Todas las personas tenemos necesidades para ser felices. Algunas veces lo que necesitamos para vivir se puede exigir a los demás. Es de justicia que entre todos tales necesidades sean demandadas y defendidas para cada persona.
Pero también es cierto que tenemos necesidades en nuestra vida que no se pueden exigir a los demás. Solo podemos disfrutar de ellas cuando otra persona, libremente, nos las ofrece como un regalo, sin esperar nada a cambio. No podemos comprarlas, no se pueden forzar, ni dependen de nosotros conseguirlas, solo esperarlas.
Esto hace que podamos vivir nuestras necesidades desde dos actitudes distintas:
Es agradecido. Vive dando gracias por disfrutar de todo cuanto tiene, como un regalo. No se siente merecedor de lo que recibe. Al contrario se siente agraciado sin merecerlo.
Es humilde. Pide "por favor" lo que necesita. No lo quiere todo sino se sabe contentar con lo necesario para vivir, e incluso con menos.
Se siente alegre con lo que tiene. Cuanto tiene aunque sea poco le hace feliz.
Actúa gratis. Es capaz de dar, darse, sin esperar nada a cambio.
Es desagradecido. Cree que merece cuanto tiene y lo que no consigue por sus propios esfuerzos, los demás deben proporcionárselo
Es exigente con todos. Exige constantemente lo que desea. Siente que es obligatorio para los demás proporcionárselo.
Se siente desgraciado. Está triste. Nunca esta satisfecho con lo que tiene. Siempre quiere más, siempre lo quiere todo y lo quiere ya. Nunca es suficiente para ser feliz.
Pone precio, a lo que tiene y a lo que hace. Siempre hace lo que hace a cambio de algo. Nunca hace nada gratis.