Éticas materiales: Utilitarismo

¿Qué es el utilitarismo?

El utilitarismo es una teoría ética que resulta especialmente atractiva en los dilemas morales en los que tenemos que elegir entre dos males o en los tenemos que elegir uno de dos bienes. ¿Cuál es nuestra obligación moral en estos casos? ¿Cómo actuar bien?

Los utilitaristas afirman que las obligaciones morales son resultado del razonamiento que cada uno debe hacer pensando por su cuenta. Los utilitaristas no nos dicen qué debemos hacer, sino que nos dan un principio general que podemos aplicar (si queremos ser morales) a cada situación concreta. En esto, el utilitarismo es similar a la ética kantiana: nos da un principio general que deberemos aplicar a cada situación concreta.

El principio general del utilitarismo dice: actúa de forma que trates de conseguir la mayor felicidad para el mayor número de personas afectadas por tu decisión.

Para entender bien este principio, debemos hacer algunas aclaraciones:

    • ¿Qué es la felicidad? Si hay que intentar conseguirla, antes habrá que saber qué es. Distintos filósofos utilitaristas han entendido la felicidad de distinta manera:

        • Felicidad = placer y ausencia de dolor. Así entendida, el utilitarismo se acerca mucho a la teoría de Epicuro, quien defendía que debemos buscar el placer y huir del dolor. Y es cierto que tanto el utilitarismo como el epicureísmo son ambas teorías hedonistas, pues sostienen que lo bueno es el placer. Pero también hay una diferencia esencial entre ambas:

Utilitarismo = Hedonismo + Altruismo

Epicureísmo = Hedonismo + Egoísmo

    • Felicidad = logro de nuestros mejores deseos. Así entendida, el utilitarismo se acerca a la idea aristotélica de felicidad. Algunos utilitaristas consideran que nuestros deseos son el resultado de nuestra educación. Según sea ésta, así será nuestro ideal de felicidad: en sociedades que fomenten la libertad, la igualdad y el respeto a los demás, nuestro ideal de felicidad será distinto al que podemos tener si vivimos sometidos a esclavitud, a desigualdad o si no se nos respeta.

    • ¿Quiénes son las personas afectadas? Pues dependerá de cada decisión:

        • Hay decisiones que afectan a mucha gente, como la de ser donantes de sangre.

        • Hay otras decisiones que afectan a muy pocas personas, incluso a una sola persona, a ti mismo. Por ejemplo, cuando estás solo y tienes que decir qué programa de televisión vas a ver.

        • Por último, puede haber decisiones que no afecten a nadie, ni siquiera a ti, Por ejemplo, cuando tienes que elegir qué moneda tiras al pozo de los deseos.

    • ¿Y si las cosas se tuercen y mi decisión acaba perjudicando a la mayoría en lugar de beneficiarles? Muy raras veces podemos controlar todas las consecuencias de nuestras acciones, por eso el principio general del utilitarismo dice que debes tratar de conseguir, no dice que debes conseguir la mayor felicidad para el mayor número de afectados.

    • ¿Y qué pasa con mi propia felicidad? Pues nada especial, si tu eres una de las personas afectadas por tu propia decisión (lo más frecuente) también debes tratar de lograr tu propia felicidad. Lo que no debes hacer es poner tu felicidad por encima de la de los demás afectados.

    • ¿Y si alguien sale perjudicado a cambio de que otros salgan beneficiados? Este es un punto crucial, y hay que analizarlo con mucho detalle:

        • Hay que estar lo más seguros posible de que no hay otra alternativa que evite el perjuicio de algunos, incluida la alternativa de no hacer nada y esperar a que la situación sea distinta.

        • Hay que estar muy seguros de que el beneficio de esos otros realmente compensa el perjuicio de algunos.

        • Y asegurados los dos puntos anteriores, sí es posible que la felicidad de la mayoría conlleve el perjuicio de unos pocos. Este siempre ha sido un punto muy debatido entre los utilitarias y entre los críticos con el utilitarismo.

    • ¿Cómo saber cuánta felicidad consigue cada persona afectada? Para poder elegir la alternativa que produce mayor felicidad al mayor número de personas, habrá que "medir" cuánta felicidad obtiene cada uno de los afectados. Esto no es fácil, pero hay algunas opciones:

        • Ponerse en lugar de los demás, no somos tan distintos de ellos y muy probablemente lo que a nosotros nos parezca más beneficioso sea lo mismo que lo que les parecerá a los demás afectados.

        • Pedirles a cada uno de los afectados que comparen la felicidad que obtienen con una escala común que podamos luego usar para hacer comparaciones entre ellos. Por ejemplo, ¿cuánto dinero estarían dispuestos a pagar por obtener esa felicidad? o ¿cuántas horas de esfuerzo estarían dispuestos a hacer por lograrla?

Ejemplos de aplicación del principio utilitarista

El guitarrista jubilado

Considera el caso de un gran guitarrista ya jubilado que da clases gratis los sábados por la mañana en el centro cultural de su ciudad a cuatro jóvenes que quieren aprender a tocar la guitarra. Preguntado el viejo guitarrista si disfruta dando clases, contesta que de 0 a 10, disfruta 2. ¿Y si en lugar de dar clases se queda en su casa, tocando él la guitarra en vez de ir a enseñar a otros? Imagina que nos contesta que entonces disfruta más, digamos 8 sobre 10.

Pero si él disfruta más quedándose en casa, ¿por qué emplea su tiempo en enseñar a sus cuatro alumnos? El utilitarismo respondería algo así:

    • Si el viejo profesor se queda en casa, él disfruta 8, pero sus alumnos no disfrutan nada (0). En total, el placer obtenido es: 8 + 0 = 8

    • Si el viejo profesor va a dar la clase, él disfruta 2, pero cada uno de sus alumnos digamos que disfruta 5. En total, todos disfrutan 2 + 5*4 = 22

Está claro que hay más placer total, más felicidad para más personas, si el profesor va a dar la clase aunque él disfrutaría más quedándose en casa. Su conducta es altruista, pues hace aquello que es mejor para el grupo aún a costa de su propio placer, de su propia felicidad.

Tú y tu hermano

Considera ahora este otro ejemplo: tienes que cuidar de tu hermano pequeño esta tarde y te planteas la siguiente elección:

    • Quedarnos en casa viendo un programa de televisión que a mi me gusta pero a mi hermano pequeño no.

    • Salir al parque, que es lo le gusta a mi hermano pequeño pero a mi no.

Para simplificar un poco las cosas, digamos que el programa de televisión y el paseo por el parque duran el mismo tiempo (una hora). ¿Cuánta felicidad, cuánto placer producen una y otra actividades?

    • Si tuvieses que dar una puntuación de 0 a 10 a cuánto te gusta el programa de televisión, le darías un 3.

    • Tu hermano pequeño le daría un 8 a jugar en el parque.

    • Si tuvieses que dar una puntuación de 0 a -10 a cuánto te disgusta ir al parque, le darías un -2. Tu hermano también le da un -2 a ver la televisión.

Podemos resumir las puntuaciones de cada uno y presentar las distintas alternativas (ir ambos al parque, ver ambos la televisión, hacer una cosa cada uno) en una tabla como esta:

En cada una de las cuatro posibilidades, vemos en rojo el resultado de sumar los placeres o dolores que experimentas tu y tu hermano según sea lo que cada uno haga. Viendo las cifras en rojo, está claro que la mejor opción es que tu veas la televisión y tu hermano vaya al parque (el resultado es 11). Pero como esa opción es imposible porque no puedes dejar a tu hermano solo, las únicas posibilidades son:

    • Ir los dos al parque, y entonces la suma es 6 aunque tú te lo pases mal.

    • Quedaros los dos viendo la televisión, y entonces la suma es 1 y es tu hermano el que no disfruta.

Viendo estas cifras, la teoría utilitarista te aconsejaría ir al parque, aunque a ti personalmente esa decisión te suponga un perjuicio. Una vez más, el utilitarismo aconseja fijarnos en la felicidad de todos los afectados y en actuar de forma altruista.

Solución utilitarista a dilemas morales

  • Un tren ha perdido los frenos y no se va a detener en la estación. El jefe de la estación ha sido avisado y tiene que elegir entre dejarle seguir por la vía que viene o desviarle a una vía auxiliar. En las dos vías hay riesgo de que mueran personas atropelladas por el tren. ¿Cuál es la mejor elección?

  • Un ayuntamiento tiene presupuesto para construir o bien un centro cultural o bien un nuevo puente que acorte el viaje a los vecinos de un nuevo barrio. ¿Qué razones pueden darse para gastar el dinero en una o en otra cosa? ¿Debe influir en la decisión que el alcance y la mayoría de los concejales vivan en el nuevo barrio?

Donación de órganos

Selección de embriones

Desarrollo tecnologico y bienestar global

¿Por qué ser altruistas?

Un punto clave del utilitarismo es considerar la felicidad de todos los afectados y no solo la felicidad propia o solo la de nuestros familiares y amigos. En general, debemos poner la felicidad del grupo por delante de la felicidad propia. El utilitarismo es una teoría ética en la que encontraremos razones a favor del altruismo.

Razones filosóficas

El utilitarismo es una teoría ética resultado de varias ideas aportadas por varios filósofos a lo largo de la historia. Distintos filósofos utilitaristas han dado distintas razones por las que somos (en ocasiones al menos) altruistas.

David Hume (1711 - 1776)

La razón que da Hume a favor del atruismo es la la simpatía natural que sentimos por nuestros semejantes. No sólo sentimos placer y dolor cuando algo nos afecta directamente, sino que también tenemos la capacidad de sentir placer y dolor cuando vemos que otros disfrutan o padecen. Esta capacidad de sentir (en menor grado) lo que otros sienten es la empatía, o simpatía como la llama Hume.

Hume considera que la empatía es una capacidad que:

    1. Todos tenemos (en mayor o menor medida)

    2. Nacemos con ella, es natural y no aprendida

Cuando actuamos guiados por la empatía, somos altruistas. Cuando son otros los sentimientos que nos mueven (egoísmo, venganza, odio), no actuamos moralmente.

Jeremy Bentham (1748 - 1832)

En caso de que nuestros sentimientos de simpatía no sean suficientemente fuertes, Bentham nos sugiere considerar nuestra propia conveniencia.

Acaso no estemos inclinados por naturaleza hacia el altruismo, pero si somos seres racionales nos daremos cuenta de que:

    1. Con frecuencia, nuestras acciones altruistas se ven recompensadas más tarde, cuando somos nosotros los que necesitamos la ayuda de otros. Aunque por egoísmo estemos tentados de no ayudar a los demás ahora, nos conviene hacerlo pensando en el futuro.

    2. La ley y las autoridades se ocupan de perseguir y castigar a quienes dañan o perjudican a otros. Aunque por egoísmo estemos tentados a infringir la ley, nos conviene no hacerlo porque el castigo no compensa.

John Stuart Mill (1806 - 1873)

Ni el sentimiento de simpatía ni el cálculo de nuestra propia conveniencia son, según Stuart Mill, motivos adecuados para actuar altruistamente:

    • Si la simpatía es un sentimiento natural con el que nacemos, entonces nuestras decisiones morales se deben a algo que no hemos elegido.

    • Si cuando actuamos moralmente estamos en el fondo actuando por nuestra propia conveniencia, no somos realmente altruistas.

Buscamos un motivo que sea resultado de nuestra elección libre, no de nuestra naturaleza, y que promueva el altruismo sin tener detrás al egoísmo.

Para Stuart Mill este motivo es la simpatía por los demás, pero una simpatía fruto del avance en las libertades y la igualdad. Como resultado de una educación en valores de libertad, respeto e igualdad, los hombres adoptamos progresivamente el punto de vista moral.

Razones biológicas

¿Es el altruismo una conducta programada en nuestro cerebro? ¿Somos altruistas por naturaleza?

Altruismo
Utilitarismo Ficha de trabajo