Definiendo el ocio
Al explorar inicialmente el ocio, hemos topado con varias características que quizás sean parte de su definición:
Libertad: el ocio es algo elegido libremente y se contrapone a otras actividades que nos vemos obligados a realizar.
Obligaciones legales (un contrato de trabajo)
Sociales (bailar en una fiesta, asistir a un funeral)
Personales (salir a correr con un amigo con el que habíamos quedado)
Morales (cuidar el jardín de nuestro abuelo porque se lo prometimos antes de su muerte). El ocio es elegido libremente, sin ningún compromiso, y podemos practicarlo o abandonarlo a voluntad. El ocio es lo que hacemos en nuestro tiempo libre, en el tiempo que nos queda tras nuestro trabajo, nuestros estudios o cualquier otra obligación.
Sin utilidad: el ocio no nos produce beneficio material, no ganamos dinero con él, ni lo hacemos para lograr prestigio o influencia. Una actividad ociosa se hace por ella misma, no por algo que queremos conseguir gracias a ella. De la actividad ociosa no resulta ningún producto del que sacar beneficio material; cuando ella termina somos tan ricos o tan pobres como cuando la empezamos.
Disfrute: elegimos nuestro ocio y lo practicamos sin buscar algo ulterior, porque disfrutamos haciéndolo. El ocio es placentero; no concebimos que alguien sufra o lo pase mal durante su tiempo de ocio.