Éticas formales: Kant

¿Hay algo completamente bueno?

Una de las preguntas centrales de la Ética es saber qué es lo mejor. ¿Qué es aquello que debemos buscar para ser felices? Los filósofos antiguos dieron algunas respuestas a esta pregunta:

    • Aristóteles razonó que la felicidad humana se alcanza cuando las personas hacemos eso que sólo las personas podemos hacer: conocer. La mayor felicidad está en lograr el conocimiento y en alcanzar la virtud.

    • Epicuro razonó que el conocimiento es bueno porque nos produce algún tipo de placer. El placer es entonces la clave de la felicidad y por tanto lo mejor.

Kant se pregunta si el conocimiento o el placer son siempre buenos.

    • ¿No sucede en ocasiones que el conocimiento nos provoca la infelicidad? Y ¿no sucede también que el conocimiento puede ser algo malo, según quien tenga ese conocimiento?

    • ¿No sucede en ocasiones que guiarnos por la búsqueda del placer nos conduce a la infelicidad? Y ¿no sucede también que por mucho placer que nos pueda producir algo, ese algo no deja de ser algo malo?

En definitiva, Kant duda de que podamos afirmar que el conocimiento o el placer sean siempre buenos. Más aún, Kant duda de que ningún resultado que busquemos con nuestras acciones pueda ser siempre bueno. Siempre habrá situaciones en las que ese resultado no sea el mejor o pueda incluso convertirse en algo malo. Por supuesto que Aristóteles y Epicuro eran conscientes de que el conocimiento o el placer podían ser perjudiciales en algunas situaciones, y sus teorías tratan de resolver esos casos.

Sin embargo, Kant cree que la justificación de nuestra moral no debe ser tan complicada. Debe existir alguna forma sencilla de expresar qué es lo bueno, qué debemos hacer para ser buenas personas. Quizá con una sola idea, una norma muy general, resuma todas las normas morales que han existido, existen hoy y existirán en el futuro. Quizá por debajo de las distintas normas morales haya una idea común y central.

Si en lugar de fijarnos en el resultado de nuestras acciones nos fijamos en el motivo que nos impulsa a hacer algo, entonces quizá sí podamos encontrar algo que siempre sea bueno y que sea la clave de la moral. En lugar de buscar lo bueno "ahí fuera", en los resultados de nuestras acciones, quizá debamos buscarlo "dentro de nosotros", en los motivos que empujan a actuar.

La buena voluntad

Consideremos la siguiente situación: tres personas (las podemos llamar A, B y C) están esperando para pagar en la caja de un supermercado. Allí se encuentran con estas tarjetas solidarias:

Persona A

Al llegar a la caja del supermercado,

la persona A decide comprar

una tarjeta solidaria.

Persona B

Al llegar a la caja del supermercado,

la persona B decide comprar

una tarjeta solidaria.

Tanto A como B han hecho una buena acción, pero ¿son A y B buenas personas? Para responder a esta segunda pregunta debemos saber qué intención ha tenido cada una de ellas, qué motivo ha impulsado su acción.

Persona A

La persona A vive en la ciudad donde está el supermercado, conoce a todos los que están comprando en ese momento en el supermercado.

Supongamos que A ha comprado la tarjeta solidaria porque:

  • Otros lo hacen y quiere ser como ellos, no quiere que le critiquen.

  • Ha pedido una hipoteca y el director de la sucursal está detrás en la cola de la caja.

Persona B

La persona B está de paso: ha entrado en el supermercado en una ciudad que está de paso hacia la playa. No conoce a nadie del supermercado.

B no tiene los mismos motivos que A:

  • No le importa lo que piensen el resto de clientes.

  • No tiene ningún negocio pendiente con nadie del supermercado.

Desde el punto de vista moral, ¿Es A mejor persona que B? ¿Es B mejor persona que A?

Está claro que la persona A ha comprado la tarjeta porque:

    • Quiere ser aceptado por sus vecinos. Si no le importase su opinión, quizá no compraría la tarjeta.

    • O quizá porque quiere que le den la hipoteca. Si no necesitase el dinero, quizá no compraría la tarjeta.

Parece claro que A actúa por motivos egoístas, mientras que B parece que no tiene nada que ganar comprando la tarjeta.

¿Sabemos lo suficiente sobre la persona B para juzgar si es una buena persona? Sigamos con el ejemplo:

Persona B

Al llegar a la caja del supermercado,

la persona B decide comprar

una tarjeta solidaria.

Persona C

Al llegar a la caja del supermercado,

la persona C decide comprar

una tarjeta solidaria.

Tanto B como C están de paso en la ciudad. No van a volver a ese supermercado, y aún así ambos han hecho una buena acción.

Persona B

La persona B disfruta ayudando a los demás. Se siente bien cuando lo hace.

  • ¿Ayudaría B si no disfrutase con ello? Quizá sí o quizá no.

Persona C

La persona C no disfruta especialmente cuando ayuda. Es tímida y le incomoda llamar la atención y que le den las gracias.

A pesar de ello, C ha decido ayudar porque lo considera su obligación moral.

¿Son B y C igualmente buenas personas? ¿Conociendo los motivos de B y C crees que una de ellas merece mayores elogios? Si tu necesitases ayuda, ¿en quién confiarías más que te ayudase? ¿En B o en C?

Conclusiones del ejemplo

Kant nos diría que, si lo pensamos un poco, llegaremos a las siguientes conclusiones:

    1. La acción hecha tanto por A como por B y por C es correcta, es conforme al deber moral. Aceptemos por el momento que ayudar a otras personas es un deber moral.

    2. Sin embargo, la persona A no es buena por haber comprado la tarjeta de ayuda, pues ha actuado movida por el egoísmo: compró la tarjeta esperando obtener un beneficio personal con ello. Sin ese motivo egoísta, no compararía la tarjeta.

    3. Tampoco la persona B es buena por haber comprado la tarjeta de ayuda, pues actuó movida por la inclinación: compró la tarjeta porque le gusta ayudar; si no le gustase quizá no ayudaría. Sin ese sentirse bien o disfrute por ayudar, no compararía la tarjeta.

    4. La persona C es la única que podemos considerar buena moralmente: su intención o motivo no ha sido egoísta ni tampoco lo ha hecho por gusto o inclinación, sino que lo ha hecho porque es su obligación moral, porque es su deber moral. Sin tener en cuenta ningún motivo, condición previa o deseos, la persona C compra la tarjeta.

Por tanto, la respuesta de Kant a la pregunta ¿cuándo tenemos auténtica buena intención? es que sólo cuando nuestra intención es cumplir con nuestro deber. Por el contrario, nuestra intención no es completamente buena, aún cuando actuemos correctamente, cuando lo hacemos movidos por el interés personal (egoísmo) o porque nos guste hacerlo (inclinación).

Deber moral, obligación moral

Una vez que hemos aclarado que la buena voluntad consiste en cumplir con nuestro deber, la pregunta ahora es: ¿cuál es nuestro deber? ¿cómo podemos saber cuál es nuestra obligación moral? Pero antes de contestar a esa pregunta tenemos esta otra: ¿Qué es una obligación? ¿Cuándo se tiene? Veamos tres clases de obligaciones:

    • Obligaciones personales

    • Obligaciones sociales

    • Obligaciones legales

Para después introducir el concepto de obligaciones morales.

Obligaciones personales

Considera los siguientes ejemplos:

    • Mi profesor nos ha puesto un examen obligatorio a toda la clase.

    • Mis padres me obligan a llegar a casa antes de las once.

En estos dos ejemplos, personas concretas nos ponen obligaciones por el hecho de ser alumnos o de ser hijos suyos.

Tendremos estas obligaciones mientras sigamos bajo su autoridad, dejaremos de tenerlas cuando no estemos bajo ella.

Y aunque tengamos estas obligaciones, no estamos forzados a cumplirlas. Somos libres de hacer o no el examen o de llegar a una hora o a otra.

Pero si las incumplimos, habrá consecuencias en nuestra contra: quizá suspendamos o tengamos un castigo.

Obligaciones sociales

Considera ahora estos ejemplos:

    • Al sentarnos a la mesa a comer, debemos emplear los cubiertos y no las manos

    • En la procesión, todos los cofrades tienen la obligación de vestir el hábito de su cofradía.

    • Todos los miembros de la asociación tienen la obligación de pagar la cuota.

En estos ejemplos, son grupos sociales (una familia, una cofradía, una asociación, etc.) los que ponen obligaciones a quienes quieren formar parte de ellos. Estas obligaciones se basan en la costumbre o en la autoridad que tengan quienes dirigen esos grupos.

Tendremos estas obligaciones mientras seamos miembros de estos grupos sociales, dejaremos de tenerlas cuando no seamos miembros de esa cofradía o de esa asociación.

Y aunque tengamos estas obligaciones, no estamos forzados a cumplirlas. Somos libres de vestir como queramos o de no pagar.

Pero si las incumplimos, habrá consecuencias en nuestra contra: quizá seamos expulsados o tendremos una sanción.

Obligaciones legales

Considera por último estos otros ejemplos:

    • Como vecino de mi ciudad, tengo la obligación de pagar los impuestos municipales.

    • Todos los conductores tienen la obligación de respetar el código de circulación.

Ahora son autoridades públicas como los ayuntamientos, las comunidades autónomas o el gobierno nacional los que nos imponen estas obligaciones. Estas obligaciones se basan en normas y leyes dictadas por el Parlamento nacional, por los parlamentos autonómicos y por los Ayuntamientos.

Tendremos estas obligaciones mientras seamos vecinos de una ciudad, estemos en una Comunidad Autónoma o seamos españoles.Dejaremos de tenerlas cuando cambiemos de residencia, de Comunidad Autónoma o de país.

Y aunque tengamos estas obligaciones, no estamos forzados a cumplirlas. Somos libres de pagar o no pagar y de conducir como queramos.

Pero si las incumplimos, habrá consecuencias en nuestra contra: seremos multados o incluso condenados a cárcel.

Resumen

Las personas tenemos obligaciones con:

    • otras personas

    • con grupos sociales

    • con autoridades.

Igual que aceptamos (contraemos) obligaciones, podemos libramos (exonerarnos) de ellas cuando quienes intentan imponernos obligaciones no tienen autoridad sobre nosotros. Tener una obligación no implica automáticamente que la cumplamos: somos libres de cumplir o no nuestras obligaciones.

No cumplir una obligación impuesta por otros implica afrontar unas consecuencias:

    • un castigo o una reprimenda, en el caso de incumplir una obligación personal.

    • la crítica social, el ridículo, la marginación o expulsión del grupo, en el caso de las obligaciones sociales.

    • una sanción, una multa o la cárcel, en el caso de incumplir una obligación impuesta por una autoridad.

Obligaciones morales

Estudia ahora estas obligaciones:

    • En su lecho de muerte, le prometí a mi padre cuidar el huerto que él plantó.

    • Cada vez que piden donantes, siento la obligación de acudir a donar sangre.

    • Aunque estaba solo cuando me encontré la cartera, tengo la obligación de devolverla.

    • Todos tenemos la obligación de cuidar el medio ambiente.

¿Quién nos las impone? ¿Con quién tenemos estas obligaciones?

¿Cuándo podemos escapar de ellas? ¿Qué consecuencias tiene incumplirlas?

Frente a las obligaciones impuestas por otros (otras personas, la sociedad, las autoridades), hay obligaciones que nos las ponemos nosotros mismos (son autoimpuestas). Esta es una de las dos condiciones esenciales de las obligaciones morales.

  • ¿Cuáles son nuestras obligaciones morales?

  • ¿Cómo saber cuáles son nuestras obligaciones morales?

La respuesta de Kant está relacionada con la época en la que vivió. Kant es un pensador de la Ilustración. El siglo XVIII es llamado "El Siglo de las Luces" porque en el siglo XVIII se confía en la luz de la razón humana para iluminar el camino de la humanidad hacia el progreso. Esta confianza en la razón humana quiere decir que nuestras obligaciones morales no pueden venirnos impuestas:

    • Por otras personas

    • Por la sociedad

    • Por la autoridad

    • Por la religión

    • Por.. cualquier persona o autoridad que no seamos nosotros mismos.

Muy al contrario, nuestras obligaciones morales tienen que ser:

    • Propias: nos las imponemos nosotros mismos. Son obligaciones que surgen de la voluntad de cada uno.

    • Racionales: son el resultado de analizar racionalmente nuestras opciones. Y la razón humana es una, la misma para todas las personas.

Si nuestras obligaciones tienen que salir de nuestra propia razón, entonces tenemos que dejar a un lado el beneficio personal (el egoísmo) y los gustos de cada cual (las inclinaciones). Esto concuerda con lo anterior: la buena voluntad excluye el egoísmo y los gustos personales. Además, si tuviéramos en cuenta intereses y preferencias personales, entonces las obligaciones de cada uno de nosotros serían diferentes a las de los demás, cada uno tendría las suyas. Por eso la segunda característica fundamental de las obligaciones morales es que tienen que ser universales; las mismas para todos los seres racionales. Si nos basamos únicamente en la razón, las obligaciones serán comunes a todos los seres racionales, es decir serán las mismas para todos nosotros.

Precisamente la clave para saber cuáles son nuestras obligaciones morales es que tienen que ser universales, las mismas para todos. Cuando creemos estar actuando bien moralmente, queremos que todas las personas actúen como nosotros.

Cuando nos preguntemos sobre si debemos realizar una determinada acción o su contraria, por ejemplo si podemos dar un cheque sin fondos cuando nos convenga o si no debemos hacerlo, Kant propone el siguiente modo de razonar:

    1. Imagina primero que todos tomásemos la primera alternativa: diese cheques sin fondos cuando quisiera.

    2. Imagina después que todo el mundo tomase la segunda alternativa: nunca diese cheques sin fondos.

    3. Ahora razona sobre la posibilidad o la imposibilidad de ambas alternativas:

    • si ambas alternativas son imposibles, entonces no puedes elegir ninguna de las dos.

    • si una de ellas es imposible, entonces estás obligado moralmente a elegir la otra alternativa.

    • si ambas alternativas son posibles, entonces no estás moralmente obligado a seguir ninguna de ellas, no se trata de una decisión moral. Quizá haya otro tipo de obligaciones o presiones sobre esta decisión, pero no de tipo moral.

Ejemplos de razonamiento moral

Ejemplo 1: Mentir para salir de un apuro o no decir mentiras aunque te convenga.

Imaginemos que nadie mintiera cuando estuviese en un apuro. Es difícil que esto pase pues todos estamos inclinados a mentir, pero es posible que esto pase.

Imaginemos que todos mintiésemos siempre que estuviésemos en un apuro. En esa situación, nadie creería a nadie que estuviese en un apuro, pues todos pensaríamos "si yo estuviera en el mismo apuro, también mentiría". Por tanto, es imposible que todos mintamos, pues la mentira pierde su objetivo.

En conclusión, la única opción posible es la no mentir para salir de un apuro. Estamos moralmente obligados a no mentir en caso de apuro. Si mentimos, no estaremos cumpliendo con nuestro deber.

Ejemplo 2: Llevar el pelo largo o llevarlo corto.

Imaginemos que todos lleváramos el pelo corto. Puede que no nos guste (o sí), pero es posible que esto pase.

Imaginemos que todos lleváramos el pelo largo. Puede que no nos guste (o sí), pero es posible que esto pase.

Puesto que ambas opciones son posibles, no es una obligación moral hacer ninguna de las dos cosas, ambas están permitidas.

Conclusiones generales

La teoría ética de Kant demuestra que, partiendo del principio de que las obligaciones morales han de ser universales, han de poder ser seguidas por todos nosotros, podemos deducir muchas obligaciones morales concretas.

En general, podemos razonar y demostrar que son obligaciones morales (es decir, obligaciones que deberíamos ponernos a nosotros mismos) todas aquellas que nos prohíben aprovecharnos de los demás para lograr un beneficio propio, como por ejemplo:

    • Mentir

    • Robar

    • Falsificar

    • Esclavizar

    • Defraudar a Hacienda

Todas estas obligaciones concretas responden a un principio general que Kant expresa de diferentes maneras, aunque entiende que todas ellas expresan la misma idea:

    • Con la fórmula del "imperativo categórico".

    • Con la distinción entre medios y fines.

El imperativo categórico

¿Qué es un imperativo? Un imperativo es una orden. Pero si hablamos de moral, hablamos de órdenes que una persona de da a sí misma. Es decir, nosotros mismos nos ordenamos hacer ciertas cosas.

¿Qué significa "categórico"? Algo es categórico cuando no es "hipotético". Y algo es hipotético cuando incluye una hipótesis o condición. Por ejemplo:

    • Debo comer menos, si quiero adelgazar. Es decir, si no quiero adelgazar, puedo comer todo lo que quiera. Sólo aquellas personas que acepten la condición de querer adelgazar tienen que comer menos.

    • No debo llegar tarde, si quiero conservar mi trabajo. Es decir, si no quiero conservar mi trabajo, puedo llegar a la hora que quiera. Sólo aquellas personas que acepten la condición de querer conservar su trabajo tienen que preocuparse por su hora de llegada al trabajo.

Así pues, un imperativo hipotético es una orden que incluye una condición: sólo deben obedecer la orden aquellas que aceptan la condición incluida en el imperativo.

Sin embargo, un imperativo categórico no tiene ninguna condición. Se trata de órdenes que una persona se da a sí misma sin poner ninguna condición inicial:

    • Debo intentar ayudar a los demás. Independientemente de la situación, de quien me pida ayuda, del posible beneficio que consiga. Debo intentar ayudar.

    • No debo tener esclavos. Independientemente de la época y el país en el que yo viva, de cómo les trate, del posible beneficio que consiga. No debo tener esclavos.

Antes hemos dicho que las normas morales son normas que deben ser válidas para todas las personas. Con independencia de las condiciones particulares de cada uno de nosotros, las normas morales deben ser las mismas para todos. Por tanto, las normas morales deben expresarse como imperativos categóricos. Por eso Kant resume su teoría de las normas morales así:

Actúa de tal manera que puedas querer que todo ser racional actúe igual que tú.

Medios y fines

Dado que hablar de imperativos hipotéticos y categóricos es complejo y potencialmente confuso, y dado que Kant quiere que su mensaje llegue a todos, a veces expresa su teoría con otras palabras: medios y fines.

Algo es un medio cuando es un instrumento, un paso intermedio hacia algo que realmente queremos, el fin, la meta. A veces, podemos usar a una persona como un medio para nuestros fines. Por ejemplo:

  • Ganarme la amistad de mi compañero para conseguir que me preste su móvil. Estoy usando a mi compañero como un medio para el fin que realmente quiero: el móvil.

    • Ser amable con mi vecino para conseguir luego su ayuda. Estoy usando a mi vecino para conseguir su ayuda.

Estas conductas no son propias de alguien que merezca ser llamado una buena persona. Usar a otras personas en el beneficio propio es, según Kant, una señal de que estamos actuando de forma inmoral. Por eso, Kant también resume su teoría ética con otras palabras:

No trates a los demás como un medio para tus propósitos, sino como fines en sí mismos.

No uses a los demás en tu propio beneficio.

Justificación de este principio general

Imaginemos que todos intentásemos aprovecharnos de los demás para sacar un beneficio propio. Si todos tenemos esa intención ¿de quién nos podríamos aprovechar? Nadie se dejaría utilizar porque todos estaríamos intentándolo. Por tanto, es imposible que todos nos intentemos aprovechar de los demás. Es una contradicción querer aprovecharnos de los demás y pretender que esa es la norma que todos debemos seguir. La alternativa de no aprovecharnos de los demás es la única alternativa desde el punto de vista moral.

Con estos razonamientos, Kant nos muestra una forma de razonar para saber cuáles son nuestras obligaciones morales. Naturalmente, saber cuáles son nuestras obligaciones morales no es lo mismo que cumplirlas: seguimos siendo libres y cada uno de nosotros debe decidir si quiere cumplirlas o si prefiere aprovecharse de los demás cuando tenga una oportunidad.

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