NIOBIO

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Niobio, origen del nombre y descubrimiento


El niobio que proviene de la palabra griega Níobe que significa "hija de tántalo", tiene propiedades físicas y químicas similares a las del elemento tantalio que ya se había descubierto antes...ya podéis suponer por qué se le puso ese nombre. Es un elemento químico, con el símbolo Nb, que es un metal de transición dúctil, gris y blando que posee el número atómico 41 de la tabla periódica.


Este elemento fue descubierto por Charles Hatchett en 1801 cuando estaba analizando una pieza del mineral columbita, en este momento Hatchett llamó al elemento columbio pero posteriormente en 1846 este fue rebautizado como niobio.


El niobio es un metal poco abundante en la superficie terrestre ya que está considerado el 33º elemento más común en la Tierra, este metal al ser tan poco abundante es difícil de encontrarlo pero este se halla en la naturaleza principalmente en minerales de columbita en regiones de países como Brasil, Canadá, Nigeria y Rusia.


Usos


Este elemento es usado principalmente para la industria metalúrgica ya que los soldadores lo utilizan para ligar componentes de acero inoxidable, para la creación de las lentes de las cámaras, para la creación de aros, broches y pendientes, y también es utilizado para la creación de las monedas.


El niobio, el tantalio, el coltán y la exploración del espacio


Si quieres saber algo de todo esto, ve al elemento Tantalio, el fiel acompañante del niobio en la corteza terrestre. Allí encontrarás información interesante.





El niobio y un poco de mitología...aunque sea trágica en este caso

Una de las figuras más trágicas de la mitología griega es la reina Níobe. Era hija de Tántalo, quien había sido condenado en los Infiernos a sufrir eternamente de hambre y sed por haber robado la comida de los dioses. Níobe, hermana de Pélope, se había casado con Anfión, un gran músico que había ayudado a construir las murallas de Tebas atrayendo a las rocas con el sonido de su lira. Los dos esposos llegaron a ser reyes de esta ciudad. Níobe tenía un gran motivo de orgullo. Había dado a Anfión siete hijos y siete hijas, todos de gran belleza, y en ellos basaba toda su felicidad. Habría podido vivir una larga vida de dicha, pero sus palabras de orgullo trajeron la desgracia a su casa.

En una ocasión, cuando se celebraban los ritos de adoración para Latona y sus dos hijos, los dioses Apolo y Artemisa, la reina Níobe dijo a quienes la rodeaban: "Qué tontería es el adorar a seres que no pueden ser vistos, en lugar de rendir pleitesía a quienes están frente a vuestros ojos. ¿Por qué adorar a Latona y no a mí? Mi padre fue Tántalo, quien se sentó a la mesa de los dioses. Mi esposo construyó esta ciudad y la gobierna. ¿Por qué preferir a Latona? Yo soy siete veces más dichosa, con mis catorce hijos, mientras ella tiene solamente dos. Cancelen esta ceremonia inútil."

El pueblo de Tebas la obedeció, y los rituales quedaron incompletos. Pero Latona había escuchado las palabras de Níobe, y su venganza no se hizo esperar. Llamó a sus hijos Apolo y Artemisa, les repitió las palabras de Níobe y los envió a castigar el orgullo de esa mujer.

Ocultos por las nubes los dos dioses pusieron pie en las torres de Tebas. Frente a la ciudad se celebraban juegos atléticos, en los que participaban los hijos varones de Níobe y Anfión. Apolo tomó su arco y sus flechas, y uno a uno mató a los jóvenes. El menor de ellos, el único que quedaba, gritó al cielo: -¡Perdonadme, oh dioses! . Apolo quiso respetar su vida por su ruego, pero la flecha ya había abandonado su arco y el muchacho cayó muerto.

Advertida por los gritos de la gente, Níobe llegó al campo donde se encontraban los cuerpos de sus hijos. A su alrededor estaban sus hijas, que compartían con ella su dolor. Pero una a una, ellas también fueron cayendo sin vida, por los dardos lanzados por Artemisa.

Abrazando a la más pequeña, mientras las demás yacían a su lado, Níobe gritó: "¡Dioses, dejadme al menos una! "Pero fue inútil, pues pronto la niña se desplomaba con una flecha en su pecho.

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