Sor Antonia Maria Clara Ricardos Carrillo de Albornoz y Sor Antonia Inés Ricardos Carrillo de Albornoz fueron hermanas del general Ricardos.
Convento de las Capuchinas. Vista general. (J. Abizanda)
La primera fundación de M.M. Capuchinas en Barbastro, se debió al celo apostólico de D. Diego Antonio Francas de Urrutigoyti, que ocupó la Sede Episcopal de Barbastro de IÓ56 a 1673. En 1669 el Racionero de la Catedral, licenciado D. Juan Hilario Noguero, puso a disposición del Obispo una casa y huerto para la fundación, en el lugar que hoy ocupan los “jardinetes”.
Con donativos del Obispo D. Diego y otras personas piadosas, el dos de Febrero, día de la Candelera, de 1670, inauguraron el Convento con cuatro monjas Capuchinas profesas de Huesca y siete doncellas de Barbastro que habían solicitado la toma de hábito. Sesenta y siete años estuvieron las M. M. Capuchinas en este convento. El 24 de Octubre de 1727, D. Carlos
Alamán, Obispo a la sazón de Barbastro, dio licencia para la construcción del actual convento de la C/. S. Miguel. El lugar que dejaron las Capuchinas en el Coso, fue con el tiempo convento de los P. P, Paules y Seminario hasta 1936.
En los primeros meses de 1727, llegaba a Barbastro el Regimiento de Caballería de Malta al que pertenecía D. Felipe Ricardos Rodríguez de Herrera casado con Dª Leonor Carrillo de Albornoz y Antich. El 12 de Septiembre del mismo año nacía en Barbastro un varón que le pusieron de nombre Antonio Buenaventura, segundo hijo del matrimonio. Como dato curioso, el matrimonio era muy devoto de S. Antonio de Padua y a los cinco hijos que tuvieron les pusieron de primer nombre Antonia o Antonio; estos, fueron:
Antonia Engracia, que casó con el Marqués de Tablantes.
Antonio Buenaventura, nuestro General, Héroe del Rosellón y Conde de Trouillas.
Antonia María Clara, Capuchina.
Antonia Inés, Capuchina Antonio Ramón, fallecido en Cádiz, siendo niño.
(Esta cita, está tomada del artículo de Vicente Zueras en la Rev. Somontano nª 4)
Dióse comienzo a las obras del nuevo convento de la C/ . S. Miguel el 21 de Agosto de 1728, colocando el Obispo D. Carlos Alamín la primera piedra Este Obispo contribuyó con considerables limosnas para la obra. D. Felipe Ricardos, entonces Brigadier de los ejecitos de S. M. y coronel del Regimiento de Malta y su esposa Dª Leonor contribuyeron con 400 escudos y escribió a numerosos Obispos y Arzobispos y distinguidas personas, animándolas a dar limosnas para las obras. También la oficialidad del Regimiento de Malta contribuyó con sus donativos y los soldados con trabajos de explanación y cimientos, pues nos dicen las crónicas del convento “que el lugar, el más alto de la Ciudad, lo tuvieron que allanar por sus elevadas peñas y montes”.
Otro insigne benefactor de la fabrica del convento, fue S. M. el Rey Felipe V, por mediación de D. Juan Antonio de Ahumada, pariente lejano de Sta. Teresa de Jesús, y amigo de las Capchinas. Su Majestad, dió permiso para pedir limosna en España y el Virreinato de México, de donde vinieron 8000 escudos. Pero sobre todos los bienhechores se distinguió D. Pedro Olivan, natural de Graus, agente de S. M. en el Real Consejo de Indias. Además de numerosas limosnas, a sus expensas se construyeron el retablo mayor de la iglesia y los das laterales y también la casa del confesor.
Sólo tres años estuvo en Barbastro el Regimiento de Caballería de Malta. En 1730, recibió la orden de trasladarse a Cádiz. Dª Leonor, llevada del afecto que profesaba a las Capuchinas, decidió dejar a sus hijas con ellas. Antonio Antonia Mª Clara de dos años y un mes y a Antonia Inés que sólo contaba seis meses le buscaron un ama de leche, que venía al convento para darle de mamar. Así consta en las Crónicas del Convento. En la mente y el corazón de tan noble Dama, estaría la idea de venir a recordarlas y visitarlas, pero ya no pudo volver, pues la muerte le llegó a los pocos meses de estar en Cádiz, el 20 de Junio de 1731. El dolor que la muerte de Dª Leonor causa su familia y a la Familia Capuchina fue tremendo. Ni que decir tiene que las Hermanas Capuchinas procurarían darles el mayor afecto posible a aquellos dos angelitos.
En el año 1737 se terminaron las obras del nuevo convento, quedando tan confortable para las Hermanas Capuchinas (el que dejaban en el Coso, era pequeño, insano y húmedo), que fue el mejor convento de Capuchinas de España. Bendijo la nueva Iglesia, por comisión del Obispo D. Carlos Alamán, su vicario general, dedicándola al Dulce Nombre de Jesús y pocos días después se trasladaron al cementerio, los restos de las fundadoras y demás religiosas que habían fallecido en el convento del Coso.
El día señalado para pasar las Hermanas al nuevo convento, fue el 18 de Mayo, en cuya tarde se formó una solemne procesión a la que asistieron el Señor Obispo, Cabildo Catedralicio. Clero Secular y Regular, Autoridades y un gentío inmenso de la Ciudad y de la comarca. Presidía la Procesión una carroza que portaba la Custodia con el Stmo. Sacramento, que era llevada a hombros de Sacerdotes y una imagen del Niño Jesús, que se conserva en el Convento, para presidir el retablo mayor.
La Madre Abadesa llevaba de la mano a la niña Antonia Mª Clara, que ya contaba nueve años y la Madre Vicaria a su hermana Antonia Inés que le faltaba poco para cumplir ocho. Iban las niñas vestidas con hábitos, tocas y velos de novicias con coronas de flores en su cabeza y fueron la admiración de todos por su modestia y recogimiento. En los tres días siguientes, se celebraron en el nuevo convento solemnes funciones religiosas con predicadores renombrados y el cuarto, un solemne funeral por las religiosas que habían fallecido en el convento del Coso, cuyos restos habían sido trasladados unos días antes.
Sor Antonia Mª Clara. Nació en Barbastro el 12 de Mayo de 1729. A los tres años nos dice la crónica del convento, leía castellano y latín y Dios la dotó de ingenio vivo, tenaz memoria, talento dócil y de dulce y sonora voz, y a los ocho años, ya era cantora del coro. Canónicamente se tomaba el hábito a los doce años y Sor Clara lo tomó a los trece por esperar que su hermana Inés cumpliera doce y así tomaron juntas. A los dieciocho hizo profesión solemne de sus votos.
La vida de Sor. Clara estuvo llena de sufrimientos corporales y el Señor la puso su fidelidad a prueba en muchas ocasiones por medio del dolor. A los veinte años padeció una grave erisipela que le produjo unas grandes llagas en las piernas; quedó sin poder andar y por dos veces le administraron el Sto. Viático pensando que iba a morir, pero se recuperó, quedando muy limitada para la vida normal de la Comunidad. A pesar de su poca salud aceptó el cargo de Maestra de novicias, el cual desempeñó de manera edificante.
A los treinta y seis años tuvo otra grave enfermedad de la que ya no se recuperó, parece ser que fue una neumonía. . Los cuatro ú1timos años de su vida prácticamente los pasó en cama. El miércoles veintidós de Febrero de 1769 le administraron el Sto. Viático y falleció el día veinticinco del mismo mes, a las once de la mañana, a los cuarenta años. (Crónicas del Convento).
Sor Antonia Inés. Nació en Barbastro en 1930. Como hemos citado a los seis meses ingresó en el convento. Ya en su mayoría de edad fue muy penitente, de un entendimiento claro y Perspicaz, generoso, y en las prendas naturales la hizo Ntro. Señor aventajada(crónicas del convento). Era muy devota del Stmo. Sacramento y de recibirle; muy amante de la Stma. Virgen y en la santa observancia de nuestra Regla, escrupulosísima y muy caritativa con las Hermanas.
Ocupó el cargo de Madre Abadesa durante dieciocho años y posteriormente el de Vicaria. Se conoció, en los dos años últimos de su vida, le había dado Ntro. Señor, luz de su cercana muerte, según se le noto en todas sus cosas que eran como una despedida. Su enfermedad fue también pulmonar, la cual aceptó con gran conformidad, siguiendo hasta el día antes de morir sin admitir. colchón ni quitarse el hábito de sayal, dándonos en todo grande edificación como lo hizo siempre. . Recibió el Viático y la Sta. Unción, falleciendo entre cuatro y cinco de la tarde el viernes 7 de Febrero de 1800, a los 70 años.
Al conmemorar el primer Centenario de la muerte del General Ricardos en 1894 (falleció en Madrid el 13 de Marzo de 1794, a los 66 años), se organizaron en Barbastro, entre otros actos culturales, un acto cívico, consistente, en una solemne procesión, en la que participaron 22 corporaciones de la Ciudad, bandas de música, banderas y estandartes y una carroza que portaba el busto del General Ricardos. Salió de la Plaza del Palacio, después de cantarse un solemne Te Deum en la Catedral, subió por la C/, Los Hornos, Plaza de la Candelera y C/. S. Miguel, hasta el convento de M. M. Capuchinas. Por haber sido este protegido por los padres del General y reposando allí los restos de sus hermanas, se les tributó el recuerdo de cantarse un solemne responso. Después el cortejo siguió su marcha hasta la casa natal del General, donde se descubrió la placa que hoy puede verse en el vestíbulo de la casa.
(Cita de la conmemoración del Centenario, está tomada del artículo de Vicente Zueras en la Revista Somontano Nº 4)
Entre las celebraciones del segundo Centenario en 1994, se recuperó un cuadro de Dª Leonor Carrillo de Albornoz, que dicha Sra. había donado al convento y a sus hijas y que se hallaba arrinconado entre otros objetos del coro alto de la Iglesia. El catedrático de Arte D. Manuel García Guatas lo llevó a restaurar a Zaragoza. Una vez restaurado, se celebró en el convento un acto cultural, en el cual, el citado catedrático, explicó sus característica. En el mismo acto, actuó también la Coral Barbastrense.