Emociones y sentimientos

Las emociones

¿Qué son?

Las emociones son un tipo muy especial de reacciones de un ser vivo ante el medio que le rodea.

Ejemplos de emociones: la sorpresa, el disgusto (asco) o la tristeza.

A diferencia de otros tipos de reacciones, las emociones tienen "dos caras":

¿Cómo son?

Para que algo sea considerado una emoción ha de tener las siguientes características:

¿Cuántas hay?

Los investigadores de las emociones consideran que hay seis emociones básicas:

¿Qué las provoca?

Aunque hay estímulos que de forma innata provocan una determinada emoción, por lo general los estímulos cambian de una persona a otra y de un momento a otro de nuestra vida.

¿Qué provocan ellas?

Cada emoción provoca en nosotros una reacción corporal muy concreta. Si la emoción es muy intensa, esa reacción puede llegar a ser incontrolable.

Por ejemplo, el miedo intenso provoca en nosotros la huida ("salir corriendo") o la búsqueda de un escondite (estar "encogido de miedo").

Graduación

Una emoción puede ser más o menos intensa, provocar una reacción más o menos marcada en quien la experimenta.

Podemos así ampliar el número de emociones básicas, señalando distintos grados de una misma emoción.

Por ejemplo: el miedo puede ser muy intenso y convertirse en pánico.

Reconocimiento de las emociones

Puesto que todos los seres humanos expresamos las emociones básicas del mismo modo, es fácil reconocer las emociones que están experimentando los demás. En las siguientes fotografías, podemos reconocer fácilmente qué emoción expresa cada cara:

Charles Darwin, viendo que chimpancés y humanos expresan ciertas emociones de forma muy similar, estudió con detalle en tema y escribió La expresión de las emociones en el hombre y en los animales. Darwin parte de observaciones que le permiten afirmar que:

 "Los jóvenes y los ancianos de razas muy diferentes, tanto los seres humanos como los animales, expresan el mismo estado de ánimo mediante los mismos movimientos"

Su conclusión principal es que la similitud de expresiones indica un origen común:

"Las emociones humanas vinculan los estados mentales con el movimiento corporal y están determinadas genéticamente."

Y concluye:

"Un origen único para toda la especie humana, con expresiones humanas universales; y enfatiza el valor social de la expresión."

Los Sentimientos

¿Qué son?

Los sentimientos se parecen mucho a las emociones, especialmente a las emociones menos intensas. Se parecen en que también son estados de ánimo, tienen esa misma "cara interna" que las emociones. Sin embargo, son diferentes.

Ejemplos de sentimientos: amor, cariño, amistad, admiración, respeto, deferencia, precaución, temor, odio.

¿Cómo son?

Para que algo sea considerado un sentimiento, y especialmente para distinguirlo de una emoción, tiene que tener estas características:

De la emoción al sentimiento

Es fácil establecer una graduación que va de la emoción más fuerte al sentimiento más débil pasando por emociones y sentimientos de fuerza intermedia.

Por ejemplo:

pánico - terror - miedo - ansiedad - alarma - preocupación

O también podemos pasar de una emoción muy intensa a su contraria pasando por sentimientos intermedios:

júbilo - alegría - satisfacción - insatisfacción - tristeza - desconsuelo

¿Cómo surgen los sentimientos?

A partir de emociones: sin emociones no hay sentimientos. Pero hacen falta más que emociones para que surja un sentimiento:

¿Quiénes tienen sentimientos?

Los sentimientos son propios de los seres humanos, quienes tenemos memoria, inteligencia y voluntad suficientes.

Dado que la frontera entre emociones y sentimientos es difusa, puede afirmarse que los animales más inteligentes también tienen sentimientos.

Ulises y las sirenas

Entonces dije a mis compañeros con corazón acongojado:

Amigos, es preciso que todos y no sólo uno o dos conozcáis las predicciones que me ha hecho Circe, la divina entre las diosas. Así que os las voy a decir para que, después de conocerlas, perezcamos o consigamos escapar evitando la muerte y el destino.

Antes que nada me ordenó que evitáramos a las divinas Sirenas y su florido prado. Ordenó que sólo yo escuchara su voz; mas atadme con dolorosas ligaduras para que permanezca firme allí, junto al mástil; que sujeten a éste las amarras, y si os suplico o doy órdenes de que me desatéis, apretadme todavía con más cuerdas.

Así es como yo explicaba cada detalle a mis compañeros.

Entretanto la bien fabricada nave llegó velozmente a la isla de las dos Sirenas pues la impulsaba próspero viento. Pero enseguida cesó éste y se hizo una bonanza apacible, pues un dios había calmado el oleaje.

Levantáronse mis compañeros para plegar las velas y las pusieron sobre la cóncava nave y, sentándose al remo, blanqueaban el agua con los pulimentados remos.

Entonces yo partí en trocitos, con el agudo bronce, un gran pan de cera y lo apreté con mis pesadas manos. Enseguida se calentó la cera pues la oprimían mi gran fuerza y el brillo del soberano Helios Hiperiónida y la unté por orden en los oídos de todos mis compañeros. Éstos, a su vez, me ataron igual de manos que de pies, firme junto al mástil sujetaron a éste las amarras y, sentándose, batían el canoso mar con los remos.

Conque, cuando la nave estaba a una distancia en que se oye a un hombre al gritar en nuestra veloz marcha, no se les ocultó a las Sirenas que se acercaba y entonaron su sonoro canto:

Vamos, famoso Odiseo, gran honra de los aqueos, ven aquí y haz detener tu nave para que puedas oír nuestra voz. Que nadie ha pasado de largo con su negra nave sin escuchar la dulce voz de nuestras bocas, sino que ha regresado después de gozar con ella y saber más cosas. Pues sabemos todo cuanto los argivos y troyanos trajinaron en la vasta Troya por voluntad de los dioses. Sabemos cuanto sucede sobre la tierra fecunda.

Así decían lanzando su hermosa voz. Entonces mi corazón deseó escucharlas y ordené a mis compañeros que me soltaran haciéndoles señas con mis cejas, pero ellos se echaron hacia adelante y remaban, y luego se levantaron Perimedes y Euríloco y me ataron con más cuerdas, apretándome todavía más.

Cuando por fin las habían pasado de largo y ya no se oía más la voz de las Sirenas ni su canto, se quitaron la cera mis fieles compañeros, la que yo había untado en sus oídos, y a mí me soltaron de las amarras.

Ejercicios