ACTIVIDAD 6 - TRABAJO INTEGRADOR
ACTIVIDAD 5
ACTIVIDAD 4
ACTIVIDAD 3
ACTIVIDAD 2
ACTIVIDAD 1
LITERATURA FANTÁSTICA.
La literatura fantástica tiene la particularidad de representar un mundo cotidiano en el que de pronto irrumpe algún acontecimiento inquietante que no puede ser explicado racionalmente.
Resulta esencial para este género la presencia de lo sobrenatural. Durante el desarrollo de los acontecimientos se debe optar por una de dos soluciones posibles: o bien los hechos se explican por medio de la razón, o bien se acepta que lo sobrenatural forma parte de lo cotidiano y natural.
Lo fantástico y las transformaciones
Uno de los temas recurrentes en la literatura fantástica es el de las transformaciones. Seres que se convierten en lobos, panteras, gatos o cerdos; entre otros animales considerados crueles o malignos. También hay objetos inanimados que cobran vida: piedras devenidas en dioses o elementos de la cotidianeidad que adquieren la forma de animales.
ACTIVIDADES.
1. Leer el siguiente cuento de Silvina Ocampo.
La soga
A Antoñito López le gustaban los juegos peligrosos: subir por la escalera de mano del tanque de agua, tirarse por el tragaluz del techo de la casa, encender papeles en la chimenea. Esos juegos lo entretuvieron hasta que descubrió la soga, la soga vieja que servía otrora para atar los baúles, para subir los baldes del fondo del aljibe y, en definitiva, para cualquier cosa; sí, los juegos lo entretuvieron hasta que la soga cayó en sus manos. Todo un año, de su vida de siete años, Antoñito había esperado que le dieran la soga; ahora podía hacer con ella lo que quisiera. Primeramente hizo una hamaca colgada de un árbol, después un arnés para el caballo, después una liana para bajar de los árboles, después un salvavidas, después una horca para los reos, después un pasamano, finalmente una serpiente. Tirándola con fuerza hacia delante, la soga se retorcía y se volvía con la cabeza hacia atrás, con ímpetu, como dispuesta a morder. A veces subía detrás de Toñito las escaleras, trepaba a los árboles, se acurrucaba en los bancos. Toñito siempre tenía cuidado de evitar que la soga lo tocara; era parte del juego. Yo lo vi llamar a la soga, como quien llama a un perro, y la soga se le acercaba, a regañadientes, al principio, luego, poco a poco, obedientemente. Con tanta maestría Antoñito lanzaba la soga y le daba aquel movimiento de serpiente maligna y retorcida que los dos hubieran podido trabajar en un circo. Nadie le decía: “Toñito, no juegues con la soga”.
La soga parecía tranquila cuando dormía sobre la mesa o en el suelo. Nadie la hubiera creído capaz de ahorcar a nadie. Con el tiempo se volvió más flexible y oscura, casi verde y, por último, un poco viscosa y desagradable, en mi opinión. El gato no se le acercaba y a veces, por las mañanas, entre sus nudos, se demoraban sapos extasiados. Habitualmente, Toñito la acariciaba antes de echarla al aire; como los discóbolos o lanzadores de jabalinas, ya no necesitaba prestar atención a sus movimientos: sola, se hubiera dicho, la soga saltaba de sus manos para lanzarse hacia delante, para retorcerse mejor.
Si alguien le pedía:
—Toñito, préstame la soga.
El muchacho invariablemente contestaba:
—No.
A la soga ya le había salido una lengüita, en el sitio de la cabeza, que era algo aplastada, con barba; su cola, deshilachada, parecía de dragón.
Toñito quiso ahorcar un gato con la soga. La soga se rehusó. Era buena.
¿Una soga, de qué se alimenta? ¡Hay tantas en el mundo! En los barcos, en las casas, en las tiendas, en los museos, en todas partes... Toñito decidió que era herbívora; le dio pasto y le dio agua.
La bautizó con el nombre de Prímula. Cuando lanzaba la soga, a cada movimiento, decía: “Prímula, vamos Prímula”. Y Prímula obedecía.
Toñito tomó la costumbre de dormir con Prímula en la cama, con la precaución de colocarle la cabecita sobre la almohada y la cola bien abajo, entre las cobijas.
Una tarde de diciembre, el sol, como una bola de fuego, brillaba en el horizonte, de modo que todo el mundo lo miraba comparándolo con la luna, hasta el mismo Toñito, cuando lanzaba la soga.
Aquella vez la soga volvió hacia atrás con la energía de siempre y Toñito no retrocedió. La cabeza de Prímula le golpeó el pecho y le clavó la lengua a través de la blusa.
Así murió Toñito. Yo lo vi, tendido, con los ojos abiertos. La soga, con el flequillo despeinado, enroscada junto a él, lo velaba.
2. Enumeren y diferencien los juegos que realiza Toñito antes de descubrir la soga y después de obtenerla.
3. Expliquen las transformaciones de la soga.
4. Busquen en el diccionario el significado del nombre Prímula. ¿Podrían establecer alguna relación con la soga-serpiente?
5. ¿Les parece que hay indicios, es decir, pistas o señales que adelanten el desenlace del cuento? Enumeren.
6. ¿Qué aspectos del relato se vinculan con el mundo de la experiencia cotidiana y cuáles con lo sobrenatural?