Las costumbres cambian
los hombres no.
Por eso el de ayer fue parecido al de hoy
y no será muy diferente al de mañana.
Hablando de recuerdos, como no hacerlo en este verano de agobiantes temperaturas, de nuestras calles entremuranas. En el estío eran salón y cuarto de estar de animadas reuniones, con mantenedores de fácil palabra, sentenciosos y dicharacheros, verdaderos magos del entretenimiento. De cultura paralela a los medios que habían tenido, pero, esos sí, de una inteligencia natural y una réplica inmediata fuera de toda duda,
Improvisados gaceteros del vivir de cada día, el cuento, el chiste y el sucedido, eran narrados con maestría, en medio del regocijo de convecinos en amplia representación y heterogénea condición. Que gran poder de convocatoria y credibilidad tenían estas reuniones al fresco de la noche, Ahora las llamaríamos “tertulias”.
Para sí las quisieran algunos de los que nos “mitinean” de gestiones reformadoras sistematizadas, con una proyección sistematizada y coyuntural. ...Toma tomate Tomasa. . Que así se expresan algunos listos de abono que pagamos por le que no valen.
Si cuando un viejo se muere una biblioteca se quema, nunca mejor dicho “aquellos viejos tan viejos, ¿porque se morirían tan pronto?”.
Aquellas generaciones de viejos, que con su ser y sus personalismos dieron intimidad a este barrio que con tanto orgullo magnificamos. A todos ellos nuestro recuerdo, de verdad sentido, mentando alguno en representación de todos: Sellés, Aragón, Garnacha, Marino. Este último con sus hazañas de caza furtiva, más bien episodios, dignos de ser relatados por Galdós.
Con un silbido, reunía a buena parte del numeroso censo perruno del Barrio, fueran galgos o podencos, ¡que más daba! Partía con una rehala y un empaque que hubieran causado envidia del mejor montero extremeño.
Pobre pincelada costumbrista, Josefina. Tú, no solo la darías mejor, tú, la darías bien. No es posible. Tú, ya estas entre ellos, ya solo eres, eso sí con mayúsculas, RECUERDO.
Reuniones estas intrascendentes. De unas vidas sencillas, sin complicaciones sociales ni psicológicas, con un sentido practico y un razonamiento filosófico de no conocer las cosas más que lo suficiente para gozarlas. Despreocupados por el ser o tener. Contentos cómo eran y con lo que tenían. Sin saberlo habían alcanzado la verdadera sabiduría: la de ser felices.
Verdaderos catedráticos en “gramática parda”. Si no vean algunos ejemplos de mis recuerdos. “El sólo querer vivir, la mitad de lo que había de estar muerto”. ¡Casi nada! O aquel otro, “El sol sale para todos. Algunos no saben tomarlo”, en clara referencia a las personas que no les salen bien las cosas. O acaso se puede pedir más que los deseos de tener, “cien mil duros cien mil veces, vivir hasta que él quisiera y gloria cuando de muera” Había que pensar en todo. No se podría negar falta de previsión. Y otro muy sustanciosos, con un alarde de prudencia y taimada expectativa. Habiendo casado un hijo, alguien preguntó por las virtudes de la nuera.
Vean la contestación: “para alabarla, tiempo habrá, hablar mal, no se puede, de momento”.
Estas y tantas cosas se podían oír en aquellas reuniones que se hacían en las calles, junto a los muros del Portal, del muro de las Carreteras y del muro Romano de la calle de los Hornos, entre otros. Y entre muros, estos sí, están los venerables de la Sta. Iglesia Catedral, donde adoramos a nuestro Patrón, el Santísimo Cristo de los milagros.
"Muro romano" en la calle de los hornos (J. Abizanda)
“Ad multos annos” y Felices Fiestas a todos.
Artículo escrito por D. Angel Tornés,
para el programa de Fiestas del Barrio de 1991.