Pablo no conoció a Jesús en vida. Era un fariseo profundamente religioso. Preocupado por cumplir y hacer cumplir todas las leyes judías.
Su defensa apasionada del judaísmo le llevó a perseguir a los cristianos. Incluso estuvo implicado en la ejecución de Esteban, el primer mártir.
Camino de Damasco, mientras iba a detener a unos cristianos, tuvo una experiencia que le cambió la vida.
Se encuentra con Jesús en el camino y recibe la misión de ser apóstol y anunciar a Jesús entre los gentiles.
La conversión de Pablo le lleva de ser perseguidor implacable de los cristianos a ser un apasionado misionero del evangelio.
El nombre de Gentiles servía para designar a todos aquellos que no formaban parte del pueblo de Israel: romanos, griegos, egipcios...
Pablo dedica toda su vida a anunciar el evangelio entre los gentiles.
Su convicción en su misión tiene que pasar muchas dificultades y peligros. Es apedreado, perseguido y su vida corre serio riesgo.
Realiza varios viajes por el mundo pagano: Asia menor, Grecia, Roma... Más allá de las fronteras del mundo judío funda nuevas comunidades en las ciudades que visita. Las cuida y las acompaña a través de sus cartas.
Pablo es ciudadano romano lo que le confería ciertos derechos dentro del imperio romano.
Tras ser detenido en Jerusalén y acusado ante las autoridades romanas de judea, Pablo pide ser juzgado por el emperador.
Fue llevado a Roma, donde pudo predicar ante los romanos. Al final es condenado a muerte. Un ciudadano romano no podía ser crucificado así que muere decapitado.