Moisés no entró en la tierra prometida. Antes de morir nombra a Josué para que guíe al pueblo.
Cuando llegaron a la tierra prometida, a él le correspondió la conquista de la ciudad de Jericó.
Tras la conquista de Canaán los Israelitas se repartieron en doce tribus, con el nombre de los doce hijos de Jacob.
La biblia menciona doce jueces encargados de defender a las tribus unidas.
Uno de esos jueces, el más conocido, fue Sansón, juez famoso por su extraordinaria fuerza.
Las tribus israelitas se dieron cuenta de que necesitaban estar unidas para defenderse, por lo cual pidieron a Dios un Rey que diera unidad a las doce tribus.
El profeta Samuel, unge a Saúl como rey. La unción era echar aceite sobre una persona como signo de que había sido elegido por Dios para una misión.
Al ungido se le llama en hebreo y latín: mesías. En griego se le llama: cristo.
Saúl fue el primer rey de Israel. No fue un buen rey ya que confiaba más en sus propias fuerzas que en Dios.
David era el menor de siete hermanos. Era pastor.
La historia de Goliat demuestra que David, siendo aún un niño, se fiaba más de Dios que en sus propias fuerzas.
David conquistó la ciudad de Jerusalén.
Salomón, hijo de David, fue un rey sabio, como cuenta la historia de las dos madres que se peleaban por un mismo hijo.
Salomón construyó el templo de Jerusalén donde guardar el arca de la alianza, con las tablas de la Ley de Moises.
Los profetas, como mensajeros, hablan en nombre de Dios.
Denuncian la infidelidad del rey y del pueblo cuando se apartan de Dios. Denuncian la injusticia y sufrimiento que esta infelicidad provoca en los más débiles.
Proclaman que Dios sigue siendo fiel al pueblo y no les abandona. También proclama una esperanza, la venida de un un mesías, un elegido, de la casa de David, que traerá la justicia y la salvación de Dios.
Jesús es el Mesías, anunciado por los profetas, que cumple con la promesa hecha a Abraham y su descendencia y trae la salvación a todos los hombres.
En Jesús se establece la nueva alianza de Dios con toda la humanidad.