Para continuar y cerrar el tema comenzado en actividad anterior debes:
A. Releer el cuento Me Alquilo para Soñar de Gabriel García Márquez y reconocer:
Personajes de la vida real que aparecen en la ficción
Ciudades de Europa y ciudades de América que se mencionan en el texto.
El autor incluyó este cuento en un libro que se llama 12 cuentos Peregrinos. En su prólogo explica que se llaman así porque en cada uno realiza de ellos hay un peregrinaje entre diferentes ciudades del nuevo y el viejo continente. DEBES SEÑALAR, NOMBRAR DÓNDE COMIENZA LA HISTORIA ( LUGAR GEOGRÁFICO), por dónde transita y dónde culmina ese peregrinaje.
(Aracataca, Colombia 1928 - México DF, 2014)
ME ALQUILO PARA SOÑAR
Doce cuentos peregrinos (1992)
A LAS NUEVE de la mañana, mientras desayunábamos en la terraza del Habana Riviera, un tremendo golpe de mar a pleno sol levantó en vilo varios automóviles que pasaban por la avenida del malecón, o que estaban estacionados en la acera, y uno quedó incrustado en un flanco del hotel.
Fue como una explosión de dinamita que sembró el pánico en los veinte pisos del edificio y convirtió en polvo el vitral del vestíbulo. Los numerosos turistas que se encontraban en la sala de espera fueron lanzados por los aires junto con los muebles, y algunos quedaron heridos por la granizada
de vidrio. Tuvo que ser un maretazo colosal, pues entre la muralla del malecón y el hotel hay una amplia avenida de ida y vuelta, así que la ola saltó por encima de ella y todavía le quedó bastante fuerza para desmigajar el vitral.
Los alegres voluntarios cubanos, con la ayuda de los bomberos, recogieron los destrozos en menos de seis horas, clausuraron la puerta del mar y habilitaron otra, y todo volvió a estar en orden. Por la mañana no se había ocupado nadie del automóvil incrustado en el muro, pues se pensaba que era uno de los estacionados en la acera. Pero cuando la grúa lo sacó de la tronera descubrieron el cadáver de una mujer amarrada en el asiento del conductor con el cinturón de seguridad. El golpe fue tan brutal que no le quedó un hueso entero. Tenía el rostro desbaratado, los botines descosidos y la ropa en piltrafas, y un anillo de oro en forma de serpiente con ojos de esmeraldas. La policía estableció que era el ama de llaves de los nuevos embajadores de Portugal. En efecto, había llegado con ellos a La Habana quince días antes, y había salido esa mañana para el mercado manejando un automóvil nuevo. Su nombre no me dijo nada cuando leí la noticia en los periódicos, pero en cambio quedé intrigado por el anillo en forma de serpiente y ojos de esmeraldas. No pude averiguar, sin embargo, en qué dedo lo usaba.
Era un dato decisivo, porque temí que fuera una mujer inolvidable cuyo nombre verdadero no supe jamás, que usaba un anillo igual en el índice derecho, lo cual era más insólito aún en aquel tíempo. La había conocido treinta y cuatro años antes en Viena, comiendo salchichas con papas hervidas y bebiendo cerveza de barril en una taberna de estudiantes latinos. Yo había llegado de Roma esa manana, y aún recuerdo mi impresión inmediata por su espléndida pechuga de soprano, sus lánguidas colas de zorros en el cuello del abrigo y aquel anillo egipcio en forma de serpiente. Me pareció que era la única austríaca en el largo mesón de madera, por el castellano primario que hablaba sin respirar con un acento de quincallería. Pero no, había nacido en Colombia y se había ido a Austria entre las dos guerras, casi niña, a estudiar música y canto. En aquel momento andaba por los treinta años mal llevados, pues nunca debió ser bella y había empezado a envejecer antes de tiempo. Pero en cambio era un ser humano encantador. Y también uno de los más temibles.
Viena era todavía una antigua ciudad imperial, cuya posición geográfica entre los dos mundos irreconciliables que dejó la Segunda Guerra había acabado de convertirla en un paraíso, del mercado negro y el espionaje mundial. No hubiera podido imaginarme un ámbito más adecuado para aquella compatriota fugitiva que seguía comiendo en la taberna estudiantil de la esquina sólo por fidelidad a su origen, pues tenía recursos de sobra para comprarla de contado con todos sus comensales dentro. Nunca dijo su verdadero nombre, pues siempre la conocimos con el trabalenguas germánico que le inventaron los estudiantes latinos de Viena: Frau Frida. Apenas me la habían pesentado cuando incurrí en la impertinencia feliz de preguntarle cómo había hecho para implantarse de tal modo en aquel mundo tan distante y distinto de sus riscos de vientos del Quindío, y ella me contestó con un golpe:
—Me alquilo para soñar.
En realidad, era su único oficio. Había sido la tercera de los once hijos de un próspero tendero del antiguo Caldas, y desde que aprendió a hablar instauró en la casa la buena costumbre de contar los sueños en ayunas, que es la hora en que se conservan más puras sus virtudes premonitorias.
A los siete años soñó que uno de sus hermanos era arrastrado por un torrente. La madre, por pura superstición religiosa, le prohibió al niño lo que más te gustaba, que era bañarse en la quebrada. Pero Frau Frida tenía ya un sistema propio de vaticinos.
—Lo que ese sueño significa —dijo— no es que se vaya a ahogar, sino que no debe comer dulces.
La sola interpretación parecía una infamia, cuando era para un niño de cinco anos que no podía vivir sin sus golosinas dominicales. La madre, ya convencida de las virtudes adivinatorias de la hija, hizo respetar la advertencia con mano dura. Pero al primer descuido suyo el niño se atraganto con una canica de caramelo que se estaba comiendo a escondidas, y no fue posible salvarlo.
Frau Frida no había pensado que aquella facultad pudiera ser un oficio, hasta que la vida la agarró por el cuello en los crueles inviernos de Viena. Entonces tocó para pedir empleo en la primera casa que le gustó para vivir, y cuando le preguntaron qué sabía hacer, ella sólo dijo la verdad: “Sueño”. Le bastó con una breve explicación a la dueña de casa para ser aceptada, con un sueldo apenas suficiente para los gastos menudos, pero con un buen cuarto y las tres comidas. Sobre todo el desayuno, que era el momento en que la familia se sentaba a conocer el destino inmediato de cada uno de sus miembros: el padre, que era un rentista refinado; la madre, una mujer alegre y apasionada de la música de cámara romántica, y dos niños de once y nueve años. Todos eran religiosos, y por lo mismo propensos a las supersticiones arcaicas, y recibieron encantados a Frau Frida con el único compromiso de descifrar el destino diario de la familia a través de los sueños.
Lo hizo bien y por mucho tiempo, sobre todo en los años de la guerra, cuando la realidad fue más siniestra que las pesadillas. Sólo ella podía decidir a la hora del desayuno lo que cada quien debía hacer aquel día, y cómo debía hacerlo, hasta que sus pronósticos terminaron por ser la única autoridad en la casa. Su dominio sobre la familia fue absoluto: aun el suspiro más tenue era por orden suya. Por los días en que estuve en Viena acababa de morir el dueño de casa, y había tenido la elegancia de legarle aella una parte de sus rentas, con la única condición de que siguiera soñando para la familia hasta el fin de sus sueños.
Estuve en Viena más de un mes, compartiendo las estrecheces de los estudiantes, mientras esperaba un dinero que nunca llegó. Las visitas imprevistas y generosas de Frau Frida en la taberna eran entonces como fiestas en nuestro régimen de penurias. Una de esas noches, en la euforia de la cerveza, me habló al oído con una convicción que no permitía ninguna pérdida de tiempo.
—He venido sólo para decirte que anoche tuve un sueño contigo —me dijo—. Debes irte enseguida y no volver a Viena en los próximos cinco años.
Su convicción era tan real, que esa misma noche me embarcó en el último tren para Roma. Yo, por mi parte, quedé tan sugestionado, que desde entonces me he considerado sobreviviente de un desastre que nunca conocí. Todavía no he vuelto a Viena.
Antes del desastre de La Habana había visto a Frau Frida en Barcelona, de una manera tan inesperada y casual que me pareció misteriosa. Fue el día en que Pablo Neruda pisó tierra española por primera vez desde la Guerra Civil, en la escala de un lento viaje por mar hacia Valparaíso. Pasó con nosotros una mañana de caza mayor en las librerías de viejo, y en Porter compró un libro antiguo, descuadernado y marchito, por el cual pagó lo quehubiera sido su sueldo de dos meses en el consulado de Rangún. Se movía por entre la gente como un elefante inválido, con un interés infantil en el mecanismo interno de cada cosa, pues el mundo te parecía un inmenso juguete de cuerda con el cual se inventaba la vida.
No he conocido a nadie más parecido a la idea que uno tiene de un Papa renacentista: glotón y refinado. Aun, contra su voluntad, siempre era él quien presidía la mesa. Matilde, su esposa, le ponía un babero que parecía más de peluquería que de comedor, pero era la única manera de impedir —que se bañara en salsas. Aquel día en Carvalleiras fue ejemplar.
Se comió tres langostas enteras descuartizándolas con una maestría de cirujano, y al mismo tiempo devoraba con la vista los platos de todos, e iba picando un poco de cada uno, con un deleite que contagiaba las ganas de comer: las almejas de Galicia, los percebes del Cantábrico, las cigalas de Alicante, las espardenyas de la Costa Brava. Mientras tanto, como los franceses, sólo hablaba de otras exquisiteces de cocina, y en especial de los mariscos prehistóricos de Chile que llevaba en el corazón. De pronto dejó de comer, afinó sus antenas de bogavante, Y me dijo en voz muy baja:
—Hay alguien detrás de mí que no deja de mirarme.
Miré por encima de su hombro, y así era. A sus espaldas, tres mesas más allá, una mujer impávida con un anticuado sombrero de fieltro y una bufanda morada masticaba despacio con los ojos fijos en él. La reconocí en el acto. Estaba envejecida y gorda, pero era ella, con el anillo de serpiente en el índice.
Viajaba desde Nápoles en el mismo barco que los Neruda, pero no se habían visto a bordo. La invitamos a tomar el café en nuestra mesa, y la induje a hablar de sus sueños para sorprender al poeta. Él no le hizo caso, pues planteó desde el principio que no creía en adivinaciones de sueños.
—Sólo la poesía es clarividente —dijo.
Después del almuerzo, en el inevitable paseo por las Ramblas, me retrasé a propósito con Frau Frida para refrescar nuestros recuerdos sin oídos ajenos. —Me contó que había vendido sus propiedades de Austria y vivía retirada en Porto, Portugal, en una casa que describió como un castillo falso sobre una colina desde donde se veía todo el océano hasta las Américas. Aunque no lo dijera, en su conversación quedaba claro que de sueño en sueño había terminado por apoderarse de la fortuna de sus inefables patrones de Viena. No me impresionó, sin embargo, porque siempre había pensado que sus sueños no eran más que una artimaña para vivir. Y se lo dije.
Ella soltó su carcajada irresistible. “Sigues tan atrevido como siempre”, me dijo. Y no dijo más, porque el resto del grupo se había detenido a esperar que Neruda acabara de hablar en jerga chilena con los loros de la Rambla de los Pájaros. Cuando reanudamos la charla, Frau Frida había cambiado de tema.
—A propósito —me dijo—: Ya puedes volver a Viena.
Sólo entonces caí en la cuenta de que habían transcurrido trece años desde que nos conocimos.
—Aun si tus sueños son falsos, jamás volveré —le dije. Por si acaso.
A las tres nos separamos de ella para acompañar a Neruda a su siesta sagrada. La hizo en nuestra casa, después de unos preparativos solemnes que de algún modo recordaban la ceremonia del té en el Japón. Había que abrir unas ventanas y cerrar otras para que hubiera el grado de calor exacto y una cierta clase de luz en cierta dirección, y un silencio absoluto.
Neruda se durmió al instante, y despertó diez minutos después, como los niños, cuando menos pensábamos. Apareció en la sala restaurado y con el monograma de la almohada impreso en la mejilla.
—Soñé con esa mujer que sueña —dijo. Matilde quiso que le contara el sueño.
—Soñé que ella estaba soñando conmigo —dijo él.
—Eso es de Borges —le dije. Él me miró desencantado. —¿Ya está escrito?
—Si no está escrito se va a escribir alguna vez —le dije . Será uno de sus laberintos.
Tan pronto como subió a bordo, a las seis de la tarde, Neruda se despidió de nosotros, se sentó en una mesa apartada, y empezó a escribir versos fluidos con la pluma de tinta verde con que dibujaba flores y peces y pájaros en las dedicatorias de sus libros. A la primera advertencia del buque buscamos a Frau Frida, y al fin la encontramos en la cubierta de turistas cuando ya nos íbamos sin despedirnos. También ella acababa de despertar de la siesta.
—Soñé con el poeta —nos dijo.
Asombrado, le pedí que me contara el sueño.
—Soñé que él estaba soñando conmigo —dijo, y mi cara de asombro la confundió— ¿Qué quieres? A veces, entre tantos sueños, se nos cuela uno que no tiene nada que ver con la vida real.
No volví a verla ni a preguntarme por ella hasta que supe del anillo en forma de culebra de la mujer que murió en el naufragio del Hotel Riviera.
Así que no resistí la tentación de hacerle preguntas al embajador portugués cuando coincidimos, meses después, en una recepción diplomática. El embajador me habló de ella con un gran entusiasmo y una enorme admiración. “No se imagina lo extraordinaria que era”, me dijo.
“Usted no habría resistido la tentación de escribir un cuento sobre ella”. Y prosiguió en el mismo tono, con detalles sorprendentes, pero sin una pista.
que me permitiera una conclusión final.
—En concreto —le precisé por fin—: ¿qué hacía?
—Nada —me dijo él, con un cierto desencanto—. Soñaba.
Marzo 1980.
Realismo Mágico
Características del Movimiento
La narrativa del realismo mágico se ha caracterizado por el empleo de técnicas narrativas novedosas, de alguna manera “revolucionarias”, ya que suponen una ruptura con la narración unívoca (una sola voz dominando la narración) y con el orden coherente y la causalidad lógica de las novelas realistas del siglo pasado. Algunas de estas características pueden ser:
En estas novelas y cuentos la realidad que aparece representada mezcla el realismo con situaciones o acontecimientos mágicos o sobrenaturales que son percibidos por los personajes naturalmente, sin alterar profundamente la historia, ya que forman parte de las creencias y la cosmovisión mítica de los pueblos latinoamericanos.
La ruptura de la idea del tiempo lineal que vertebra el relato: el tiempo puede ser cíclico (todo vuelve a pasar, todo se repite, pero no exactamente igual); existe una superposición de tiempos (el tiempo histórico se encuentra con otros tiempos que fluyen paralelamente: el tiempo mítico, el de los sueños, el de la imaginación). Se ha dicho que la temporalidad del realismo mágico es parecida a la temporalidad que experimentamos cuando soñamos: presente, pasado y futuro coexisten en el mismo espacio.
Ruptura con la causalidad tradicional: lo “esperable y cotidiano” se vuelve inesperado y extraño. Y a la inversa. Es la Tendencia a fundir lo real con lo fantástico.
En sus obras existen elementos mágicos que los personajes consideran normales.
Los elementos mágicos se pueden intuir pero no se explican..
Contiene múltiples narradores que pueden estar en primera, segunda y tercera personas.
Presentan un espacio geográfico típico de los pueblos latinoamericanos, un tanto aislados, alejados de los centros urbanos, que sufren todo tipo de contratiempos climáticos, catástrofes, inundaciones, sequías, etc. que forman parte de la vida cotidiana e influyen en el espíritu de los personajes. En su mayoría ubicados en los niveles más duros y crudos de la pobreza y marginalidad social.
Se transforma lo cotidiano en experiencias que pueden ser sobrenaturales.
Los personajes pueden revivir; los escenarios son en su mayoría americanos. Suelen presentarse por características extraordinarias, que si bien suelen ser realistas, resultan sobresalientes por alguna cuestión particular. Van errando por la vida, de un lugar a otro o buscando su lugar. Son parte de ese paisaje típicamente latinoamericano: soñadores, adivinos, chismosos y charlatanes, dictadores, etc. El sueño y la muerte son estados frecuentes que se mezclan permanentemente con la realidad de los personajes, pueden hablar con los muertos o volver de la muerte.
En cuanto a los temas, hay diversidad de épocas históricas, una esencia cultural del mestizaje y elementos prehispánicos en sus valores mitológicos.
Las propiedades que surgen de la realidad son: clarividencia, levitación, vidas largas al estilo bíblico, milagros, enfermedades mitad imaginarias que son exageradas hiperbólicamente; pero todo eso supone fe. Todo esto representa la parte mágica, mientras el realismo se encuentra en el modo de contar la narrativa: como si el hilo principal fuera realista y lo más importante, mientras que lo mágico no representa más que unos detalles ordinarios de poca importancia.
El realismo mágico invita al lector a menospreciar lo real, a apreciar lo milagroso y a despreciar lo histórico.
Los recursos literarios que aparecen frecuentemente en sus relatos son: las descripciones detalladas llenas de imágenes de todo tipo, las exageraciones, metáforas y antítesis entre otros.
Eres un turista que llega a la escuela 528…. Y debes:
A- Colocar un cuadro con un intertexto que refiera a un hecho escolar, como el que analizaste de la Gioconda con barbijo… lo debes poner en el corredor o galería , (por ejemplo que refleje, distanciamiento social, no salivar hacia el patio de abajo, no tirar las facturas,etc)
B- Construye un texto de nomás de siete renglones, donde expreses que sientes en esta cuarentena lejos de la escuela, pero tomando la voz de un personaje ( animal, de ficción, animado, de serie de tv, de humor). Esto significa poder expresarte.
Ejemplo:
Hace muchos, pero muchos días que no escucho nada interesante, nadie osa escribir mi cuerpo, he rejuvenecido… antes descansaba Diciembre, Enero y Febrero. Este 2020 llevo descansando mucho, mucho. Me pregunto ¿Por qué estoy tan solo?,¿Por qué las pibas flacas y blancas no me molestan más? ¿Por qué ya no reflejo una fórmula, un título, una fecha?.
A veces he escuchado voces de la calle, que dicen bolsón, mercadería, otras veces escuché la alarma, pero siempre sólo, será que la humanidad me ha abandonado por una pantalla.
El pizarrón.
Estimados Alumnos, hemos trabajado de manera escalonada, el texto literario, sus características, la intertextualidad, y cómo aparece en la literatura este fenómeno o modo de leer.
Comenzaremos a desandar ahora el mito a manera de repaso y nos adentraremos en el “Camino o Periplo del Héroe”
Actividad
Leyendo los cuadros realiza un breve cuadro sinóptico sobre los MITOS.
Pensando en los Protagonistas de los mitos, analizaremos a estos personajes, siguiendo la teoría de Joseph Campbell :
EL camino o Periplo del héroe
El viaje del héroe, es un término acuñado por el antropólogo y mitólogo estadounidense Joseph Campbell para definir la estructura básica de muchos relatos épicos de todo el mundo.
El héroe arranca de su mundo ordinario, y recibe algún tipo de llamada para penetrar en otro desconocido, poblado de poderes y acontecimientos extraños. El héroe que acepta la llamada para entrar en este mundo extraño debe enfrentarse a diversas tareas y pruebas, ya sea en solitario o con ayuda. En las versiones narrativas más desarrolladas, el héroe debe sobrevivir a un grave problema, a menudo con ayuda. Si el héroe sobrevive, obtiene un gran regalo, don o bendición. Después, el héroe debe decidir si regresa al mundo ordinario con el don adquirido. Si el héroe decide volver, él o ella a menudo se enfrentan a retos en el viaje de vuelta. Si el héroe regresa con éxito, la bendición o el don se pueden usar para mejorar el mundo.
Campbell describe diecisiete etapas o pasos a lo largo de este viaje, aunque son muy pocos los mitos que cumplen los diecisiete. Unos suman muchas de las etapas, y otros solo algunas; unos mitos pueden concentrarse en solo una de las etapas, mientras que en otros se hace frente a las mismas en un orden diferente. Las diecisiete etapas pueden organizarse de diversa manera. Es común la división en tres secciones: "Salida" (a veces llamada "separación"), "Iniciación" y "Retorno". La "Salida" trata de la aventura del héroe antes de cumplir la misión, la "Iniciación" se ocupa de las diversas aventuras del héroe a lo largo del camino, y el "Regreso" trata de la vuelta del héroe con los conocimientos y las competencias adquiridos en el viaje.
Actividad
Aplicaremos el análisis del periplo del héroe a
El Mito de Aracne
Aracne es hija de Idmón un tintorero y nació en Lidia. La joven era muy famosa por tener gran habilidad para el tejido y el bordado.
Cuenta la leyenda que hasta las ninfas del campo acudían para admirar sus hermosos trabajos en tales artes. Tanto llegó a crecer su prestigio y popularidad que se creía que era discípula de Átenea (diosa de la sabiduría y de las hiladoras).
Aracne era muy habilidosa y hermosa, pero tenía un gran defecto: era demasiado orgullosa. Ella quería que su arte fuera grande por su propio mérito y no quería deberle sus habilididades y triunfos a nadie. Por eso, en un momento de inconciencia, retó a la diosa, quien por supuesto aceptó el reto. Primero, se le apareció a la joven en forma de anciana y le advirtió que se comportará mejor con la diosa y le aconsejó modestia.
Aracne, orgullosa e insolente desoyó los consejos de la anciana y le respondió con insultos. Atenea montó en cólera, se descubrió ante la atrevida jovencita y la competencia inició. En el tapiz de la diosa, mágicamente bordado se veían los doce dioses principales del Olimpo en toda su grandeza y majestad. Además, para advertir a la muchacha, mostró cuatro episodios ejemplificando las terribles derrotas que sufrían los humanos que desafiaban a los dioses.
Por su parte, Aracne representó los amoríos deshonrosos de los dioses, como el de Zeus y Europa, Zeus y Dánae, entre muchos más. La obra era perfecta, pero Palas encolerizada por el insulto hecho a los dioses, tomó su lanza, rompió el maravilloso tapiz y le dio un golpe a la joven. Ésta sin comprender, se siente totalmente humillada y deshonrada, por lo que enloquece y termina por ahorcarse.
Sin embargo, Palas Atenea no permitió que muriera sino que la convirtió en una araña, para que continuara tejiendo por la eternidad.
1- Identifica el Personaje u Héroe y siguiendo el gráfico señala el periplo:
Ayudas:
A –observa quién adquiere categoría de Héroe.
B- Señala cuál es la salida
C-Cuándo cruza el umbral?
D- Tiene ayudantes?
E-Cuál es el abismo?
F- Cuál es la transformación?
La noche boca arriba de Julio Cortázar-
A - Construye un paralelismo entre los dos mundos que vive el personaje
B- Elije un nombre para cada mundo
C- ¿Cuál te parece que es el mundo real y cuál es el imaginario o cuál es el texto y cuál el intertexto?
La intertextualidad
La Intertextualidad es un recurso estilístico que permite establecer una relación entre dos textos de manera implícita o explícita, citando a uno dentro de otro.
La intertextualidad tiene en cuenta nuestro capital cultural, aquello que hemos leído, oído, visto en películas, etc.
La intertextualidad es un texto que se mete dentro de otro texto, puede ser literario, pictórico, musical, etc.
La intertextualidad es un diálogo de un texto con otro
¿Qué juegos permite este fenómeno en la literatura, en la pintura, en la publicidad, en el arte en general?
Este recurso no es exclusivo de la literatura. Miremos algo en pintura. Todos conocemos a la Gioconda de Da Vinci
Marcel Duchamp, tomó esta pintura tan conocida e hizo su propia Gioconda.
A .¿Cuál es la Diferencia?
Esa Diferencia que señalaste es el intertexto… el autor le agregó un elemento típico de su época a una pintura clásica.
Ahora Observa la siguiente imagen
1-Qué tiene de diferente de la original Gioconda de Da Vinci
2-¿Qué indican esos elementos?
3- ¿Cuál es el intertexto que se mete en el texto?
Para responder las consignas piensa: cuál es el texto (pintura) original, qué elementos le agregan. (intertexto).
4-¿Cuál es el objetivo de esa imagen actual?
5-¿Qué capital cultural (Conocimientos) tenés personalmente para poder decir el objetivo de esa imagen actual?
FICCIÓN.
Se dice que un texto es ficticio cuando lo que se narra es una historia imaginada por el autor, quien construye un narrador que tiene a su cargo el relato.
A pesar de que algunas veces los cuentos y novelas se originan en sucesos reales, la elaboración de la historia es invención del autor. A través de su imaginación, el escritor puede crear una historia formada por hechos posibles en el mundo real o una historia que relata sucesos que no podrían ocurrir nunca en la realidad.
OBRA LITERARIA: MUNDO REAL Y MUNDO IMAGINARIO.
En toda obra literaria hay:
1) un hablante real - un hablante imaginario
2) un oyente real - un oyente imaginario
3) un mensaje real - un mensaje imaginario
4) un mundo real - un mundo imaginario
En el plano de la realidad debemos tener en cuenta todas aquellas personas o conceptos que realmente existen: autor del texto, lector, texto escrito, contexto (tiempo y lugar en los que se escribió la obra).
En el plano de lo imaginario hablaremos del narrador o “yo lírico”, del destinatario, del mensaje último del texto y del mundo en el que se desarrolla la ficción (tiempo y lugar).
LA LUNA CON GATILLO
(fragmento)
(...)
¿Comprendéis por qué
el poeta y el soldado
pueden ser una misma cosa?
Subiré al cielo,
le pondré gatillo a la luna
y desde arriba fusilaré al mundo,
suavemente,
para que esto cambie de una vez.
Raúl González Tuñón
Argentina, 1905/1974
H.R.: Raúl González Tuñón
O.R.: El lector
ME.R.: Texto completo
Mu.R.: Tiempo y lugar donde el H.R. escribió su obra.
H.I.: Yo lírico (1ra. Persona del singular)
O.I.: Vosotros (2da. Persona del plural)
ME.I.: Situación ficticia: comparación entre un poeta y un soldado, ansias de cambiar el mundo, etc.
Mu.I.: Cielo, luna, mundo.
HABLANTE REAL Y HABLANTE IMAGINARIO
En una obra literaria es preciso diferenciar al hablante real, es decir, al AUTOR, que es la persona real que inventa la historia y la escribe, del hablante imaginario, que es la figura ficticia que el autor construye, inventa, para que narre una historia o manifieste sus sentimientos. En el caso de la narración, se lo llamará NARRADOR (que puede estar en primera o tercera persona gramatical); y en el caso de la lírica, se lo llamará “YO LÍRICO”.
En el fragmento de La luna con gatillo, el hablante real es el autor, es decir, Raúl González Tuñón, de existencia física real; es él quien creó una 1ª persona del singular (un “yo lírico”) para expresar sus propios sentimientos. Como el ámbito de toda obra literaria es la ficción, mal podría considerarse al autor como perteneciente a ese mundo
ACTIVIDAD: Reconoce en el siguiente cuento
1) un hablante real - un hablante imaginario
2) un oyente real - un oyente imaginario
3) un mensaje real - un mensaje imaginario
4) un mundo real - un mundo imaginario
Cierta vez, un paisano de La Aguada viajaba con su hijo en carro por el camino viejo que une al poblado que llaman Capilla de Garzón con Pampayasta. Cuando iban pasando por el campo de los Zárate, en el cruce mismo con el camino nuevo, una mujer muy joven vestida de fiesta, los detuvo.
Aunque era muy entrada la noche, la habían visto de lejos porque la luz de la luna era intensa y el color del vestido, blanco brillante.
—Mi novio se ha enojado conmigo y me ha dejado sola en el medio del campo —dijo cuando el carro se detuvo—. ¿Podrá usted llevarme hasta la entrada de Pampayasta? Yo vivo ahí.
—Como no, señorita —contestó el paisano, y él y su hijo le hicieron un lugar en el carro. Viajaron en silencio un buen rato, hasta que empezaron a hablar de cosas sin importancia, más por ser amables que por verdadera necesidad de decir algo. En esas conversaciones ella confesó que le gustaba demasiado el baile y que se llamaba Encarnación.
Era una noche de crudo invierno y la joven estaba desabrigada. Cuando el paisano la vio temblar, dijo:
—Convide, hijo, a Encarnación con un bollo de anís y un trago de ese vino de canela que llevamos, que es bueno para los enfriamientos.
Y el muchacho le ofreció pan y vino. Ella pegó un bocado grande al bollo y tomó desesperada unos tragos. Algo de vino cayó sobre el vestido y dejó allí, en el pecho, una mancha rosada como un pétalo.
—¡Qué Lástima! —habló ella— ¡Era tan blanco!
Pero siguió comiendo el bollo de anís con muchas ganas, tanto que cualquiera hubiera dicho que iban a pasar años antes de que volvieran a ofrecerle algo.
Cuando llegaron a la entrada de Pampayasta, muy cerca de donde está el boliche de Severo Andrada, les dijo que habían llegado. El paisano detuvo el carro y ella bajó y fue corriendo a meterse en la casa de la esquina, frente al cruce. Padre e hijo siguieron viaje. Habían hecho una cuantas leguas cuando el hijo vio brillar algo en el piso del carro. Se agachó y descubrió un guante blanco de encaje fosforescente. Entonces se lo mostró a su padre y decidieron volver a la casa donde habían dejado a Encarnación, para devolvérselo.
Hicieron de regreso las leguas que habían andado, hasta la zona del boliche de Severo Andrada, y se detuvieron en la esquina, frente al cruce. Bajaron los dos, pero fue el padre quien golpeó las manos.
—¡Avemaríapurísima! —llamó como lo hacen los paisanos. Le contestaron los perros. Y después, la voz de un hombre recién arrancado del sueño:
—¿Qué se le ofrece?
—¿Aquí vive una señorita llamada Encarnación? —preguntó el paisano.
El dueño abrió la puerta. Estaba pálido. Y se quedó mirando a los dos forasteros sin decir palabra.
—Venimos a devolverle un guante. Se lo ha olvidado hace un momento en nuestro carro.
El hombre siguió mirándolos en silencio.
—No lo tome a mal —insistió el paisano—.Tuvo un problema y nos pidió que la acercáramos.
El hombre seguía en silencio.
El hijo estuvo con la mano extendida, acalambrada de tanto ofrecer el guante al dueño de casa, hasta que este habló:
—Es mi hija, pero está muerta... ayer se cumplieron veinte años...
—Dijo que venía de bailar... recordó el paisano.
—Hace veinte años… —contó el padre— para el día de Santa Rosa, murió bailando en las fiestas patronales. Del corazón, ¿sabe?
Los dos hombres que habían llegado en el carro, así como estaban, pegaron media vuelta murmurando una disculpa. Pero el padre de la joven reclamó:
—El guante... por favor. Es para llevárselo a la tumba. Todos los años, para la fiesta de Santa Rosa, se olvida algo en alguna parte y hay que ir a ponérselo.
El muchacho entregó el guante encaje. Después alcanzó en silencio a su padre que ya estaba sentado en el carro azuzando a los caballos.
(Arroyo Cabral, Córdoba, 1954)