Los animales funcionan por instinto. Ante un estímulo, los animales no poseen la capacidad de elegir. Reaccionan de forma automática emitiendo una respuesta instintiva.
El ser humano, siendo también un animal, no está limitado a su instinto. Gracias a su libertad y razón tienen capacidad de ir más allá de su instinto y elegir.
La persona ante un estímulo no está limitado a una única respuesta.
Al contrario, su inteligencia es capaz de encontrar varias posibilidades, y más allá del instinto, puede elegir para su respuesta cualquiera de ellas decidiendo desde su libertad.
La capacidad de generar posibilidades no es infinita. Estará en función de las circunstancias personales y ambientales en que se produce la elección.
Dentro de estas condiciones la elección libre es posible.
La libertad humana no es ilimitada. Es una libertad condicionada, es decir, está enmarcada siempre dentro de unos límites. Lo que puedo hacer y lo que puedo saber es limitado.
Por tanto la libertad humana necesariamente es limitada.
La responsabilidad es la otra cara de la moneda de la libertad. Una no puede darse sin la otra.
Porque soy libre de elegir, también soy responsable de mis elecciones y de sus consecuencias.
Ya que puedo elegir entre varias posibilidades me hago responsable de porque me he decidido por una y no por otras.
Dos condiciones hacen falta para que una decisión sea libre:
Saber lo que haces
No me obliguen
De lo contrario no podría hacerme responsable de mis decisiones.