador. Este Dios creador lleva a la Alabanza, a la expresión de la Alegría y a dar Gracias.
En la Biblia el libro de los Salmos recoge la expresión de esta alegría y admiración por la naturaleza en forma de poemas que expresan los sentimientos del creyente.
San Pablo habla de que contemplando lo visible de la creación se puede llegar a la invisible de Dios, a reconocer así a la presencia de Dios en la creación.