Fronteras y Justicia global

Introducción

La división del mundo en países separados por fronteras, con diferentes culturas, leyes, costumbres, sistemas políticos, intereses y preferencias, es origen frecuente de conflictos. Conflictos internacionales que involucran a países enteros como son las guerras, o conflictos a menor escala en zonas fronterizas como son las migraciones impulsadas por la pobreza, la guerra o la represión política.

Las obligaciones de los gobiernos, de las asociaciones civiles y de los ciudadanos particulares de una nación con las personas migrantes son fuente de dilemas morales. Como sabemos, un elemento esencial de todo dilema moral es la oposición entre valores morales que, al menos a primera vista, nos parecen igualmente valiosos y de ahí nuestras dudas al tener que elegir una entre varias alternativas de acción. Por ello, y antes de plantear algunos de estos dilemas, conviene primero:

Fronteras

Si la función de las fronteras es separar a las personas, ¿pueden las fronteras nacionales favorecer algunos de nuestros valores morales? Para poder contestar afirmativamente, primero conviene recordar que a lo largo de la historia las fronteras se han creado y eliminado con más frecuencia de lo que podríamos pensar.

Dos o más países pueden unirse, eliminando la frontera que los separa. Algunas de estas uniones han sido breves, y en apenas unos años la fronteras eliminadas han vuelto ha levantarse, demostrando que la unión de pueblos y culturas tiene muchos obstáculos y no siempre es vista como deseable:

Otras uniones han demostrado ser más estables y perviven hoy; son prueba de que la eliminación de fronteras puede ser muy beneficiosa para sus habitantes:

En cuanto a la creación de nuevas fronteras como resultado de la división de un país, también podemos distinguir entre separaciones amistosas entre pueblos con culturas, tradiciones, intereses diferentes que, tras un tiempo unidos bajo una misma bandera, deciden separarse:

En estos casos, diferencias culturales y distintos proyectos de país llevaron a la separación política. La separación permitió que cada nuevo país siguiera su propio camino, sin que la parte más poderosa (Suecia, Chequia) tuviese un papel dominante sobre los habitantes de la parte menos desarrollada (Noruega, Eslovaquia). El derecho a la autodeterminación de los pueblos colonizados es el origen legítimo de otras muchas fronteras actuales. Al reconocer estas nuevas fronteras, reconocemos la soberanía de un pueblo para establecer sus propias leyes y tomar sus propias decisiones. 

En otros casos, la separación ha sido necesaria para detener la violencia entre sus habitantes:

Aunque Pakistán e India y Sudán y Sudán del Sur mantienen tensiones y enfrentamientos políticos, la violencia entre poblaciones de etnias o religiones diferentes han cesado gracias a la interposición de una frontera.

Podemos concluir diciendo que las fronteras son una herramienta política que, como cualquier otra herramienta, puede ser usada para lograr algo positivo o para lo contrario. Podemos señalar dos condiciones para que una frontera tenga efectos positivos:

Cuando la primera condición no se cumple, tenemos una frontera que no es aceptada por quienes se ven separados por ella: impone una división entre dos partes de un mismo pueblo o entre pueblos que desean vivir unidos. Es una frontera injusta que sólo puede mantenerse con el uso de la fuerza. 

Cuando la segunda condición no se cumple, tenemos pueblos  anexionados a una potencia superior que impone sus leyes, su modo de vida y sus intereses sobre los pueblos colonizados.

La separación política de los territorios colonizados, con fronteras propias e internacionalmente aceptadas, es un primer paso para recuperar la independencia.

Justicia global

La justicia es quizá el valor moral clave para lograr la convivencia. Ser tratados con equidad, sin favoritismos ni prejuicios, tanto a la hora de asignar o distribuir un bien (justicia distributiva) como a la hora de restituir un daño o castigar una mala acción (justicia retributiva), es un valor moral fundamental para mantener la paz. Todos los grupos humanos tienen un concepto de justicia que regula cómo deben comportarse sus miembros al repartir bienes y castigos.

Los derechos y deberes derivados de nuestro sentido moral de justicia se trasladan en gran medida al ámbito legal: las naciones tienen leyes que establecen cómo deben comportarse sus ciudadanos y cuáles serán los castigos si no lo hacen. Hay una estrecha conexión entre moralidad y legalidad cuando hablamos de justicia, si bien no todas las obligaciones moralmente justas son legalmente obligatorias ni todas las injusticias moralmente prohibidas están también prohibidas por la ley. Por ejemplo:

Así pues, moralidad y legalidad son dos terrenos diferentes: el primero es el terreno de la conciencia moral, el segundo es el terreno de los derechos y obligaciones establecidos por las autoridades de nuestro país.

Cuando hablamos de justicia global, damos un paso más allá de las fronteras de nuestro país y nos preguntamos si hay ciertos derechos y obligaciones que van más allá de las leyes de esta o aquella nación y que afecten a todos los ciudadanos del mundo, con independencia de su nacionalidad. Y si consideramos el aspecto moral en lugar del legal, hablar de justicia global nos lleva a concretar un valor moral universal de justicia más allá de nuestras ideas particulares.

Una manera de empezar a contestar estas difíciles preguntas es la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH). La DUDH no es una ley, es una declaración de principios. Propone derechos para los ciudadanos y obligaciones para los gobiernos. Aquellos gobiernos que la firman se comprometen a avanzar hacia el cumplimiento de esos derechos. Pero la DUDH no marca plazos ni medidas concretas a los gobiernos, les marca unos objetivos a conseguir.

¿Cuál es la base de la DUDH? Dos principios morales:

La DUDH propone estos esos dos principios como guía a gobiernos, organizaciones y ciudadanos. Pero cada país debe aplicar esos principios en su situación concreta. Entran en juego diferencias históricas, de capacidad económica y las prioridades de cada gobierno. En un país sus ciudadanos pueden dar prioridad a la educación (artículo 26) mientras que en otro pueden poner por delante la salud (artículo 25) o la justicia (artículo 8). Los recursos son limitados. Exigir que otros países apliquen nuestras mismas políticas puede entenderse como paternalismo o etnocentrismo.

El artículo 14 de la DUDH proclama el derecho universal de toda persona a ser acogido en otro país cuando en el suyo le persigan por motivos políticos, religiosos, étnicos o por cualquier otra discriminación injusta. 

Ante la avalancha de refugiados perseguidos por guerras, muchos países no hacen honor a su compromiso: se niegan a acogerlos. La alternativa para muchos candidatos a refugiado es la entrada ilegal.

No estamos ante un dilema moral, sino ante la falta de voluntad política de los gobiernos que se desentienden de sus obligaciones.

Dilemas

Aunque cada gobierno (quizás siguiendo la voluntad de su ciudadanos expresada libremente en elecciones y referéndums), tiene autonomía a la hora de elegir el modo y las prioridades en su avance hacia el cumplimiento de la DUDH, se plantean dilemas cuando las leyes de un estado entran en conflicto con nuestros valores morales.  Dentro de las fronteras de cada país sus leyes están vigentes y pueden incluso contar con el apoyo muy mayoritario de sus ciudadanos, pero al mismo tiempo pueden entrar en conflicto con un ideal de justicia global que pone a la igualdad y la dignidad humanas por encima de la libertad y del respeto a las decisiones de los ciudadanos de un estado.

A continuación describimos dos de estos dilemas.

Matrimonios libres e iguales

Aunque desde su independencia el gobierno de la India ha promulgado leyes contra la discriminación de su sistema de castas, la segregación por castas sigue siendo predominante en algunas regiones del país a la hora de elegir profesión o de casarse. Además de no estar bien visto el matrimonio entre parejas de distinta casta también siguen concertándse matrimonios, especialmente entre mujeres jóvenes y hombres adultos. Tanto la segregación como la concertación son aceptados por la mayor parte de la población de estas regiones, pero también hay personas que sufren estas prácticas como una agresión contra su libertad de elección.

Los sucesivos gobiernos de la India han sido criticados por no hacer lo suficiente para erradicar estas prácticas. Sus leyes no castigan con suficiente severidad la discriminación y el matrimonio concertado; su policía no persigue estas prácticas con suficiente aínco. Como firmantes de la DUDH, deben luchar en favor de la igualdad, la libertad y la dignidad de sus ciudadanos. Más concretamente, deben luchar por la libertad de matrimonio promulgada en el artículo 16 de la DUDH. Pero la India es un país grande y entre sus más de mil millones de habitantes hay distintas tradiciones, con distinto grado de asimilación de los valores de igualdad y no discriminación. A pesar de los esfuerzos de sus gobiernos, sólo el 5% de los matrimonios indios lo son entre personas de distintas castas.

Distintas organizaciones internacionales, comprometidas con la defensa de los derechos humanos, consideran necesario presionar a los gobiernos indios para que hagan más por cambiar unas tradiciones a todas luces injustas. Pero estos gobiernos responden diciendo que tienen muchos problemas y la lucha contra el sistema de castas y los matrimonios concertados no son su máxima prioridad; hay problemas más acuciantes.

¿Deben ONGs como Human Rights Watch y Amnistía Internacional presionar al gobierno indio y a otros gobiernos para que éstos a su vez presionen a India para avanzar más rápidamente hacia la erradicación de estas discriminaciones? ¿O debe la comunidad internacional respetar las leyes y tradiciones indias y no intervenir en sus asuntos internos?

España ha multiplicado por dos el consumo de carne en los últimos 20 años, siendo el país de la Unión Europea que más carne consume por habitante.

Teniendo en cuenta los perjuicios para el medio ambiente, para la salud humana y para los animales criados en las granjas, ¿debe la Unión Europea presionar al gobierno de España para reducir ese consumo? ¿Es justo desde una perspectiva global que las leyes españolas no luchen de manera más efectiva contra este alto consumo? ¿O debe la comunidad internacional dejar que los españoles resuelvan sus propios problemas?

Una excursión en autobús

María ha sido contratada como profesora de español en un colegio de Arabia Saudí. Este trimestre tiene que organizar una excursión a un museo de una ciudad cercana. A la hora de contratar un autobús para sus alumnos, la empresa de transportes le dice que puede elegir entre conductor o conductora. Aunque todos sus conductores están ocupados para ese día, tienen un conductor de reserva que hace sustituciones ocasionales. También han contratado a una mujer conductora, joven y que conoce bien la ruta. 

Recientemente Arabia Saudí ha eliminado la prohibición a las mujeres de conducir vehículos. Pero María ha visto que buena parte de la población aún prefiere que sea un hombre quien conduzca. Entre sus alumnos y alumnas, y también entre sus padres que deben autorizar el viaje, ese prejuicio aún es fuerte. Su sentido moral de la justicia le dice que debería contratar a una mujer, pues le parece más cualificada y contratar al hombre sería discriminación. Además es una oportunidad para combatir el prejuicio entre sus alumnas y alumnos: verán que una mujer puede desempeñar igual de bien el trabajo.

Sin embargo, María teme que si contrata a la conductora algunos padres no autorizarán el viaje y sus hijos se perderán la visita. Y aunque la mayoría sí autorizará el viaje, tanto padres como alumnos prefieren que el autobús lo conduzca un hombre; se sienten más seguros. Si contrata a la conductora, María no respetará sus preferencias. Es posible que los padres se quejen a la dirección del colegio y ella sea amonestada por interferir en el ritmo de avance hacia la plena igualdad que se han marcado los ciudadanos de ese país. Quizá no renueven su contrato.

Dilema moral Concurso
Moral dilemma Contest