C. Los contextos de la formación

47. Los contextos de la formación en la Orden son muy variados, dependiendo de los niveles de educación, situaciones sociales y políticas, y las circunstancias religiosas y eclesiales. Para ser considerando también es el tamaño de los grupos del noviciado y estudiantado, la edad a la que los postulantes son admitidos, las tradiciones y costumbres específicas de cada provincia e incluso de diferentes regiones dentro de la provincia. La formación debe inculturar a nuestro modo de vida frailes de diferentes culturas y mentalidades, ofrecerles la plenitud de la vida dominicana, ayudarles a entrar en una comunión más amplia, es decir, más católica. Otra consecuencia de esta diversidad es que a los formadores y comunidades de formación se les pide apertura a nuevas posibilidades.

48. La formación contiene modalidades específicas en las diferentes etapas de la formación inicial, en la formación para una vocación particular dentro de la Orden, en la formación para un ministerio particular, y para las diferentes etapas de la vida en la formación permanente.

49. Habitualmente deberían aprovecharse los recursos locales y regionales referentes a la educación y a la formación humana, ya sean en la Familia dominicana, en la Iglesia local, organizados por las conferencias regionales de religiosos o en una colaboración inter-congregacional, con el fin respaldar la formación dominicana que es holística y permanente. Sin embargo, la iniciación a la vida dominicana debe tener lugar en un convento, (LCO 160-161, 180 §I, 213 §II). En áreas donde esta formación o la colaboración inter-provincial no es factible por razones culturales, geográficas o por otras razones, el permiso para establecer modelos extraordinarios de formación debe someterse a la aprobación de Maestro de la Orden.

50. Cada persona trae consigo sus propios antecedentes y biografía, una nueva manera en que la gracia de la vocación dominicana ha estado actuando. El formador necesita ser consciente de las necesidades de cada individuo al igual que de la dinámica dentro de los grupos; necesita ser prudente y paciente con el ritmo de desarrollo de cada fraile (Bogotá 2007, n.200).

51. En algunos contextos, los candidatos que entran a la Orden son mayores. Se debe tener cuidado para asegurarse de que esos candidatos tengan suficiente flexibilidad y apertura para adaptarse a la vida dominicana. A veces, los candidatos entran como sacerdotes o tras haber estado en un seminario o en otro instituto religioso. Después de la profesión simple, los formandos que ya han sido ordenados sacerdotes permanecen en la formación bajo el cuidado de un maestro para continuar su iniciación en la vida religiosa dominicana y prepararse adecuadamente para la profesión solemne. La Ratio formationis particularis debe considerar el límite de edad para la admisión de candidatos, así como las adaptaciones que puedan ser necesarias para recibir candidatos mayores y candidatos que ya han sido ordenados.

52. Cuando el deseo de entrar en la Orden sigue a una conversión o re-conversión a la fe, es importante dejar claro que conversión y vocación están relacionadas, pero que, a la vez, son distintas. Es esencial que los aspirantes experimenten la vida ordinaria de la Iglesia durante algunos años antes de solicitar la entrada en la Orden. Esto les ayudará a crecer en la fe y apreciar la gracia de una llamada a ser predicador al servicio de la Iglesia.

53. En los contextos donde la vida religiosa y el sacerdocio ofrecen un nivel de vida más elevado del común de las personas o brindan un estatus social, los formadores deben ayudar a los frailes a purificar sus motivaciones para ser dominicos y a vivir como los consejos evangélicos requieren.

54. Puede haber diferencias significativas entre culturas con respecto a asuntos de sexualidad, orientación sexual, intimidad y actitudes con relación hacia hombres y mujeres. Es necesario hablar de estos temas en la formación inicial y permanente y basar nuestras actitudes y comportamientos en lo que nos enseña el Evangelio.

55. Con relación a la sexualidad, los temas que se presentan en la formación tienen que ver con el aprendizaje para vivir de modo casto y la integración en la vida de la comunidad para participar alegremente en su misión de predicación (cf. Timothy Radcliffe, Carta a la Orden, «La Promesa de Vida»).

56. Cada generación debe ganarse para Cristo y, a la vez, cada nueva generación trae algo nuevo a la Orden, nuevas experiencias, nuevos interrogantes, nuevo celo apostólico. Los formadores deben buscar que cada generación de frailes sea capaz de crecer, traer sus dones a la Orden y, gradualmente, compartir con los hermanos mayores la responsabilidad de la Orden. Deben trabajar también para asegurar que nuestras tradiciones se transmitan a las nuevas generaciones y que los hermanos más jóvenes están dispuestos para recibir y aprender de esas tradiciones.